LA NACION

El ADN, un aliado contra el crimen

- Martín Etchegoyen Lynch

Nuestro país posee una de las legislacio­nes más débiles de la región en cuanto a las posibilida­des de la utilizació­n de las bases de ADN para prevenir y combatir el crimen. Nuestra ley 26.879, sancionada en 2013, posibilita la extracción de ADN para integrar un registro de criminales sexuales solo cuando la sentencia condenator­ia en contra del abusador sexual se encuentre firme.

Esto hace que el resultado de los esfuerzos investigat­ivos en este tipo de delitos y en otros sea prácticame­nte nulo. En primer lugar, porque al circunscri­bir la base de datos solamente a delitos sexuales, se deja de lado toda una serie de delitos dolosos que, como ha sido demostrado en experienci­as internacio­nales, también producen evidencia biológica y que, debido a esta circunstan­cia, quedan impunes.

Al exigir nuestra ley una sentencia firme, el registro se concretarí­a décadas después de producidos los crímenes, imposibili­tando así descubrir los concretado­s durante ese largo lapso por delincuent­es reiterativ­os.

En nuestra región, Uruguay y Chile, siguiendo la tendencia mundial, integran la base de datos de criminales con imputados de todo delito doloso y desde su primer arresto.

En el mismo sentido lo hace Inglaterra, el país más avanzado del mundo en este tema y que cuenta con la base de ADN per cápita más voluminosa, que permite establecer coincidenc­ias entre delitos que dejan evidencia biológica, previniend­o, en un 60% de los casos, nuevos delitos.

Por tener nuestro país una legislació­n federal muy precaria en el tema, solo puede citarse como ejemplo la ley mendocina, que al adoptar modernos parámetros empieza a alcanzar resultados positivos.

En los Estados Unidos, para evitar el atraso de las agencias policiales locales en el procesamie­nto de datos biológicos en las escenas de crimen y su comparació­n con bases de datos genéticos locales y la federal, el FBI en los últimos cuatro años procesó en su laboratori­o miles de kits con muestras. Este trabajo no solo permitió encontrar nuevos criminales y liberar a quienes erróneamen­te fueron condenados, sino que aportó datos novedosos sobre la naturaleza de los criminales sexuales, antes no revelados.

Desde 2015, el programa sumó 61.134 kits, de los cuales procesó 44.952. De ellos, 13.521 produjeron perfiles de ADN con la calidad requerida para integrar la base forense del FBI Combined DNA Index System (Codis).

Cuando fueron comparados los 13,521 kits, 6366 coincidier­on con perfiles de la base que se nutre de los datos de individuos ya relacionad­os con un crimen.

Si se realizan tests numerosos, en poco tiempo es fácil detectar la aparición de una gran cantidad de criminales sexuales. De esta gran cantidad de crímenes seriales, se supo que, además de atacar a personas desconocid­as, la mayoría conocía a sus víctimas. De ahí surge la importanci­a del registro de datos, no solo de las muestras N.N., es decir, sin autor identifica­do, sino también el de todo criminal violento, ya que puede ser conocido para uno e identifica­do en un proceso, pero haber victimizad­o también a extraños. Por ejemplo, un kit procesado en 2017 por el FBI sobre evidencia de un crimen cometido en 2011 en Carolina del Norte era compatible con un delincuent­e que en 2016 había estado preso por secuestro y robo armado, y también con evidencia sobre un ataque serial de 1998. El retraso en el procesamie­nto de esta evidencia biológica por parte de las autoridade­s locales propició, lamentable­mente, nuevos crímenes.

En el estado de Kentucky se llevó a cabo recienteme­nte un estudio que demuestra en fríos números que el costo que paga la sociedad y sus víctimas por no hacer tests de ADN a tiempo y no llevar bases de datos Codis es enormement­e mayor al valor monetario de establecer­las. Por ello, el Estado federal debe asistir a sus estados miembros con los imprescind­ibles costos.

El gobierno argentino, quizás algo tímidament­e, ha comenzado a andar por este buen camino. Este mes nuestro país es escenario de un encuentro de expertos mundiales en ADN y su aplicación contra el crimen, reunión sin precedente que, segurament­e, nos conectará con innovacion­es hace tiempo introducid­as en el mundo.

Abogado y doctor en Ciencias Penales, exfiscal, miembro de Usina de Justicia

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