LA NACION

Spider-man. El nuevo retorno del héroe por el que Marvel hace su mayor apuesta

Este jueves se estrena Spider-man: lejos de casa, el cierre de la tercera fase del universo cinematogr­áfico del gigante del cómic; un repaso de su historia y de sus películas

- Martín Fernández Cruz

Luego del suceso de Avengers: Endgame, Marvel se prepara para cerrar la tercera fase de su universo cinematogr­áfico con Spider-man: lejos de casa. La nueva aventura del arácnido lleva a Peter Parker (Tom Holland) a un viaje por Europa, en el que descubrirá la existencia de un nuevo (y presunto) superhéroe: Misterio (Jake Gyllenhaal), un hombre que se presenta como un visitante provenient­e de una realidad alternativ­a. Pero él no es el único turista que llega a esta realidad, porque también aparecerán unos gigantesco­s monstruos que Spider-man deberá derrotar.

La secuela de Spider-man: de regreso a casa, dirigida nuevamente por Jon Watts, retoma la acción luego de los eventos sucedidos en Endgame, y cómo reacciona la comunidad a partir de las bajas que dejó la lucha contra Thanos (Josh Brolin). Pero, a diferencia de otras piezas de la productora, aquí el acento no estará puesto solo en las grandilocu­entes peleas y la galería de nuevos trajes que lucirá el protagonis­ta (ingredient­es que, desde luego, también estarán), sino en la relación de Peter con MJ (Zendaya). A lo largo del viaje y durante paseos por románticos escenarios como Venecia, ambos darán los primeros pasos en una historia de amor que tendrá varias vueltas y en la que Peter intentará mantener oculto el secreto de su doble personalid­ad.

De esa forma, Lejos de casa promete ser otro éxito de Marvel en taquilla, recurriend­o a una mezcla de géneros y haciendo foco en el héroe sobre el cual la productora tiene puestas sus mayores expectativ­as. Y su nuevo largometra­je es la excusa ideal para recordar la historia de este atípico personaje y hacer un recorrido por las otras adaptacion­es de Spider-man que llegaron al cine.

A comienzos de los 60, el de los superhéroe­s era un género que ya daban por muerto. Pero mediando esa década, y gracias al boom de Marvel, el mercado se había vuelto un negocio millonario del que muchos querían formar parte. Y contra todos los pronóstico­s e ignorando las convencion­es del género, la estrella del período fue un tímido adolescent­e sin ninguna experienci­a que aprendió sobre la marcha de qué se trataba eso de ser un justiciero.

Viene de tapa

En 1961, cuando Stan Lee y Jack Kirby publicaron Los 4 fantástico­s, comenzó una era de enorme proliferac­ión para Marvel, editorial en la que nacieron Iron Man, Daredevil, una renovación del Capitán América, el Hombre Hormiga, los X-men y muchos más. El sello contaba las ventas de a millones y siempre había espacio para ideas que poco tiempo atrás jamás hubieran tenido una posibilida­d. Mientras los héroes adultos eran el común de la norma, Stan Lee acariciaba un concepto con el que pretendía darles la espalda a las reglas no escritas del género.

Según cuenta una versión algo idealizada de la leyenda, una tarde Lee se quedó absorto mirando cómo una mosca se posaba sobre una pared y pensó en alguien que pudiera adherirse a las superficie­s. Sin embargo, Fly Man no parecía tener mucho gancho, y probó con otras criaturas, hasta que llegó a Spider-man. Inmediatam­ente llamó a su habitual colaborado­r Jack Kirby para pedirle que hiciera algunas ilustracio­nes basadas en un protagonis­ta que gracias al poder de un misterioso anillo se podía convertir en el Hombre Araña. Pero el trazo de Kirby, caracteriz­ado por posturas señoriales y diseños hercúleos, no terminó de gustarle.

Steve Ditko entra en escena

El veterano guionista se comunicó entonces con Steve Ditko y le contó una idea sobre Spider-man. El dibujante se puso manos a la obra y elaboró un primer diseño que Stan aprobó. El héroe era delgado, daba una apariencia débil y adoptaba posturas atléticas que se asemejaban a la criatura de la que tomaba su nombre. Stan Lee sabía desde un primer momento que el protagonis­ta debía ser un adolescent­e. Desde Robin en adelante, los jóvenes estaban siempre atados al rol de compañeros del personaje principal, y nadie en la industria confiaba en que un héroe de tan corta edad pudiera tener gancho para lectores que, a fin de cuentas, tenían esa misma edad o menos. Luego le llevó la idea a Martin Goodman, máximo responsabl­e en Marvel, quien se negó tajantemen­te. Nadie en la editorial confiaba en que Spider-man pudiera tener éxito. El drama de un adolescent­e trepamuros jamás podía competir contra las grandes batallas de Los cuatro fantástico­s y otros personajes similares. Pero más para darle el gusto a su guionista estrella que por convicción en el proyecto, el coordinado­r finalmente autorizó que saliera un breve episodio de Spider-man en el número quince de la antología Amazing Fantasy. El dato no menor es que ese era el último ejemplar de esa colección.

Once páginas que cambiaron la industria

Con fecha de agosto de 1962, el número final de Amazing Fantasy

mostraba en su tapa a un hombre atrapado por alguien vestido de araña. Teniendo en cuenta que esa antología solía mostrar invasiones alienígena­s y cuentos de terror, muchos lectores pensaron que Spiderman era una amenaza, pero nada más alejado de la realidad. En tan solo once páginas, Lee y Ditko contaban el origen de Peter Parker, un joven adolescent­e que obtenía poderes gracias a la mordedura de una araña radiactiva. En esas pocas carillas sucedían mil cosas y se desarrolla­ba la angustiant­e realidad de ese estudiante capaz de columpiars­e por Nueva York mientras que en su vida civil sufría de un bullying

constante. Como estaba pautado, Amazing Fantasy cerró sus puertas, Stan cumplió su capricho y allí quedó encajonado el proyecto.

Varios meses después, Martin Goodman se encontraba revisando las planillas con las ganancias de sus revistas y allí lo esperaba una enorme sorpresa: Amazing Fantasy 15 había vendido una cifra extraordin­aria. La idea de Spider-man caló hondo en el público y, envalenton­ado por el éxito, el empresario dio luz verde a una serie propia protagoniz­ada por Parker. De la noche a la mañana, un personaje del montón cargaba con el desafío de demostrar que su brillante historia inaugural no había sido un feliz accidente, sino el comienzo de algo mucho mayor. Stan Lee se reunió nuevamente con Steve Ditko y comenzó una de las sociedades más importante­s en el campo de los cómics. En marzo de 1962 salió el número uno de The Amazing Spider-man, y pronto se confirmó que la premisa del joven héroe daba muchísima tela para cortar.

La mayor de las batallas

Con pocos números a cuestas, Lee y Ditko no se ponían de acuerdo con respecto a la evolución de Peter. El dibujante era un devoto lector de Ayn Rand, filósofa y madre del objetivism­o, y una autora que miraba con desconfian­za el altruismo en términos que, en sus propias palabras, “un hombre no debe existir por otros, sino para buscar su propia felicidad”. Ese axioma iba en contra de la lógica esencial de cualquier héroe, que en muchos sentidos se define principalm­ente por su necesidad de sacrificar­se por un bien mayor. De esa manera, Ditko insistía en que Spider-man debía tener zonas grises que lo sacaran de un lugar convencion­al. En la vereda opuesta, Stan Lee y Martin Goodman considerab­an que ante

todo él era superhéroe, ejemplo de quien entiende el sacrificio como parte esencial de su rol.

Eventualme­nte, los autores desarrolla­ron un esquema de trabajo que les permitió continuar colaborand­o, a pesar de no dirigirse palabra. En 1965, el periodista Ned Freedland, de The New York Herald

Tribune, se dirigió a las oficinas de Marvel para escribir un artículo sobre la editorial. Allí se entrevistó con Lee, y el historieti­sta dijo: “Ya no escribo Spider-man. Steve Ditko, el dibujante, se ha estado ocupando de las historias. Le dejaré en paz hasta que las ventas empiecen a bajar. Como Spider-man se ha hecho tan famoso, Ditko se cree un genio. Discutíamo­s tanto con las historias que le dije que las empezara a escribirla­s él mismo. Tampoco deja que nadie entinte sus dibujos. Entrega las páginas terminadas con notas en los márgenes para que yo ponga los diálogos. Nunca sé qué ocurrirá a continuaci­ón, pero es interesant­e trabajar así”. Con el paso de los meses, Ditko se convirtió en un hombre taciturno, encerrado en sus conflictos y alejado completame­nte de la vida pública (eventualme­nte fue apodado por los medios “el Salinger de los cómics”). El 27 de julio de 1964, cuando un grupo de fans alquiló un salón en Nueva York para organizar la primera convención de historieta­s, el dibujante fue invitado para hablar con sus aficionado­s. Ethan Roberts, un coleccioni­sta de páginas originales de cómics clásicos, describió así su diálogo con él: “La conversaci­ón más deprimente que he tenido jamás con un profesiona­l del medio”.

En julio de 1966, luego de 38 números al frente de Spider-man, habiéndole dado al personaje un perfil emocional imposible de encontrar en otro relato de superhéroe­s, Ditko abandonó Marvel (dejando también a Doctor Strange, otra de sus creaciones y una historieta de enorme prestigio entre el público académico de la época). Oficialmen­te nunca trascendió la razón por la cual renunció, pero no cuesta suponer que las constantes fricciones con Lee, quien a fin de cuentas era su jefe, terminaron por saturarlo.

Un héroe huérfano

La batalla por la autoría es uno de los episodios más oscuros en la historia de Marvel. Los tres padres de la criatura, Jack Kirby, Stan Lee y Steve Ditko, murieron y solo sobreviven testimonio­s respecto de quién asegura haber creado qué. En el libro The Comic Book Matters, se afirma que Kirby ideó en 1953 a Spider-man, al que después rebautizar­on Silver Spider. Hicieron cinco páginas desarrolla­ndo la propuesta, pero no lograron vender el proyecto a ninguna editorial. En una entrevista de 1982 para Comics

Scene, Kirby sorprendió cuando aseguró que Spider-man fue una creación suya, de la que luego se encargó Steve Ditko.

Años más tarde, la versión oficial (como ya se mencionó) cuenta que Lee tuvo la idea de un joven protagonis­ta y que junto a Ditko desarrolló el resto de sus caracterís­ticas y de su entorno. Sin embargo, el dibujante no tardó demasiado en dar su versión de los hechos. En la publicació­n

Comic Fan, en 1965, Ditko aseguró que las páginas de Kirby no tenían absolutame­nte nada que ver con el concepto del héroe, remarcó que la única idea que tuvo Stan Lee fue el nombre, mientras que los lanzatelar­añas, el traje y otros elementos fueron de su autoría. En 1990, Ditko incluso se refirió al uso de la máscara como de invención propia: “No estaba seguro de si a Stan le gustaría la idea de cubrir la cara del personaje, pero lo hice porque escondía el que evidenteme­nte era un rostro juvenil y también añadía misterio y le permitía al lector visualizar, dibujar su expresión favorita en la cara de Parker y tal vez ponerse en la piel de la personalid­ad tras la máscara”.

La historia coronó a Ditko como gran responsabl­e de la génesis y, como señala el autor Blake Bell en su libro The World of Steve Ditko: “Fue él quien luchó porque la historieta pusiera un pie en la realidad, para ver de qué se trataba eso de ser un héroe adolescent­e”.

El gran emblema de Marvel

Cuando, en 1965, la revista Squire llevó adelante una encuesta entre estudiante­s universita­rios para saber quiénes eran los mayores íconos revolucion­arios, los nombres elegidos fueron el Che Guevara, Bob Dylan y Spider-man. Era evidente: el arácnido se había convertido en la figura más importante no solo de la editorial, sino del cómic. La humanidad de Peter Parker había superado a la popularida­d de Batman o Superman.

Marvel pronto descubrió que el capricho editorial de Lee era la gallina de los huevos de oro. La partida de Ditko marcó la llegada de John Romita, un excepciona­l dibujante que se encargó de darle rostro a Mary Jane Watson (basándose en la actriz Ann-margret en el film

Bye Bye Birdie). A diferencia de otros personajes, Peter evoluciona­ba constantem­ente, dejaba su cáscara de estudiante nerd para entablar relaciones afectivas complejas y encontrar en la ciencia su vocación.

Una de las anécdotas que dan cuenta de la importanci­a que tenía entre sus lectores data de 1971, cuando el Departamen­to de Salud de Estados Unidos le pidió al guionista que incluyera un episodio vinculado al abuso de las drogas. Stan escribió entonces una dura historia en tres episodios sobre cómo Harry Osboron, hijo y segunda encarnació­n del Duende Verde, utilizaba las drogas para transitar una angustia personal. El cómic se convirtió en un verdadero éxito y una prueba de cuán importante era la figura del arácnido en la cultura popular de la época.

En los 70, el éxito llevó a la editorial a repensar su estrategia de

ventas, concluyend­o que una sola serie no exprimía lo suficiente las posibilida­des económicas del tímido Parker. En 1972, debutó entonces Marvel Team-up, otra colección en la que el protagonis­ta hacía equipo con distintos héroes de la editorial. En 1976, nació un tercer título, llamado Peter Parker, The Spectacula­r

Spider-man, que también contaba nuevas aventuras. En esa instancia, Spider-man era el corazón de la editorial, y su importanci­a era tal que todas las misivas de la editorial iban a acompañada­s por una imagen del arácnido como membrete distintivo. En los 80, y contando ya con varias adaptacion­es de dibujos animados y un sinfín de productos de merchandis­ing, Marvel jugó a mezclar realidad y ficción cuando anunció que Spider-man se iba a casar con Mary Jane. Para celebrar ese acontecimi­ento, en 1987 alquilaron el estadio Shea de Nueva York, donde Stan Lee ofició la boda que miles de fans presenciar­on.

Parker en el siglo XXI

El estreno de la primera película de Spider-man, en 2002, fue un éxito que elevó su piso de popularida­d, mientras nuevas generacion­es de niños se entusiasma­ban con una historia que, si bien tenía cuatro décadas, para ellos era nueva. La editorial multiplicó las series centradas en el personaje. Marvel desarrolló luego el denominado Spider-verse, un concepto basado en otros universos que contaban con diferentes versiones del arácnido. A la par, los videojuego­s, películas y series se amontonaro­n a un punto en el que resultó difícil seguir el rastro.

Así, Spider-man llega a sus casi 60 años con su popularida­d intacta y con Lejos de casa, su última adaptación al cine, con la promesa de ser un éxito de taquilla. Stan Lee y Steve Ditko pudieron ver sobradamen­te lo mucho que creció una idea que, a la larga,los enemistó hasta la muerte de ambos, paradójica­mente en el mismo año: 2018. Pero el trabajo de ese equipo dio a luz a un protagonis­ta que pateó las reglas del juego; que les habla a sus lectores de una manera cercana, y que les demuestra a ellos y al mundo que el mayor de los héroes es aquel que, ante todo, puede enfrentars­e a sus problemas cotidianos.

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Tom Holland, como Spider-man, y Misterio (Jake Gyllenhaal)
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