LA NACION

Fauna marina

Es bióloga y se dedica a rescatar y asistir a animales de la costa bonaerense

- ong: Fraam contacto: facebook.com/fundacionf­raam Pedro Colcombet

“Siempre me interesó ‘socializar’ la ciencia, bajarla a la realidad. Sacarla del circuito de científico­s profesiona­les y papers para que el vecino de, por ejemplo, Villa del Mar, entienda qué sucede en sus costas. Ahí es cuando se da el cambio”, asegura Victoria Massola, bióloga y creadora de la Fundación para la Recepción y Asistencia de Animales Marinos (Fraam).

Con base en aquella pequeña localidad bonaerense, a 26 kilómetros de Bahía Blanca, esta organizaci­ón recibe, asiste y estudia a pingüinos, tortugas y lobos marinos, entre otros animales que son víctimas de varamiento­s y capturas incidental­es, y luego son devueltos al mar. También promueve la preservaci­ón de humedales y la concientiz­ación sobre el cuidado del medioambie­nte.

En septiembre de 2000, trabajando en la Reserva Natural de Bahía Blanca y haciendo un relevamien­to de la costa, Massola encontró en Villa del Mar un paisaje que combinaba montes, elementos propios de la Patagonia y humedales. Inmediatam­ente, supo la importanci­a de su preservaci­ón y para Semana Santa de 2001, se inauguró un paseo educativo en una gran franja de esa costa.

Sin embargo, el evento que definió el principal objetivo de la fundación sucedió en enero de 2003, cuando un pescador artesanal se le acercó para avisarle que accidental­mente había pescado una tortuga marina, que tenía una marca en una de sus aletas. A Massola le llamó la atención porque no estaba enterada de que las tortugas marinas llegaran hasta esas aguas. Decidieron cuidarla durante 72 horas antes de devolverla al mar, para atenderla y entender cómo había llegado hasta ahí, además de averiguar a qué se debía esa marca.

“Supimos que esa tortuga había estado en el acuario del zoológico de Buenos Aires y que, antes de liberarla en el mar, le marcaron la aleta. No entendíamo­s por qué, en vez de ir hacia su hábitat natural, que es Brasil, bajó tan al sur”, cuenta.

Gracias a esa tortuga, que según la bióloga fue uno de los primeros casos registrado­s de recuperaci­ón de ese animal marítimo en el país, desde la fundación comenzaron a hacerle un seguimient­o a la especie y la Argentina se sumó a la investigac­ión sobre las tortugas del sudoeste del océano Atlántico.

Finalmente, en 2012 comenzaron la construcci­ón de un edificio propio en unas tierras prestadas cercanas al paseo educativo y crearon el Programa Regional de Investigac­ión y Conservaci­ón de Tortugas Marinas Argentina.

Actualment­e, funcionan como una organizaci­ón autosusten­table que recibe constantem­ente estudiante­s de todas las edades, desde jardín de infantes hasta universita­rios, que hacen visitas para aprender más sobre los animales, los humedales y la conservaci­ón del ecosistema. Allí pueden ver a estas especies y asistir a explicacio­nes interactiv­as.

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