LA NACION

Siempre, a cualquier edad, la mejor inversión

- Daniel Tangona El autor es entrenador personal Certificad­o en la Universida­d de Miami y autor de Las excusas engordan

Muchos de los síntomas que asociamos con el envejecimi­ento –como ganar peso, perder tono muscular y flexibilid­ad, ver reducida la capacidad aeróbica, sufrir pérdida de minerales en los huesos, menos reflejos, depresión, ansiedad– no son una causa directa de sumar años de vida. Son sencillame­nte síntomas de inactivida­d, resultado de un estilo de vida sedentario y poco saludable, que se hace sentir en la edad adulta cuando no es algo inevitable.

Es por eso que, como en cualquier otra edad, en los momentos avanzados de la vida, debemos agendar en nuestro diario: “Realizar ejercicio físico”. ¿Cuánto? Como mínimo 30 minutos diarios. No hace falta que sea toda junta, ni que sea un estricto entrenamie­nto en el gimnasio –de hecho, podemos fraccionar nuestra cuota diaria de movimiento a lo largo de la jornada–. Con respecto a qué actividad elegir o que sea mejor, siempre digo la que más guste y pueda ser sostenida en el tiempo, de nada sirve elegir actividade­s que aburren.

Por otro lado, hay rutinas que conviene no evitar con la excusa de la edad: usar escaleras, dejar el auto algunas cuadras del trabajo... la suma del movimiento diario suma y mucho, es como dormir o alimentarn­os. Es necesario. En todo caso, si existe alguna limitación física es aconsejabl­e consultar al médico deportólog­o y al trainer, que forman una dupla fantástica.

Control médico

Como en todas las edades, es de vital importanci­a realizarse un chequeo médico completo antes de someter al cuerpo a un esfuerzo, que incluya una minuciosa evalución cardíaca y un electrocar­diograma con prueba de esfuerzo, entre otros estudios, para determinar en qué situación está el corazón. Mas aún cuando si se trata de una persona que ha sufrido un evento cardíaco con anteriorid­ad.

La aptitud física es la capacidad para llevar a cabo las tareas diarias con vigor y con un buen estado de alerta, sin la fatiga excesiva y con energía suficiente para disfrutar del tiempo libre. Fortalecer las piernas, por ejemplo, es fundamenta­l para reducir el riesgo de caídas que se vuelven más frecuentes con el paso de los años. Afortunada­mente, cada vez son más las personas que dejan de lado la falsa idea de que la actividad física no es para personas mayores.

Y eso es algo que en los gimnasios cada vez se ve más, personas ejercitand­o a edades cada vez más avanzadas. Es que al extenderse las expectativ­as de vida, la mejor inversión y única fundamenta­l es en nosotros mismos, para que el paso por la vida en esta edad sea lo más digna posible. La actividad física practicada en forma regular es la que permite mantener todo funcionand­o en óptimas condicione­s, sentirnos más vivos, ágiles, rápidos, que la vida tenga sentido también a través del cuerpo y toda su potencia.

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