LA NACION

en primera persona: los cambios que implementa­ron empresas tradiciona­les para adaptarse

La fórmula de la industria automotriz, el agro y el sector de la salud para adecuarse a las nuevas tendencias, aunque a veces implique cambiar el core del negocio

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Innovar no solo implica cambiar la manera de pensar, estructura­r y organizar el trabajo. Tampoco se trata de lanzar nuevos productos. Para muchas industrias ligadas a sectores tradiciona­les, como el automotor, el agro o el de la salud, innovar implica cambiar directamen­te el core del negocio.

En un panel moderado por Carla Quiroga, periodista de la nacion, Carlos Galmarini, director de Asuntos Públicos y Comunicaci­ones de Ford Argentina; Nicolás Loria, líder de Marketing Digital para la Región Cono Sur de Corteva Agriscienc­e, y Álvaro Hidalgo, presidente de la Fundación Weber, hablaron de los cambios que están viviendo y de lo que se viene para cada industria.

“Desde Ford estamos trabajando fuerte para ser parte del nuevo negocio de la movilidad”, confirmó Galmarini, quien reconoció que la industria automotriz está atravesand­o un proceso de cambio que “no ocurría hace cien años” y cuyo progreso está directamen­te amenazado por problemas como el congestion­amiento, que obliga a pensar en sistemas de transporte más inteligent­es o la necesidad de preservar el medio ambiente. “El avance de las tecnología­s como big data o la inteligenc­ia

artificial están creando un automóvil con una funcionali­dad distinta a la que tiene hoy”, definió el ejecutivo, y aclaró que si bien en un momento el auto “servía para moverse de un punto A a uno B”, en un futuro no muy lejano funcionará de manera orgánica con el resto del ecosistema de transporte.

“No vamos a tener un mundo con muchos más autos, pero no sé si va a haber menos. No hay que generaliza­r lo que pasa en las grandes ciudades, que es muy distinto de lo que sucede en zonas del interior”, aclaró, y continuó: “En las grandes ciudades ya se dan fenómenos como el

carpooling o el carsharing y la última milla ya no depende del auto. Vamos a un mundo con un sistema de transporte integrado e inteligent­e entre lo privado y lo público y tenemos las tecnología­s disponible­s para eso”.

Galmarini dijo que innovar es “buscar soluciones con propósitos que atiendan las necesidade­s y gustos del cliente; y encontrar soluciones nuevas a sus nuevas necesidade­s”. En este sentido, definió al auto del futuro como un vehículo conectado con todo. “A través de la nube estará conectado a otros autos, a la estructura pública y hasta a la casa inteligent­e”, definió, y contó que Ford se encuentra desarrolla­ndo protocolos de comunicaci­ón que no necesitan de datos para conectar autos con dispositiv­os. “El auto va a ser una gran plataforma de servicios compartido­s”, confirmó.

El mundo del agro también se enfrenta a transforma­ciones constantes. “Estamos frente a un cambio de paradigma: mientras grandes compañías le hablaban al productor, nosotros nos proponemos tener esta conversaci­ón con el consumidor”, explicó Loria –de Corteva–, quien dijo que la clave está en poner al consumidor en el centro. “Lo que cambió es que nosotros ya no le preguntamo­s qué quiere, sino que te lo dicen directamen­te. Hay una conversaci­ón permanente”, definió.

Loria aclaró que el campo argentino y, por defecto, sus productore­s están posicionad­os a nivel global como una de las industrias más competitiv­as. “Le venden al mercado chino y al europeo, por lo que el productor necesita ser eficiente y, para eso, debe innovar”, aseguró el ejecutivo.

Por eso, uno de los desafíos está en el desarrollo de infraestru­ctura que permita la conexión y el buen flujo de datos que habiliten un campo digitaliza­do. “Necesitamo­s capacidad de conexión inmediata y compartir sistemas. El desafío que viene es el de la colaboraci­ón entre empresas. Hay un camino para recorrer en la digitaliza­ción del agro, pero el avance es inmediato. Es una cuestión de tiempo”, explicó, y detalló que desde Corteva ven al productor como un ejecutor: “En el campo se toman muchas decisiones. Comprar, vender, financiar, entender qué sembrar, qué no, cuándo… Por ejemplo, las plataforma­s de streaming clásicas tratan de dar una mirada y un servicio integral para que en un solo lugar se acceda a todo. Nosotros buscamos dar la misma mirada porque vemos al productor como alguien que ejecuta distintas decisiones”, ejemplific­ó y dijo que la innovación no es solo creativida­d ni una buena idea. “Es ejecución, es hechos, es algo concreto”, aseguró.

Álvaro Hidalgo es el actual presidente de la Fundación Weber, institució­n que promueve la innovación en el sector de la salud. “Lo que hacemos es valorar innovación farmacéuti­ca y sanitaria desde el punto de vista holístico. Es decir, desde la inversión y lo que aporta valor a la sociedad”, explicó.

Este sector es uno de los que más crecieron en los últimos años. “Tenemos inmunotera­pia que permite cronificar enfermedad­es, como la leucemia o el melanoma, y también vamos hacia una medicina personaliz­ada que nos permita ver qué mutación afecta a cada paciente”, describió Hidalgo. Además, mencionó como ejemplo el desarrollo de las terapias CART y explicó: “Hay enfermedad­es raras que afectan a niños y jóvenes con esperanza de vida menor de 12 meses. Con estas terapias se les extrae sangre y, en el caso de España, se envían a analizar a Estados Unidos y Suiza –gracias a procesos de crioconser­vación–, donde se realiza un tratamient­o sobre esa sangre, que luego vuelve y se transfunde al paciente, al que se le extiende la calidad de vida de 10 a 15 años. Esto impacta en la gente que puede volver a trabajar, producir y vivir”.

A largo plazo, Hidalgo reconoció que el objetivo debería ser no solo cronificar, como se pudo lograr con enfermedad­es como el VIH, sino curar, como sucedió con la hepatitis C, enfermedad cuyo porcentaje de curación se ubicaba en torno al 35% y hoy estas tasas ya son del 95%.

El especialis­ta aseguró que la industria farmacéuti­ca también está avanzando para “que haya un medicament­o a medida para cada persona”. Para esto, indicó que es importante generar y democratiz­ar el acceso a “tests genéticos” para identifica­r qué es lo que afecta a cada persona. “Esto representa un doble desafío: crear medicament­os nuevos y sistemas capaces de identifica­r mutaciones y adaptar las terapias a cada paciente”, definió, y cerró: “El capital humano dependen de dos cosas: la educación y la salud. Si no tienes gente sana no vas a poder tener producción. Invertir en salud significa retorno social y generación de riqueza”.

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Carlos Galmarini (Ford), Carla Quiroga (la nacion), Álvaro Hidalgo (Fundación Weber) y Nicolás Loria (Corteva Agriscienc­e)

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