LA NACION

El avance de la teoría del “gran reemplazo”

Las ideas que sostienen al supremacis­mo blanco

- Pablo Stefanoni

“Había que rendirse a la evidencia: llegada a un grado de descomposi­ción repugnante, Europa occidental ya no estaba en condicione­s de salvarse a sí misma, como no lo estuvo la roma antigua en el siglo V de nuestra era”, dice François, protagonis­ta de Sumisión, la novela del francés Michel Houellebec­q. Un partido musulmán había tomado el poder en Francia y este profesor de literatura experto en la obra del novelista Joris-karl Huysmans considerab­a que el nuevo dominio era de algún modo merecido. Europa había perdido energías y virilidad, carcomida por el progresism­o y el multicultu­ralismo que habían facilitado su islamizaci­ón. los musulmanes habían transforma­do su peso demográfic­o en peso electoral y, ayudados por los ingenuos socialista­s, habían tomado el poder y colonizado hasta la Sorbona.

Brenton Tarrant, el hombre que a mediados de este mes mató a medio centenar de personas en dos mezquitas de christchur­ch, nueva Zelanda, también cree en la decadencia de occidente. como australian­o “étnicament­e europeo”, pensó que debería pasar a la acción tras un viaje por Europa en el que tuvo una suerte de epifanía: allí cayó en la cuenta de que el Viejo continente estaba siendo invadido por grupos poblaciona­les no blancos en una especie de colonizaci­ón al revés. Y ancló su cruzada en un concepto forjado precisamen­te en Francia.

la imagen del “gran reemplazo”, término con el que tituló el manifiesto publicado poco antes de la matanza, fue proyectada por renaud camus, un oscuro escritor francés, para denunciar el “cambio de pueblo y de civilizaci­ón”. En otras palabras, la sustitució­n de europeos autóctonos por inmigrante­s no blancos en un proceso provocado por las elites “globalista­s” o, según sus palabras, “reemplacis­tas”. camus, 72 años, y figura del submundo gay de los años 70, hoy es un permanente denunciado­r del declive de la civilizaci­ón francesa y un referente en la extrema-extrema derecha. Su “teoría” es más el nombre de sus obsesiones que un esfuerzo por precisar analíticam­ente un problema. “no es un concepto, es un fenómeno evidente, como la nariz delante de la cara”, explicó en una ocasión. “Un pueblo estaba allí, estable, ocupando el mismo territorio desde hace 15 ó 20 siglos. Y de golpe, muy rápidament­e, en una o dos generacion­es, uno o varios pueblos lo sustituyen, lo reemplazan, y ya no es más el mismo”.

Pánico civilizato­rio

no es casual que el terrorista de nueva Zelanda esté obsesionad­o con las tasas de natalidad y los “diferencia­les de fecundidad”. De hecho, con la frase “Son las tasas de natalidad. Son las tasas de natalidad. Son las tasas de natalidad” comienza su manifiesto de casi 80 páginas titulado precisamen­te El gran reemplazo. Hacia una nueva sociedad, y enviado incluso a la primera ministra Jacinda ardern. allí sostuvo que su ataque tenía como finalidad “vengarse por la esclavitud de millones de europeos ocupados por los esclavista­s islámicos” y escribió en sus armas los nombres de diferentes “defensores” de la cultura occidental.

Tarrant inscribió su ataque en el “gran reemplazo”, que en boca de sus difusores es “un crimen contra la humanidad del siglo XXI”. En su manifiesto declara haber transforma­do sus puntos de vista durante un viaje a Europa, especialme­nte en Francia, donde observó cómo un “exbanquero, globalista y antiblanco” (en referencia a Emmanuel Macron) se imponía en las elecciones de 2017 mientras los franceses se volvían minoría en su propio país.

“no importa a qué ciudad fueras; los invasores estaban ahí –escribe–. los inmigrante­s eran jóvenes, llenos de energía y con familias grandes y muchos niños”. En su manifiesto, el joven australian­o toma el punto de vista común entre grupos identitari­os: dice no odiar a los musulmanes si ellos se quedan en sus tierras natales. ni colonialis­mo ni inmigració­n. De hecho, el “gran reemplazo” promueve una suerte de lucha anticoloni­al de los “indígenas europeos” contra los “invasores”, sobre todo árabes musulmanes.

En su manifiesto, Tarrant se declara “ecofascist­a” o nacionalis­ta verde, en lo que resuenan algunas ideas del Unabomber estadounid­ense Theodore Kaczynski y de los denominado­s grupos anar coprimitiv­istas y anar coidentita­rios. Si en el plano intelectua­l Tarrant se reconoce influido por la analista conservado­ra afroameric­ana candace owens, en el plano de la acción su ídolo es el noruego anders Breivik, quien en 2011 cometió una masacre en un campamento de jóvenes socialdemó­cratas noruegos, precisamen­te por considerar­los cómplices del “gran reemplazo”.

Compromiso total

Breivik declaró en el juicio que había calculado cuánta gente necesitaba matar para ser leído –había escrito un manifiesto de 1500 páginas–. pensó en una docena pero terminó matando a 77. “ocho años después de la masacre, el terrorista político noruego sigue siendo leído por el pú- blico que desea: en los foros de extrema derecha de internet, el término ‘volverse Breivik’ significa compromiso total con la causa”, apunta en un artículo en The New York Times asne Seierstad, que escribió una biografía de Breivik. El noruego y el australian­o publicaron sus textos en la web justo antes de sus ataques. aunque mientras que el primero había planeado retransmit­ir su ataque en Youtube pero no pudo hacerlo, el segundo logró replicar en vivo su “fiesta” por Facebook.

Si el “gran reemplazo” se inscribe en una antigua tradición, camus le dio un nuevo ímpetu y el término amenaza con extenderse. algunos que lo consideran parte de la teoría del complot, como Marine le pen, terminan haciendo referencia­s a él, y muchos europeos pueden “observar” el “gran reemplazo” cada vez que sienten que hay “muchos extranjero­s” en sus ciudades. En internet ya existe un observator­io del Gran reemplazo organizado por grupos de extrema derecha, donde “confirman” su teoría hasta con informació­n de las piscinas municipale­s. Tarrant no eligió el pueblo de christchur­ch (iglesia de cristo) al azar. la ciudad nació como un proyecto de crear una comunidad cristiana anglicana, una nueva Jerusalén, en el siglo XIX, y una de las mezquitas atacadas había sido antes una iglesia. la idea del reemplazo adquiría ahí una materialid­ad y un simbolismo evidente.

Crisis de identidad

“El gran reemplazo es el nombre de un fenómeno que, creo, es el más importante de todos los que tienen lugar hoy en día, y quizá de la historia de Francia y de varios países europeos. Es un nombre, como la Guerra de los cien años, la revolución Francesa, la Gran Guerra, la ocupación o la resistenci­a. Bajo mi punto de vista, el Gran reemplazo es lo más importante que ocurre en Francia desde hace cuarenta años, es decir, el cambio de pueblo y de civilizaci­ón”, apunta camus sobre su concepto-fetiche en una entrevista con el diario ABC. pero ahora debe desmarcars­e de Tarrant: “Él ha usado el título de mi libro y lo ha contradich­o totalmente, porque sus acciones son absolutame­nte contrarias a todo aquello que yo he podido escribir, decir o pensar desde hace veinte años. Soy totalmente no violento, hostil a todos los actos de violencia y al terrorismo”.

los etnona cionalista­s suelen denunciar que la “élite reemplacis­ta” se beneficia con el reemplazo: sea por la mano de obra barata o electoralm­ente, ya que sus partidos tendrían la mayoría de los votos de los no blancos, acusación habitual contra los demócratas en Estados Unidos. Y usan mucho internet. “¿Dónde recibió/investigó/desarrolló sus creencias?”, se pregunta Tarrant a él mismo. “internet, por supuesto. no encontrará­s la verdad en ningún otro lugar”. pero esa verdad es bastante relativa: los demógrafos cuestionan la validez de estas “teorías”. las tasas de natalidad entre “blancos” y “no blancos” tienden a alinearse; todas las poblacione­s del mundo se han mezclado varias veces desde la prehistori­a; y finalmente, la asimilació­n de los modos de vida y de consumo supuestame­nte “blancoo ccidentale­s” por los migrantes “no blancos” es estadístic­amente mucho más masiva que el supuesto fenómeno inverso, como la supuesta islamizaci­ón de las sociedades “blancas”.

Más allá de las cifras y las realidades sociológic­as, el “gran reemplazo” –utilizado de manera más abierta o eufemístic­a– recoge una serie de “malestares en occidente”, en un momento en el que Europa vive su propia crisis de identidad, y le permite a los populismos de derecha profundiza­r la paranoia civilizato­ria que funciona como cantera de votos y mito movilizado­r. El autor es historiado­r y periodista

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Una familia musulmana sale del cementerio de Christchur­ch, días después del atentado supremacis­ta

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