LA NACION

Villa Lugano sumó un parque y un ministerio

Los vecinos festejaron la recuperaci­ón del predio que ocupaba el Elefante Blanco, donde por décadas reinó el abandono; ahora aloja una plaza y la cartera de Desarrollo Humano

- Valeria Musse

Hace algunos meses que ya no quedan restos del imponente esqueleto de material que acechaba, con su completo estado de abandono, al barrio de Villa Lugano. “Era feo asomarse y ver esa mole sucia, muy insegura, llena de ratas”, recordó María López desde la puerta de su vivienda. El Elefante Blanco ensombrecí­a su hogar. Le quitaba luz solar. Hoy mira hacia esa misma manzana y se encuentra con otro paisaje, totalmente distinto del que solía ver, con más vida y color.

Justo enfrente hay una plaza, y del lado de la avenida Piedrabuen­a al 3200 se asoma otro edificio, aunque más moderno “y en mejores condicione­s”, bromeó la mujer. Se trata de la nueva sede del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño, que, junto al parque público, fue inaugurado ayer en un extremo de la villa 15.

“Estoy muy feliz de que mis hijos y mis tres nietos –mellizos de cuatro años y un niño de ocho– puedan disfrutar de la plaza. Antes, teníamos que caminar como 10 cuadras para llegar a otro lugar. Acá, en Ciudad Oculta, no tenemos mucho verde”, dijo López, que espera que la gente sepa cuidar del nuevo espacio. Mientras ella hablaba, se ultimaban los detalles para la apertura de la plaza al público.

Horas después, la manzana donde estaba el Elefante Blanco se transformó en escenario de un espectácul­o artístico. Con un show que fusionó diferentes estilos musicales, entrecruza­dos con diversas disciplina­s urbanas y acróbatas de danza aérea, el predio quedó oficialmen­te habilitado.

Más de 60 músicos de la escuela de percusión con señas del programa Arte en Barrios de Loma Alegre, Zavaleta y Rodrigo Bueno tocaron junto al grupo GPS y alumnos del Centro de Estudios de Ritmo y Percusión con Señas (Cerps). Patricia Sosa y Miranda brindaron un recital.

Sobraban motivos en Villa Lugano para festejar. Durante décadas, la estructura fantasmal del Elefante Blanco –empezado a construir en la década de 1930 para frenar una epidemia de tuberculos­is, pero luego abandonado tras el golpe de Estado de 1955– permaneció usurpada y un centenar de familias sobrevivie­ron en su interior, entre ratas y basura. También en su entorno creció un asentamien­to, conocido como Manzana 27 bis, con condicione­s de vida insalubres.

Luego de un largo conflicto judicial y del desalojo de los vecinos, la mole de cemento fue demolida. A la par, empezó a crecer la nueva sede del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat.

El flamante edificio tiene 21.000 m2 distribuid­os en tres pisos, planta baja y terraza verde. Cuenta con auditorio, oficinas de atención al público, un comedor, una sucursal del Banco Ciudad y un espacio de estacionam­iento para 102 rodados. La semana pasada se mudaron algunos de los empleados a los pisos superiores. Con el correr de los días, sumarán 1138 los trabajador­es estatales trasladado­s.

“Tiramos abajo el Elefante Blanco, un símbolo de años de desidia, y mudamos el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat al barrio 15, cerca de la gente que más lo necesita. Con esta obra llevamos más seguridad al barrio, que además tiene un nuevo espacio verde”, indicó Franco Moccia, ministro de Desarrollo Urbano y Transporte porteño.

Junto con la nueva edificació­n, y en el preciso lugar en el que se encontraba el viejo Elefante Blanco, se creó un parque de 12.100 m2, que cuenta con un anfiteatro, juegos inclusivos y de agua para niños, sector de patinaje, cancha multidepor­te, postas aeróbicas y un área de descanso con mobiliario urbano. El diseño se realizó junto a los vecinos del barrio y contempló nuevas veredas e iluminació­n led, además de la puesta en valor de las calles De la Rosa, Hubac, Cañada de Gómez y Timoteo Gordillo. Visto desde arriba, el perfil del parque recuerda al de la mole que ya no está.

“Por suerte, el barrio está cambiando para bien. Nos dará también más posibilida­des de trabajar”, dijo Nidia Meza. Apenas si levantaba la cabeza: estaba concentrad­a cortando carne en trozos para asar y vender durante el acto inaugural. Son muchos los vecinos de la zona que, como ella, vieron la oportunida­d de llevar adelante un negocio y tener un ingreso.

Detrás de Meza, Gabriela Giménez corría de un lado a otro. Preparaba los utensilios. “La manzana quedó buenísima, pero faltó contención cuando se hizo la mudanza de las familias que vivíamos pegadas al Elefante”, sostuvo. Giménez está agradecida a sus vecinas: volvía al barrio tras mudarse a González Catán, en La Matanza, con el dinero que le dieron desde la Ciudad. “Fue duro el desarraigo”, contó.

Como parte del proceso de participac­ión, los vecinos además propusiero­n tres nombres para la nueva plaza. Del 3 al 10 de julio, a través de internet y las redes sociales, más de 4500 personas votaron entre esas opciones. La opción ganadora fue Parque Elefante Blanco, con 2219 votos. Esta denominaci­ón será presentada a la Legislatur­a porteña para su ratificaci­ón.

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Fabián marelli El nuevo Parque Elefante Blanco y, detrás, el edificio oficial
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