Una terminal fantasma: solo un ómnibus por día
Se inauguró hace dos años para aliviar la de Retiro, pero casi no recibe servicios
“No disponemos de servicios para la fecha indicada”. “Lamentablemente, no encontramos servicios. Es probable que no existan servicios saliendo desde el origen seleccionado”. Esos son los mensajes que se repiten una y otra vez en los buscadores virtuales de pasajes de ómnibus desde y hacia la terminal Dellepiane, en el barrio de Villa Soldati. Cumplió más de dos años de inaugurada, pero es conocida como una terminal fantasma: por allí pasa apenas un micro por día.
En el ingreso al edificio no hay ni gente ni negocios, solo perros. Detrás del vidrio del centro de informes tampoco hay nadie. La terminal es un espacio de 37.212 m2 en la intersección de la autopista Dellepiane y la avenida Perito Moreno. Junto a las 47 dársenas para colectivos se enfilan asientos metálicos de chapa que llevan a un hall desde el que se alza una cúpula vidriada. La única actividad comercial del lugar es un pequeño local cerrado. En la vidriera se ven ropa, valijas y otros elementos de viaje, cuyos precios fueron actualizados en noviembre pasado, cuando se realizó la Cumbre del G-20. Al piso superior lo bordean 56 boleterías sin mostradores.
Según el gobierno porteño, el proyecto de la terminal Dellepiane se impulsó con el objetivo de “desarrollar la zona sur”. Por eso, se pensó construir una estación cabecera de ómnibus de larga distancia. Sobre por qué no funcionó, las fuentes oficiales no respondieron.
La historia de la terminal se remonta a 2012, cuando la Ciudad lanzó una licitación pública para otorgar el predio en leasing –alquiler con derecho a compra– por 18 años. En febrero de 2013, se adjudicó a Terminales Terrestres SA por $35.893.000. Finalizado ese plazo, la empresa será propietaria del inmueble. Paga un canon trimestral, cuyo monto no fue especificado por la Corporación Buenos Aires Sur, el organismo que llevó adelante el contrato.
Terminales Terrestres es una compañía vinculada a Néstor Otero, el llamado “zar de Retiro”, quien también maneja la concesión de esa terminal desde hace más de 20 años por medio de la empresa TEBA. La terminal de Retiro se caracteriza por un completo estado de deterioro.
Después de la adjudicación, el exfiscal anticorrupción Manuel Garrido y el exlegislador Rafael Gentili presentaron una denuncia en la Justicia en la que plantearon una serie de irregularidades en el contrato. La acusación expresa, en primer lugar, que “el único oferente de la licitación mencionada fue la empresa solicitante, que fue finalmente la adjudicataria de la licitación”. También, que el monto que Terminales Terrestres SA paga al Estado por el contrato de leasing es inferior al precio de mercado y finalizará el contrato en una terminal de ómnibus “totalmente privada”, por lo que el Estado ya no podrá controlarla. Según fuentes vinculadas a la causa, la denuncia fue desestimada.
La terminal se inauguró en 2017 y entonces se proyectaba que la estación tuviera un movimiento de
800 ómnibus diarios y un tránsito mensual de 700.000 personas, que “descomprimiría” la afluencia de pasajeros a Retiro. Dellepiane pareció levantar vuelo durante el G-20, cuando se dispuso trasladar allí los viajes que se hacían desde Retiro, pero esa medida solo duró los tres días de la cumbre internacional.
Según los últimos registros oficiales, durante mayo tocaron dársena en la terminal de Villa Soldati
39 servicios. Esto es un promedio apenas superior a uno por día. En abril habían sido 47; en marzo, 100; en febrero, 263, y en enero, 236.
Como se dijo, el pico más alto de ingreso de unidades se percibió durante noviembre y diciembre de
2018 a raíz del G-20, cuando llegó a 1214 y 1144 ómnibus, respectivamente. El único servicio regular registrado en este momento es un micro de la empresa Chevallier que realiza un viaje a Villa General Belgrano, provincia de Córdoba.
Explicaciones
El primer motivo que explica la paralización de la terminal es que las empresas de transporte no se trasladan allí. No lo hacen por la falta de pasajeros y porque consideran que no es accesible llegar. Gustavo Gaona, vocero de la Cámara Empresaria de Buses de Larga Distancia (Celadi), señaló a la nacion: “Esta terminal tiene serios conflictos por el lugar en el que está. No se utiliza porque no hay demanda. No hay forma de que lleguen los pasajeros. El transporte público es poco y se prometió que iba a llegar el subte, pero nunca se terminó esa obra. Entonces la única manera de llegar es en un taxi o auto particular”.
Sin embargo, la contienda es más profunda. La normativa vigente de la Comisión Nacional de Transporte (CNRT), el organismo que regula las operaciones en la terminal, estableció que el 2% de las operaciones de Retiro deberían ir a Villa Soldati. Es decir que por Dellepiane deberían pasar alrededor de 21 ómnibus diarios sobre la base de los 1055 servicios que operan a diario en Retiro, según los registros oficiales.
Esto en la práctica no se cumple, y la única solución posible sería modificar la regulación o sancionar a las empresas. Aquel cambio no está previsto porque se considera una medida meramente recaudatoria. Además, según comentaron fuentes oficiales, a partir de la reciente inauguración del Paseo del Bajo se estima que el movimiento de colectivos en Retiro será aún mayor, por lo que tampoco se prevén acciones para impulsar el tráfico en la cabecera Dellepiane.
Además, a unos 10 kilómetros de la terminal fantasma se encuentra el parador de Liniers. Por la cercanía, es su competidor directo. Allí, los pasajeros abundan. En este escenario, las empresas, fieles a la idea de ir detrás de la demanda, son más amigables con Liniers.
En Terminales Terrestres SA denuncian que Liniers funciona como una terminal clandestina y que el movimiento allí explicaría gran parte de la falta de pasajeros en Dellepiane. Sin embargo, fuentes oficiales negaron que Liniers operara como una terminal encubierta.