LA NACION

Los que se destacaron y los que dejaron materias pendientes en el selecciona­do argentino; Messi quedó a mitad de camino

- Claudio Mauri

Messi es una voz autorizada. Respeto mucho al jugador y a la persona, pero eso no significa que comparta sí o sí sus dichos. No me gusta que se vincule a Sudamérica con corrupción. Hay que tener pruebas”.

No falla Brasil cuando organiza la Copa América. La recibió cinco veces en su territorio y se quedó siempre con el título. Desde el primero, en 1919, pasando por los de 1922, 1949 y 1989, hasta llegar a este que celebró en un Maracaná repleto, una postal que escaseó en una competenci­a que ya es historia, que será recordada por más sombras que luces y no pocas controvers­ias. Los estadios no estuvieron llenos, el estado de los campos fue irregular, el VAR se le escapó de las manos a sus responsabl­es, varios arbitrajes fueron cuestionad­os y el desarrollo de la competenci­a no dejó grandes figuras.

Como anfitrión, para Brasil todo eso pasó a un segundo plano porque se reivindicó como potencia. Ningún país ganó tantos trofeos internacio­nales: 5 mundiales, 4 copas de las Confederac­iones y 9 copas América para un total de 19.

No extrañó al lesionado Neymar. Quizá sí su magia para adornar un estilo que no le hace mucho lugar al jogo bonito, pero igual este Brasil granítico e incisivo respondió a su condición de candidato que se le asignó desde el comienzo. Hizo suya la final con triunfo por 3 a 1 sobre el meritorio Perú de Ricardo Gareca. Fue la novena Copa América –no la obtenía desde 2007, cuando batió a la Argentina en Venezuela– para Brasil, que en el historial recorta la diferencia con Uruguay (15 títulos) y la Argentina (14).

Como contra el equipo de Lionel Scaloni, Brasil empezó a quebrar a Perú por las bandas, con un desequilib­rio individual que tuvo definición frente al arco. Gabriel Jesús, un centro-delantero por naturaleza, se sacrificó en esta copa al ocupar la franja derecha y dejarle el centro del ataque a Firmino. Apoyado en su técnica individual, Jesús controló con el pecho un pelotazo y a partir de ahí mareó a Trauco con una pisada y un enganche para sacar el centro que remató de primera Everton, el delantero que desde hace varios partidos cubrió el hueco de Neymar. Iban 15 minutos y era el primer tiro al arco de Brasil, que suele manejarse con más pragmatism­o que preciosism­o.

El Perú de Gareca es competitiv­o e inteligent­e para aprender de los errores. Brasil lo había vapuleado en la etapa de grupos con un 5-0, resultado que puso en riesgo la clasificac­ión a cuartos y que le costó algunas críticas fuertes al técnico argentino de parte de la prensa peruana, que llegó a tildar de “vergüenza” el planteo.

Sin desgastars­e en polémicas, Gareca levantó a su equipo, como para demostrar que aquello había sido un accidente y no una evidencia de una decadencia. Con la misma convicción que Perú llegó a un Mundial después de 36 años, al golear a Chile avanzó a una final de la Copa América por primera vez en 44 años. “Perú ya no es una revelación. Hay futbolista­s con largo recorrido. Estábamos convencido­s de que podíamos ganar la final, pero Brasil fue un justo campeón”, expresó Gareca.

Más compacto y solidario para compensar la mayor riqueza individual de Brasil, Perú planteó oposición, no se dejó llevar por delante. Le costaba llegar, como a casi todos los rivales de este Brasil que no había recibido goles. Hasta que Thiago Silva cometió un penal al tocar la pelota con un brazo extendido. Tobar lo sancionó en primera instancia, pero por indicación de la sala del VAR fue a corroborar­lo al monitor que está a un costado de la cancha. Con clase y serenidad lo convirtió Paolo Guerrero, en su partido 100 con la camiseta nacional. Así, tras 888 minutos, cayó el invicto por todas las competenci­as de Alisson. Fue el 14° tanto de Guerrero –tercero en esta Copa América– en su historial en la competenci­a, de la que es el máximo goleador activo, con tres menos que los 17 de Zizinho y “Tucho” Méndez.

Respondió enseguida Brasil con el gol de Gabriel Jesús. Fue tenso el segundo tiempo. Brasil intentó ampliar la diferencia y Perú luchó sin resignarse. El árbitro chileno Tobar expulsó a 20 minutos del final a Gabriel Jesús por doble amonestaci­ón. Desencajad­o, el delantero de Manchester City se fue haciendo señas de que había sido un robo y se quedó llorando en la escalera del vestuario.

Tite hizo una variante para tener más la pelota (Richarliso­n por Firmino) y otra para sumar capacidad de recuperaci­ón (el defensor Militao por Coutinho). “Los cambios de Brasil plancharon el partido”, reconoció Gareca.

La tranquilid­ad definitiva para Brasil llegó con el penal sobre Everton de Zambrano, que lo obstruyó con el hombro cuando avanzaba. Como en el penal para Perú, Tobar fue al monitor del VAR a ratificar su decisión.

Fue 3-1 y título para Brasil, que con Tite tiene una altísima eficacia: de 42 partidos, ganó 33, empató 7 y perdió solo dos, con una productivi­dad que roza el 85 por ciento. A un año de la decepción ante Bélgica en los cuartos de final del Mundial, Brasil se hizo fuerte en su casa para volver a reinar en el continente.

Lo considero un muchacho muy centrado, pero no podemos enfocarnos en que todo es corrupción”.

Quisiéramo­s parecernos a Europa. Nuestros hijos saben más del fútbol europeo que del que se ve aquí, pero no todo lo de allá es lo mejor”. ricardo Gareca DT DE PERÚ

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 ?? H. romero / reuters ?? Richarliso­n se saca la camiseta y festeja su gol de penal, que le dio a Brasil la tranquilid­ad del 3 a 1 sobre el final
H. romero / reuters Richarliso­n se saca la camiseta y festeja su gol de penal, que le dio a Brasil la tranquilid­ad del 3 a 1 sobre el final
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