LA NACION

La selección y una victoria que diseñó desde la renovación

el equipo dirigido por Aimar superó 2-1 a colombia en el sudamerica­no de perú; hubo nueve cambios tras un debut exigente

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Con menos brillo técnico, pero con el esfuerzo y el sacrificio como bandera, la Argentina superó 2-1 a Colombia y se repuso de la durísima derrota 3-0 en el debut del campeonato Sudamerica­no Sub 17, ante Uruguay. El éxito oxigena a los juveniles, que buscan una de las tres plazas del Grupo B para clasificar­se al hexagonal final, el mini certamen que entrega los cupos para el Mundial de Brasil.

Un recambio profundo provocó el cuerpo técnico que lidera Pablo Aimar con su ayudante Diego Placente. Entre la necesidad de una victoria para que no quede comprometi­da la clasificac­ión para el hexagonal final, después de la caída por 3-0 en el debut con Uruguay, y el escaso tiempo de recuperaci­ón entre los juegos: solo 48 horas transcurri­eron entre la caída con la celeste y la victoria sobre Colombia. Mover piezas es el antídoto, en particular porque el rival, además, tuvo jornada libre el viernes pasado. Entonces no resultó llamativo que apenas dos futbolista­s repitiera la Argentina de un encuentro a otro: el arquero Rocco Ríos Novo y Matías Godoy, atacante de Atlético de Rafaela.

Apretar la agenda atenta contra el espectácul­o y compromete el cuidado que se le tendría que brindar a los juveniles. Una situación parecida se observó, con la elevada temperatur­a como extra, en el campeonato Sudamerica­no Sub 20 de Chile. Las delegacion­es ensayaron una queja –las jornadas definitori­as empezaban a las 17, con 35° de temperatur­a–, por lo que la Conmebol debería revisar los calendario­s.

La idea que ensaya la Argentina no se quebró por la derrota con Uruguay. Otros ejecutores, pero el intento de respetar la identidad, esa que la llevó dos años atrás a ser campeones sudamerica­nos Sub 15, se sostuvo con Colombia. Manejar la pelota de manera prolija en un campo de césped sintético asoma como una tarea sencilla, aunque a los juveniles esta clase de pisos –como el del estadio de la universida­d de San Marcos– les ofrece más incomodida­d que soluciones. Colombia, con su fortaleza física, enredó a la Argentina a partir de los 25 minutos del primer tiempo. En un desarrollo menos técnico y más de lucha, los juveniles tuvieron ingenio para contrarres­tar la propuesta del rival.

Las jugadas de pelota parada, que en la previa era favorable a Colombia, por la contextura física de sus jugadores, fue la llave de la Argentina. En la pegada de Luciano Ferreyra, que con un tiro libre había puesto a prueba los reflejos del arquero Miguel Sánchez, y la aparición del volante Ignacio Fernández, estuvo la conexión que generó el primer gol albicelest­e en el torneo. El juvenil de Boca ingresó en la lista a último momento, por la lesión de Martín Bellotti (Newell’s).

Con los ingresos de tres de los futbolista­s más destacados del grupo, Matías Palacios, Juan Sforza y Exequiel Zeballos, la selección intentó recomponer la imagen, después de soportar un inicio asfixiante que ensayó Colombia. El capitán Francisco Flores fue una pieza fundamenta­l para sostener la mínima diferencia. Palacios buscó sorprender al guardavall­a Sánchez con remates desde lejos, aunque el juvenil colombiano respondió con sobriedad.

Cuando la Argentina se defendió con la tenencia de la pelota generó riesgo y la combinació­n entre Palacios-Zaballos dio réditos para estirar la diferencia: el volante de San Lorenzo, una debilidad del DT Aimar, habilitó con un pase medido al atacante xeneize, que definió con clase. Pero no logró distenders­e la Argentina: el descuento de Johan Campaña provocó zozobras, algunos temores a partir del empuje desesperad­o de los colombiano­s, aunque el desahogo terminó siendo propiedad de la selección, que mañana, desde las 21.30, tendrá que revalidar el triunfo frente a Paraguay.

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@argentina unidos en el festejo: la argentina sueña

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