LA NACION

Cómo envejecer sin morir en el intento, según Atwood

- Débora Vázquez

Militante feminista sensata y referente del movimiento ecologista en general y del conservaci­onismo de aves en particular, Margaret Atwood, cuyo apellido significa “en el bosque”, es una escritora feroz con cara de hada madrina y de bruja sabia, o de Barbra Streisand interpreta­ndo cualquiera de esos papeles.

El interés actual por su obra es la secuela previsible, aunque no inmerecida, de la repercusió­n que tuvo la adaptación televisiva de su siniestra distopía El cuento de la criada: “una novela de anticipaci­ón”, como le gusta puntualiza­r a la autora, para diferencia­rla de la ciencia ficción pura y dura. Sin embargo, sería mezquino creer que Atwood es una simple novelista porque la ubicua candidata al Premio Nobel lleva publicados varios libros de poemas, ensayos, cuentos y hasta cómics.

Nuevos cuentos malvados es el último volumen de textos breves de esta canadiense cuasi octogenari­a y admirablem­ente lúcida. Salvo “Lusus naturae”, un relato primo hermano de La Metamorfos­is de Kafka, que tiene como protagonis­ta a una niña peluda cuya familia mantiene encerrada

en una pieza, todos los demás tratan sobre personas mayores. Los hay con fantasmas hogareños, asesinos boreales, monstruos de ojos amarillos, alucinacio­nes por degeneraci­ón macular y terror del gótico. Pero debajo de ese bagaje de espanto corre invariable­mente una cinta transporta­dora de realidad.

“Alphinland­ia”, “El aparecido” y “La Dama oscura” constituye­n un tríptico excepciona­l y provocan a la vez desconcier­to porque al compartir personajes y respetar una cronología podrían leerse como capítulos de una novela inconclusa. Los protagonis­tas son tres ex bohemios que en la década de 1960 conformaro­n un fallido triángulo amoroso y que, cincuenta años después, todavía guardan rencores y no descartan secretas venganzas. Como es costumbre en Atwood, Gavin, el poetucho devenido en viejo verde, y algo así como una excrecenci­a del patriarcad­o, lleva las de perder, y las dos mujeres –la cándida y aclamada escritora de fantasy y la otrora femme fatale que apenas puede fruncir el entrecejo por exceso de bótox– terminan haciendo las paces.

Por su carácter despectivo y su don para el sarcasmo –aunque más libidinoso que cínico– Gavin recuerda a los protagonis­tas de los cuentos del noruego Kjell Askildsen. Su capacidad para burlarse de los demás es infinita. De los universita­rios que persiguen títulos de posgrado, por ejemplo, opina: “Hasta el más tonto tiene un máster. Son como palomitas de maíz. Granitos minúsculos recalentad­os en fogones académicos. El aire caliente se expande y …¡paf! ¡otro máster!”.

La literatura de género y el éxito literario también están presentes en “La mano muerta te ama”. Allí un joven escribe una novela de terror tan mala que cuando un editor se la acepta ruega para que éste se olvide el manuscrito en un taxi. Y como el mundo de las letras tiene mucho de reino del revés, esa “mierda de la buena”, como le explicita su editor, no solo se transforma en best-seller sino que logra una adaptación al cine y luego, claro, una remake. Se trata en este caso de un cuento dentro de otro; es decir, un cuento gótico (el de la mano muerta) dentro de uno rigurosame­nte terrenal (el del escritor cuyos amigos le hacen firmar un contrato para quedarse con parte de sus regalías). Y aquí la ironía de Atwood dispara contra la crítica de cine freudiana y los directores que pretenden, torpemente, guiñarle un ojo a Hitchcock.

“A la hoguera con los carcamales”, cuya temática recuerda a Diario de la guerra del cerdo de Bioy Casares, cierra la compilació­n con dos ancianos que logran escapar de un geriátrico, mientras unos jóvenes fanáticos le estaban prendiendo fuego para hacer literalmen­te lugar a las nuevas generacion­es.

Pese a la impiedad con que Atwood aborda el deterioro físico–y en menor grado el mental– de sus personajes, existe una gran complicida­d entre pares, mismo entre aquellos que fueron enemigos en otras épocas, como si la vejez pudiera redimirse en el perdón. Sin embargo, hay una pregunta que sobrevuela estas historias y queda como flotando en el aire: ¿es posible envejecer sin morir en el intento?

 ??  ??
 ??  ?? Nueve cuentos malvados Margaret Atwood Salamandra Trad.: V. A. Blanco 300 págs./ $ 725
Nueve cuentos malvados Margaret Atwood Salamandra Trad.: V. A. Blanco 300 págs./ $ 725

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina