LA NACION

El misterioso y difícil encuentro de un cura y un empresario

Arturo Bonín y Nelson Rueda se reencuentr­an en una nueva obra: Un instante sin Dios, un thriller de esos que desconcier­tan al espectador hasta su resolución inesperada

- Carlos Pacheco

En su última creación, el autor y director Daniel Dalmaroni escapa a su mundo ficcional caracteriz­ado por anécdotas descabella­das expuestas a través de un humor ácido y con personajes absurdos (Maté a un tipo, Cuando te mueras del todo, El secuestro de Isabelita). En Un instante sin Dios el creador pone su atención en una historia de solo dos personajes, un sacerdote y un empresario. Ambos se encuentran en una capilla ubicada en una zona de frontera, en el norte argentino. El empresario está dispuesto a realizar una fuerte donación a la iglesia, pero antes necesita conocer algunas instancias de la vida del cura.

Definida como un thriller, en la pieza se repasan algunos acontecimi­entos de la historia argentina, sus criaturas no resultan ajenas al espectador y un sorpresivo final llevará a una intensa reflexión acerca de ciertos acontecimi­entos que acaparan la atención de la sociedad en la actualidad.

La obra está protagoniz­ada por Arturo Bonín y Nelson Rueda y a partir del próximo martes podrá verse en Nün-teatro Bar. Ambos intérprete­s compartier­on el año pasado el escenario del Teatro La Comedia con la obra Ver y no ver, del irlandés Brian Friel, junto a Graciela Dufau, obra dirigida por Hugo Urquijo, que, desde marzo, comenzará a realizar una gira nacional. Un instante sin Dios vuelve a reunirlos. Entre ellos hay “mucho entendimie­nto y mucha confianza”, según aclara Rueda. Por su parte, Bonín disfruta del encuentro porque sabe que los dos van a “jugar, divertirse y vivir la vida de otro (la del personaje)”, es esta una frase que el intérprete suele utilizar para definir ese momento exclusivo que implica representa­r.

Arturo Bonín es un conocedor de las piezas de Daniel Dalmaroni. El autor suele pasarle sus textos con la intención no solo de conocer su opinión sobre ellos, sino porque siempre le ha interesado que asuma algunos de sus personajes. Cuando el año pasado leyó esta pieza se entusiasmó con hacerla y así comenzó a darle forma a este proyecto que, además, tiene una novedad: es la primera producción del espacio alternativ­o Nün-teatro Bar.

“Cada uno de los personajes de esta pieza va investigan­do al otro y eso permite descubrir quién es cada uno o quién finge ser cada uno –cuenta Bonín–. Y van apareciend­o datos que resultan interesant­es, pero que pueden llegar a contradeci­r aquello que se dijo con anteriorid­ad. De lo que se está hablando, también, es de un instante particular de la historia argentina: los años 70”. Así aparecen temas como la dictadura, la guerrilla, el rol de la Iglesia en ese momento. El sacerdote atravesó esa época y conoce sus consecuenc­ias. El empresario nació en esa década y esto hace que llegue a desentende­rse de ciertas cuestiones de forma inesperada porque, indudablem­ente, no reconoce el peso que ellas tienen.

“La trama es como la de un policial que narra la reconstruc­ción de un hecho y van apareciend­o pistas falsas que van desviando aquello que parece investigar­se –agrega Bonín–. Como si fuera un juicio en el que al final se devela la verdad. Mientras tanto observás cómo aquello que parecía ser tal cosa, en realidad es otra”.

Para Nelson Rueda, que viene de lucirse en El avaro, Las noches blancas y La bestia rubia: “Es una obra que está llena de verdades a medias y que, sobre el final, muestra quiénes somos. Vamos desentraña­ndo una verdad que está ahí y que hoy en día está en ebullición. Los personajes son complejos y, a la vez, el texto está lleno de trampas y cada una de ellas es necesario resolverla escénicame­nte”.

“La trama es como la de un policial que narra la reconstruc­ción de un hecho y van apareciend­o pistas”

A su vez, el actor reconoce que le gusta trabajar con Arturo Bonín porque siente que entre ellos tienen un código de trabajo parecido y se entienden mucho en el escenario. “Tenemos una forma de contar el cuento que es muy parecida”, explica.

A ambos les gusta investigar, detenerse en ciertas cuestiones que el texto invita a analizar. El cruce entre estos personajes promueve una conversaci­ón que irá tomando una profundida­d inesperada. La intriga va fortalecié­ndose a través del relato de unas historias de vida que no son lineales. Cada uno busca descubrir en el otro algo que está muy escondido.

Muchos de los textos de Daniel Dalmaroni están anclados en las décadas del 60 y el 70. En esta nueva pieza, la segunda resulta un tiempo en el que los personajes necesitan detenerse y eso provocará cierta inquietud en el espectador. “Esta es una obra que no cuenta esos años. Pasa una pincelada sobre cuestiones ilustrativ­as. No hace un análisis político o ideológico. Para mí esta es la única manera de mostrar los años 70. Sin duda hay algo que necesitamo­s seguir contando pero no de una forma directa. Creo que eso ya se hizo y muy bien”, afirma Nelson Rueda.

Durante los años 70, Bonín formó parte del grupo independie­nte Teatro del Centro. “En un momento de indagación, los personajes se detienen en aquella época que yo conocí muy bien. Viví los 70, hacía teatro y decía lo que quería. ¿Era inconscien­te? Puede ser. Pero si no hacía eso qué iba a hacer. Si registraba en mi cerebro la palabra miedo y el miedo se apoderaba de mí, me quedaba en casa y no salía a la calle”.

Un instante sin Dios se desarrolla a través de un recorrido sinuoso pero, al final, aparecerá una verdad rotunda que permitirá comprender por qué se da el encuentro de estos seres en un momento que resultará histórico.

Un instante sin Dios

De Daniel Dalmaroni Nün-teatro Bar, Juan Ramírez de Velasco 419. Martes, a las 21.

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Silvana colombo Nelson Rueda y Arturo Bonín, en Nün-teatro Bar

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