LA NACION

De no mirar tenis a convertirs­e en el cerebro detrás de Pella

- Texto Sebastián Torok

LONDRES.– José Acasuso (20° del rankingmun­dial en 2006; tres títulos ATP; finalista de Copa Davis en 2006 y 2008) disputó su último partido profesiona­l en la 1ª ronda de la clasificac­ión de Roland Garros 2011. Entre aquella derrota frente al italiano Alessio Di Mauro y el anuncio oficial de su retiro pasaron unos nueve meses. “Mi último año y medio como jugador fue duro por las lesiones de la rodilla izquierda y la cadera derecha. En el torneo previo a ese Roland Garros, jugué un challenger en Roma, gané un partido durísimo por 7-5 en el tercer set contra un holandés (Thomas Schoorel) y me levanté al otro día y no podía caminar. Tenía que jugar por cuartos con Eduardo Schwank. Ahí me di cuenta de que el físico no me respondía más. Nada iba a cambiar, pero no me apresuré por miedo a arrepentir­me”, le cuenta el exjugador misionero a la nacion.

Después de esa etapa, hizo tareas sociales en su provincia, se sumó a una empresa que –en su momento– manejaba la comerciali­zación de la Asociación Argentina de Tenis y en mayo de 2018 integró, como vocal, la lista que ganó las elecciones presidenci­ales en la AAT. Sin embargo, a mediados del año pasado le propusiero­n sumarse, poco a poco, en el equipo de Guido Pella, quien tenía a Gustavo Marcaccio como coach, una relación profesiona­l que se consumió en septiembre y Acasuso asumió como entrenador del bahiense.

Chucho no quiere detenerse únicamente

en los resultados y valorar el proceso, pero hay datos irrefutabl­es: este año, Pella ganó su primer ATP (San Pablo), llegó a su mejor posición histórica (21º) y alcanzó los primeros cuartos de final en un Masters 1000 (Montecarlo) y, esta semana mágica, en un Grand Slam (Wimbledon). Frase a frase, los sentimient­os del coach principal de Pella:

“Es muy lindo ser entrenador, sentís una adrenalina que trabajando en una empresa no la conseguís. Me pongo mucho más nervioso que cuando jugaba yo. Cuando las cosas no dependen de uno te genera ese estado. Me pongo nervioso también porque me pongo a pensar en todo el esfuerzo que hace el jugador, todo lo que invierte, las horas de entrenamie­nto y también quiero que le vaya bien por eso, para que sienta que ese esfuerzo tiene su recompensa. Cuando me vinieron a buscar para ser entrenador de Guido, dije: ‘Bueno, voy a probar’. La realidad es que durante años estuve afuera y poco a poco empecé a ver tenis de nuevo, es como que me amigué con el tenis. Si me daba cuenta de que no me gustaba, lo dejaba. Pero si me gustaba, quería darme la oportunida­d”.

“¿Cómo me defino como entrenador? Como alguien tranquilo, que trata de llevarle calma al jugador y estoy convencido de que el mejor entrenador es el que sabe llegarle al jugador y adaptarse a cada momento para sacarle el mayor jugo posible. Vos podés saber muchísimo de tenis, pero si no le llegás al jugador… Guido, en algunos aspectos es parecido a mí, en otros no tanto, pero trato de llegarle, que esté feliz adentro y afuera de la cancha. Él se convenció de que podía mejorar, sobre todo en la parte mental”.

“Era todo un desafío entrenar a Guido, porque es un jugador grande y con experienci­a. Él era negativo y tenía un tema muy pendiente que era ganar un título ATP. Después de perder la final de Córdoba, que era la cuarta final y la primera en la que era favorito, fue duro. Él no quería jugar el ATP de Buenos Aires, quería ir a borrarse, estaba con bronca. Y lo único que le dije fue que la mejor manera de que se le pasara esa fea sensación estaba dentro de la cancha y buscando una revancha. A los pocos días ganó el título en San Pablo”.

“¿Si para Guido perder el ATP de Córdoba fue comparable para mí con la final de la Davis en Mar del Plata? No, porque él tenía una obsesión, algo muy adentro con el tema del primer título. A mí obviamente me dolió perder la Davis, pero cuando dejás todo en la cancha y perdés, te vas tranquilo”.

“Estar con Guido pone un paréntesis en mi función de dirigente de la AAT. Viajando se me hace difícil estar en el día a día de los temas. Estoy viajando más semanas de las que tenía previstas. Sumamos al equipo a Kevin (Konfederak), que estuvo con Guido en los torneos de polvo en Europa y yo iba a viajar 12 semanas, pero voy a terminar viajando 17”.

“En Wimbledon perdí seis primeras ruedas. Pero me gustaba. El tema es que antes no había tanta preparació­n. Cuatro o cinco años ni vine y me quedaba en Buenos Aires haciendo la minipretem­porada para la segunda parte del año. Antes, el pasto era mucho más rápido, había más jugadores especialis­tas. Obviamente me gustaba y te ibas un poco frustrado cuando perdías”.

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