LA NACION

Una obra que demoró diez años

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El primer intendente municipal de la ciudad de Buenos Aires, don Torcuato de Alvear, quien asumió en 1883 y finalizó su gestión en 1887, encargó la demolición de la Recova Vieja, aquella “galería comercial” de la época, que dividía en dos plazas a la actual Plaza de Mayo. Proyectó una avenida, a la manera de las que se habían realizado en la París del Segundo Imperio y de Napoleón III.

El Congreso nacional sancionó en 1884 la ley N° 1583, que autorizaba la apertura de una avenida cuyo recorrido de diez cuadras se extendería desde la Plaza de Mayo hasta la Plaza del Congreso, cortando por el medio las manzanas comprendid­as entre las calles Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) y Rivadavia. Los pleitos y las situacione­s enojosas que provocó la gran novedad demoraron su realizació­n, no permitiend­o que don Torcuato pudiera personalme­nte dar por iniciados los trabajos de “su” avenida.

Fue inicialmen­te pensada en 35 metros de ancho, pero la necesidad de expropiar los terrenos que esta ocuparía demandaron la pericia técnica del arquitecto Juan Antonio Buschiazzo para conciliar la especulaci­ón con las medidas límite para preservar la escala del emprendimi­ento: quedó en 32 metros. Luego de sortear varios impediment­os, la Avenida de Mayo fue inaugurada el 9 de julio de 1894. Era intendente municipal Federico Pinedo –bisabuelo del senador fe deric opine do–yp residente de la Nación, LuisSáenz Peña. Con sus iniciales “adoquines” de madera, se transformó en un eje simbólico del poder político que tuvo en Buschiazzo al artista que supo darle la elegancia, el equilibrio y la escala que la singulariz­an.

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