LA NACION

La coima y el bidet

- Graciela Guadalupe

“Que no hablen, que no canten”.

(De Guillermo Moreno, respecto de los presos kirchneris­tas.)

La tía Helena solía guardar los pocos dólares que ahorraba en una media, que metía en una lata de tomates, que iba a parar a un tarro de café y, de ahí, a un pozo en el jardín trasero, al lado de la tumba del Bobby, con foto del pichicho y plaquita con su nombre. ¿Quién podía pensar que junto a semejante altar se escondía toda la fortuna de una jubilada? ¿A quién se le iba a ocurrir remover la tierra donde descansaba­n los restos del querido Bobby? Era el escondite perfecto. Hasta que a Capitán, el sucesor de Bobby, se le dio por esconder un hueso justo allí. Piedra libre para el tesoro de la tía.

Debe ser un problema hereditari­o, que viajaba con los genes. Matilde, la hermana de Helena, pensó que había descubiert­o un planeta cuando decidió guardar en el horno las pocas joyas que tenía. Total, nunca cocinaba. Pero llegó el invierno y al tío Cacho se le ocurrió encenderlo para matar el frío. En unos pocos minutos, logró cocinar una torta extraña de oro 18 quilates y estuches de plástico fundidos con paños de gamuza, un pequeño brillante y dos pares de aros de plata antigua.

Si uno piensa en los escondites de la plata de la corrupción, aque- llas cuevas familiares causan risa. Valijas, bolsos, conventos, entrepisos y entretecho­s, tanques de agua, panzas de esculturas de dragones, paredes dobles, bodegas, marcos de ventanas, depositos que se contratan como bauleras en EE.UU...

En su última declaració­n judicial, José López, mano derecha de De Vido en Planificac­ión Federal, sostuvo que las coimas para su jefe las llevaba personalme­nte y las dejaba en el baño de la oficina del ministro. Los baños parecen tener una especial atracción en el kirchneris­mo. Fue en ese lugar del Ministerio de Economía donde la entonces ministra Felisa Miceli “depositó” un paquete con 100.000 pesos y más de 31.000 dólares, que descubrió un policía en un operativo de rutina. En el caso de López, debería hablarse de un circuito, más que de una guarida. Según contó, la coima para De Vido iba escondida en carpetas que contenían sobres con montos que oscilaban entre los 100.000 y los 300.000 dólares. Y que las dejaba sobre el bidet, bien a la vista, para que pudiera recogerlas su jefe. A propósito, dicen que Josecito está preocupado porque las nuevas construcci­ones en la Capital ya no tienen obligación de contar con bidet. Pero ese es otro tema.

“Que no hablen, que no canten”, bramó Guillermo Moreno sobre los presos K, en una escucha judicial de agosto pasado. Parece que el mensaje no llegó a los “cumpas”.

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