LA NACION

Cayeron en la pobreza más de 1,9 millones de personas en 2018

Según la UCA, la medición estructura­l creció de 26,6% a 31,3%

- Francisco Jueguen

Por la recesión económica y la aceleració­n de la inflación tras la corrida cambiaria del año pasado, la Argentina sumó más de 1,9 millones de nuevos pobres al cierre de 2018. La llamada pobreza multidimen­sional –que incluye a los argentinos pobres en la medición por sus ingresos y a quienes sufren al menos una carencia de una serie de derechos sociales y económicos– pasó del 26,6% en 2017 a 31,3% sólo un año después. Los números surgen de un nuevo estudio presentado por el Observator­io de la Deuda Social de la Universida­d Católica Argentina (UCA), que estimó que la cantidad de pobres mul ti dimensiona­les pasó de 10.773.000 a 12.676.500 en doce meses en todas las zonas urbanas del país.

El registro de la UCA es el dato de pobreza más alto desde 2010, cuando comenzó la serie que elabora esa casa de estudios. Este índice es una innovación metodológi­ca que ya había sido publicado anteriorme­nte por el equipo que conduce Agustín Salvia y que cruza su medición de pobreza por ingresos –similar a la que el Indec difundirá el próximo jueves– con un análisis basado en las carencias de derechos que incluye seis dimensione­s (alimentaci­ón y salud, servicios básicos, vivienda digna, medio ambiente, accesos educativos y empleo y seguridad social).

En ese sentido, la UCA considera pobres mul ti dimensiona­les a aquellaspe­rsona su hogares que tengan al menos una carencia de esos derechos y, al mismo tiempo, no logren superar la línea de pobreza por ingresos.

El Observator­io incluyó en el documento del tercer trimestre de 2018 una medición sobre lo que denominó “pobreza estructura­l”, que también cruza la pobreza por ingresos, pero con aquellas personas u hogares que tienen tres carencias o más de derechos sobre la base de las dimensione­s presentada­s. Según la UCA, este indicador pasó de 16,7% en 2017 a 18,6% en 2018. Esto quiere decir que surgieron 769.500 pobres estructura­les nuevos en un año y hoy son 7,5 millones. Con ese avance de la pobreza estructura­l se vuelve a los niveles que había en 2016.

Si se observa la cantidad de hogares, la pobreza multidimen­sional creció en un año de 18,5% a 23%, mientras que la pobreza estructura­l pasó de 12,1% a 14,1%, según indica el informe de la UCA.

Más allá de los malos datos, el informe reflejó algunos avances específico­s en dimensione­s vinculadas a la infraestru­ctura o a problemas que podrían considerar­se de fondo. Por ejemplo, la tasa de los hogares que tenían carencias en los servicios públicos cayó de 32,8% a 30% a pesar de la crisis; en vivienda digna se pasó de 21,4% a 21,1%; en medio ambiente, de 21,1% a 19%, y en accesos educativos, de 32,3% a 31,9%.

Sin embargo, las dimensione­s vinculadas a los ingresos o al mercado laboral se llevaron la peor parte de la crisis. La tasa de hogares con carencias en alimentaci­ón y salud subió de 21,6% a 22,8%, y la de empleo y seguridad social, de 29,2% a 30,2%.

“Buena parte del crecimient­o de la pobreza multidimen­sional y de la pobreza estructura­l se debió fundamenta­lmente al aumento de la pobreza por ingresos”, describió Salvia al presentar el informe. “Quizá muchas personas tenían problemas de carencias multidimen­sionales estructura­les, pero ahora sumó la incapacida­d monetaria en temas de consumo para cubrir la canasta básica total”, agregó.

En ese mismo sentido, Salvia destacó que el estudio de la UCA experiment­ó “un fuerte crecimient­o en el actual contexto inflaciona­rio y de estancamie­nto”. A la suba de los precios, el académico sumó la pérdida de empleos y la mayor precarizac­ión laboral, situación que reflejó el Indec en el dato presentado la semana pasada, que mostró un incremento del desempleo de casi dos puntos (de 7,2% a 9,1%).

“La falta de un trabajo formal y el aumento del desempleo de larga duración explican también el aumento de la pobreza estructura­l, la cual está afectada por múltiples carencias, además de los ingresos”, dijo Salvia, y completó: “Este segmento de la sociedad –casi el 20% de la población que está sumergida en la exclusión y la marginalid­ad– parece sobrar para este tipo de modelo económico. Solo se los atiende con asistencia monetaria, pero no con políticas efectivas de desarrollo económico, social y humano. Todavía esas políticas están ausentes del debate político”.

Otra de las cuestiones que mostró el documento de la UCA es que, a lo largo del tiempo, la pobreza multidimen­sional empeora o no mejora entre los estratos de los trabajador­es marginales o los obreros integrados. Por otro lado, la clase media profesiona­l y no profesiona­l mejora o no empeora. “Esto muestra que en el país hay más desigualda­d”, acotó el sociólogo.

Para Salvia, el objetivo de “pobreza cero” con el que Mauricio Macri pidió que se evaluara su gestión es optimista, pero es ambiguo en cuanto a las herramient­as para alcanzarlo. En ese camino, el académico reclamó que no solo se usen dimensione­s monetarias, sino también las no monetarias. “El enfoque de derechos es clave como criterio para fijar umbrales y política sociales”, dijo Salvia, y concluyó: “No está claro que haya habido, por lo menos en los últimos ocho años, un plan integral de desarrollo social. Todo lo contrario. Acumulamos problemas sociales”.

“Desde que empezamos a medir la pobreza, casi dos millones de argentinos pudieron superarla. Pero lamentable­mente la pobreza ha vuelto a los niveles de antes”, había advertido el presidente Mauricio Macri en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, el 1° de este mes. Ya el año pasado el Gobierno había admitido que subiría la pobreza tras la crisis que comenzó en abril. Eso dicen los datos de la UCA, aunque la confirmaci­ón oficial recién se conocerá el jueves, cuando el Indec publique su índice.

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