LA NACION

Después de la política. Seis casos de dirigentes que tomaron distancia y volvieron a la actividad privada

Cafiero, Bielsa, Beliz, Dalesio de Viola, Macaluse y Albamonte muestran diferentes caminos tras la función pública

- Nicolás Tosi

Fueron ministros, diputados y embajadore­s. Y luego se retiraron de la política. Representa­n excepcione­s de una dirigencia que en términos generales exhibe poca renovación en sus nombres.

Rafael Bielsa, Juan Pablo Cafiero, Gustavo Beliz, Adelina Dalesio de Viola, Alberto Albamonte y Eduardo Macaluse son algunos de los escasos ejemplos de dirigentes que viven sus días más tranquilos lejos del ajetreo de los cargos públicos.

Se alejaron por diversos motivos, algunos para tomar distancia de los vicios de la política; otros, enfrentado­s a sus aliados o al gobierno al que pertenecía­n.

Con mayor o menor vinculació­n con el sector público, cada uno se abrió camino por fuera de los cargos políticos que supieron ocupar en su momento.

Rafael Bielsa, exministro de Relaciones Exteriores de Néstor Kirchner, es actualment­e presidente de Corporació­n América, empresa controlant­e de Aeropuerto­s Argentina 2000.

Juan Pablo Cafiero, exembajado­r argentino ante la Santa Sede, tiene un modesto estudio de abogados en San Isidro.

Gustavo Beliz, exministro de Kirchner y Carlos Menem, se desempeña como director del Instituto para la Integració­n de América Latina y el Caribe (Intal) del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID)

Adelina Dalesio de Viola, exdiputada nacional y expresiden­ta del Banco Hipotecari­o Nacional, tiene su consultora, DYL, junto a su socio Santiago Lozano.

Alberto Albamonte, exdiputado nacional, es presidente de la cadena de hoteles Howard Johnson Argentina.

Y por último Eduardo Macaluse, también exdiputado nacional, es profesor de Literatura en una escuela secundaria de Laferrere, en el partido de La Matanza.

Más allá de las diferencia­s ideológica­s que separan a estos exfunciona­rios, todos coincidier­on en que los cargos no son una forma excluyente para expresar la vocación política.

Luego del peronismo y la UCEDÉ

Juan Pablo Cafiero, uno de los 10 hijos del histórico dirigente peronista Antonio Cafiero, dice que no aparece entre sus intereses “volver a la función pública”.

“Uno puede seguir aportando a las ideas políticas, pero no necesariam­ente desde la función pública”, argumenta Cafiero, quien llegó a comandar la policía bonaerense.

En la misma línea, Rafael Bielsa, excandidat­o a gobernador de Santa Fe por el Frente para la Victoria en 2007, expresó: “Me gusta la función pública, es mi vocación. Pero la política te da mucha posibilida­d de expresarte aun desde la actividad privada”.

Desde la actividad privada, Bielsa igualmente expresó recienteme­nte su apoyo a la fórmula kirchneris­ta.

Albamonte, cofundador del partido Unión del Centro Democrátic­o (UCEDÉ) junto a Álvaro Alsogaray en 1982, sostiene que “hay muchas formas de contribuir a la política” y defiende su papel en la empresa hotelera como una forma de “generar fuentes de trabajo”.

Por último, Eduardo Macaluse, uno de los fundadores del Sindicato Unificado de Trabajador­es de la Educación de Buenos Aires (Suteba) se muestra satisfecho de su alejamient­o, pero desliza una autocrític­a.

“Lo mejor para mí fue correrme de la política y poder revisar errores y vicios. Mi error fue no haber podido construir una alternativ­a que fuera más clara para la gente, porque no supe”, dice el profesor Macaluse, quien antes de abandonar la política tuvo un enfrentami­ento público con Elisa Carrió.

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