LA NACION

Viaje a un país enigmático al encuentro del hijo

- Carolina Esses

Es de noche, el primer día de un viaje que durará catorce, madre e hijo caminan entre la multitud. Están en Shinjuku, ese “Times Square multiplica­do por mil” cuyas calles están atestadas de carteles de neón imposibles de descifrar para cualquiera que no sepa leer alguno de los tres sistemas de escritura japonesa. Mori Ponsowy, la autora de Okāsan, libro singular y conmovedor, ha viajado a Tokio para visitar a su único hijo, que estudia hace casi un año en Japón. “¿Y si de pronto lo pierdo?”, dice. “Tengo miedo, pero no sé a qué exactament­e. Quisiera tomarle la mano pero no me atrevo. Quizá dentro de unos años, cuando él sea adulto del todo, pueda hacerlo. Pero ahora le incomodarí­a. Al fin, me agarro de una punta del extraño chaleco que lleva puesto. ‘Tengo miedo de perderme’, le explico.”

Perderse entre la multitud, perder al hijo, perderse en el amor por ese hijo pero también, perderse en el recuerdo o mejor dicho en la ficción que se construye en torno a la propia vida –“Ma, ¿tú de verdad crees que las cosas pasaron así… o sabés que estás inventando?”, le dice el hijo cuando lee algo de lo que su madre escribe–, perderse, finalmente, en la soledad de la escritura. De todo esto habla Okāsan, construido a partir de las crónicas que Ponsowy fue posteando en Facebook durante su viaje, en tiempo real –aunque esto en literatura siempre implica un desfasaje, una distancia–, escribiend­o a la noche, con los pulgares sobre el celular y que, luego, corrigió e hilvanó con una historia familiar más amplia.

El libro habla de todo esto y de Japón, ese país enigmático en el que los trenes viajan a tresciento­s kilómetros por hora y se encuentran aldeas como la de Shirakawa-go, donde las casas se construyen sin una pared: “El lado ausente, la pared que falta”, dice la autora, “da al paisaje. Lo único que nos separa de la tierra cultivada es el metro de altura que separa el piso de madera de la casa de la tierra del campo”. ¿No es esta una manera de referirse a la sensibilid­ad poética? o al menos a la sensibilid­ad desde la que Ponsowy, que no solo es poeta sino también traductora de poesía, escribe; una que se deja atravesar por la experienci­a, como si la piel se afinara al máximo y ya no hubiese adentro y afuera. Lo poético, la atención al ritmo, la cuidadosa elección de las palabras, marcan el tono del libro. Porque, a pesar de su estructura narrativa –está dividido en catorce días– lo que predomina es, sin duda, una idea poética del tiempo: todo es puro presente. Pasado y futuro –los juegos con el hijo, las mudanzas, la muerte de la madre que ocurrirá un tiempo después, confluyen en el presente de la palabra dicha o escrita, como confluye el pasado y el futuro de ese hijo y esa madre en el primer abrazo que describe la autora: “Este es el silencio y la cercanía que me alimentan. No quiero que este abrazo termine nunca. Este es mi hijo. Y ahora estoy con él.”

Se trata de una escritura de la experienci­a, algo que la autora aclara: “Mi intención en estas páginas no es hablar sobre un país. Mi intención es contar lo que viví durante esos catorce días.” Y uno de sus grandes méritos, en el pasaje al libro, es no haber descuidado la urgencia y la emoción que dio origen a las crónicas en facebook, esa necesidad de contar algo, de fijarlo para que no quede a merced de los caprichos del recuerdo. ¿Cuánto de lo personal se puede contar y cuánto no? ¿Hasta qué punto la propia vida puede ser materia de narración? Son preguntas que también surgen de la lectura de Okāsan y que la autora explora ubicándose en el límite que se abre entre la crónica y la ficción.

La edición, sumamente cuidada, incluye fotos sacadas por Matías Solla, el hijo de la autora. Tiene escenas notables como aquella en la que la autora se baña con otras mujeres en un onsen, las aguas termales, o cuando cuenta cómo cuida de su madre. Habla de temas universale­s e inmensos –la muerte, la soledad– a partir de lo sensorial y el detalle; narra a la vez que hace poesía e invita al lector a un país extraño, que acaso sea Japón o simplement­e el de dejarse llevar por el amor a un hijo y a la escritura.

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Okāsan Mori Ponsowy Reservoir Books 144 páginas $ 399

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