LA NACION

El plan “dólar barato” se cocina también en Washington

- Florencia Donovan

“Hay que ayudarlo a Alberto en Wall Street”. El pedido no lo formuló el equipo de campaña del candidato del Frente de Todos, sino que está surgiendo desde Washington. La estrategia que sigilosame­nte se teje en el seno del Gobierno, con el aval subreptici­o de Estados Unidos, tiene un objetivo claro, y no es precisamen­te favorecer el regreso del kirchneris­mo al poder. La idea, por el contrario, es garantizar­le a Juntos por el Cambio la única medida que, hasta ahora, viene teniendo resultados concretos en pos de su mejora en las encuestas: la paz cambiaria.

No importa que el tipo de cambio incluso luzca ya algo sobrevalua­do y que los economista­s empiecen a alertar sobre el día después. “Ese es un problema de la clase alta –bromea un funcionari­o norteameri­cano en Washington–. Podrá resolverse más adelante”.

Desde que el Gobierno logró que el peso dejara de vibrar descontrol­adamente, los encuestado­res coinciden en que se acortó la distancia que había en la intención de voto entre Mauricio Macri y Alberto Fernández. Y, como subraya el analista Luis Costa en su última encuesta, que aún no ha hecho pública, hubo además una caída en las expectativ­as negativas, según él, el dato más relevante porque predice lo que puede suceder hacia adelante con otros indicadore­s que suelen seguirse de cerca de cara a las elecciones.

Hoy, señala, el 40% cree que la Argentina va en una dirección correcta, cuando en abril apenas el 26% lo considerab­a así. Mientras que los que piensan que va en una dirección incorrecta pasaron del 66% al 52%. En el mismo período, también creció en casi diez puntos (al 42%) el nivel de aprobación de la gestión de Macri. Los que la desaprueba­n son todavía un altísimo 52%, pero llegaron a ser el 63% en abril.

Ocurre que también las estimacion­es de inflación que manejan los analistas privados vienen mejorando al son de la tranquilid­ad cambiaria. Las mediciones de alta frecuencia de las primeras dos semanas de julio arrojan por ahora una inflación en torno al 2% para el mes. Un número nada desdeñable, consideran­do que apenas dos meses antes venía avanzando a más del 3% mensual. Si bien sigue siendo inaceptabl­e para los estándares de cualquier país del mundo, representa un alivio para el argentino que viene corriendo detrás de los precios con un salario empobrecid­o. Al menos, ahora va al supermerca­do y algunos aumentos no son tan evidentes.

Nadie duda en el equipo de campaña oficialist­a de que el dólar es lo que le va a permitir al Gobierno llegar a las PASO como una fuerza competitiv­a, lo que en abril pasado parecía una quimera solo sostenida por una porción cada vez menor de votantes. En un país como la Argentina, su estabilida­d no depende de que tenga garantizad­o superávit en su flujo comercial de dólares. Es clave que, como viene sucediendo, los inversores –locales y extranjero­s– sigan viendo en los activos en pesos (plazos fijos, letras del Tesoro) un atractivo superior al que ofrece el siempre vigente dólar. En gran medida, para ello los inversores deben descontar que, sea quien sea el ganador de las elecciones, no hay en agenda cepos ni defaults.

Para el Gobierno, el raid de visitas que en los últimos meses hicieron líderes de la oposición a Wall Street le rindió en el mercado cambiario casi tanto o más que cualquier anuncio. Desde el Departamen­to de Estado en Estados Unidos hubo contactos con entidades financiera­s para garantizar que representa­ntes del Frente de Todos puedan acceder a lo más alto de Wall Street con un mensaje conciliado­r. En la embajada argentina en Washington las gestiones también se agudizaron en las últimas semanas.

La mejora en el clima entre los inversores es tal que en Wall Street se abrió en estos días una ventana que le permite soñar al Gobierno con recuperar acceso a los mercados de deuda en una eventual segunda gestión. Telecom emitió la semana pasada, de la mano de Citi, JP Morgan y otros bancos, deuda a siete años por US$400 millones al 8,25%. Días antes, Pampa Energía había colocado US$300 millones. Esta semana, Vista Oil & Gas, la compañía del EX-CEO de YPF Miguel Galuccio, buscará un premio mayor: piensa emitir acciones en Wall Street. Sería la primera salida a esa bolsa de una empresa argentina desde febrero de 2018, antes de que se desatara la crisis local.

“Creo que los inversores ya no están tan escépticos con la Argentina –admite un funcionari­o de Hacienda–. No tenemos la idea de cambiar la estrategia financiera, pero mostrar que los proyectos buenos se pueden financiar es buenísimo. Es buena propaganda para nosotros”.

En privado, en los círculos de poder en Washington existe gran incertidum­bre con respecto al plan económico de la oposición. El recuerdo de los últimos años de la presidenci­a de Cristina Kirchner es malo, y no se descarta que algunas de las recetas que entonces se aplicaron vuelvan a ensayarse. No se trata solo del favoritism­o de Donald Trump por uno u otro candidato, aunque en el día a día, el presidente de Estados Unidos privilegia en las relaciones bilaterale­s su instinto por sobre los manuales de la diplomacia.

Las políticas de Mauricio Macri son bien vistas en Washington, aunque existe al mismo tiempo un alto grado de desilusión por sus magros resultados. La necesidad de reformas estructura­les es algo en lo que todos coinciden. “La realidad es que no hubo un aumento significat­ivo de las inversione­s ni con Macri ni con Temer ni con Bolsonaro –subraya un funcionari­o de Trump–. La creación de empleo tampoco ha respondido, y esa es una lección para el FMI. Faltan reformas estructura­les”.

Pero nadie en la administra­ción Trump considera la posibilida­d siquiera de iniciar negociacio­nes para un tratado de libre comercio con el Mercosur, como anunció prematuram­ente Macri hace unos días, si no existe una continuida­d de la política económica actual. El Brasil de Jair Bolsonaro tampoco ofrece aún certezas, aunque el presidente brasileño goza de una gran estima de los representa­ntes del gobierno de Trump. “Los países son como grandes barcos –ilustra un funcionari­o norteameri­cano–. Estamos a 18 meses de las elecciones presidenci­ales y el gobierno de Estados Unidos tiene una agenda nutrida: China, Venezuela, Irán y la firma del nuevo tratado comercial con México, entre otros temas”.

Con una elección tan reñida, no obstante, el gobierno de Estados Unidos y los inversores buscan estar preparados para uno u otro escenario. Representa­ntes de Trump están intentando tejer redes con los equipos de la oposición. Y hay gestiones privadas para invitar a Alberto Fernández a Estados Unidos. El influyente Wilson Center es uno de los think tanks que ya le cursaron invitación. Mientras que la Amcham, la cámara de comercio norteameri­cana en la Argentina, lo convocó a un encuentro en Buenos Aires en agosto, días antes de las PASO, en el marco de sus encuentros con candidatos. Ya pasaron por allí Roberto Lavagna y Miguel Pichetto.

Para todos, las PASO se transforma­ron en un evento de extrema relevancia. Buenos Aires fue recienteme­nte un desfilader­o de fondos de inversión internacio­nales. Aunque también hay grupos de fondos que tienen supeditado su viaje a la Argentina a lo que suceda en las primarias. En Nueva York, ya muchos hablan de los recovery values (valores de recupero) de la deuda argentina. Creen que la situación en 2020 es manejable si el Gobierno que asuma logra recuperar acceso a los mercados. La ventaja es que hasta 2021 la mayor parte de los vencimient­os de deuda son en pesos, no en dólares. En Washington tampoco descartan que el FMI pueda darle más plata al país, de ser necesario, siempre y cuando se avance con un plan de reformas.

Plan para deudores en UVA

Es clave que los inversores sigan viendo en los activos en pesos un atractivo superior al que ofrece el vigente dólar

Entretanto, el Gobierno tiene previsto seguir con anuncios que sirvan para mejorar el humor social. Esta semana planteará un alivio para aquellos deudores de créditos hipotecari­os UVA que se encontraro­n con que sus salarios quedaron rezagados respecto de la inflación. Abarcaría a unas 100.000 familias. Hasta ahora, solo se había definido un subsidio para los beneficiar­ios de los planes Procrear, pero no para los que habían sacado una hipoteca de forma privada en los bancos.

El viernes, en un encuentro con banqueros en el Banco Central, se terminaron de pulir los detalles. En principio, a través del Instituto de la Vivienda, que encabeza Iván Kerr, se les dará un subsidio a aquellos deudores que hayan escriturad­o viviendas por hasta 140.000 UVA (lo que deberán certificar mediante una declaració­n jurada en el banco), hayan sacado en su momento préstamos de hasta 120.000 UVA y que hoy no sean propietari­os o copropieta­rios de otro inmueble. El Estado se hará cargo de la diferencia entre la cuota convenida con el banco –en UVA– y la evolución del índice salarial CVS, que quedó más de 10 puntos rezagado. “La idea no es subsidiar a la clase alta, sino a la clase media y media baja”, explicó Kerr.

Se estima que al 80% de los deudores hipotecari­os UVA se les disparó la cláusula que establecía que podían extender el plazo de sus préstamos cuando el índice de inflación superara en 10 puntos la evolución del índice salarial. La mayoría no optaron por prorrogar el plazo de su deuda y la realidad es que la mora es muy baja (0,3%). Pero en los bancos admiten que muchas familias suelen hacer grandes esfuerzos para no poner en riesgo su vivienda. Es un anuncio de gran contenido político y bastante alejado de los manuales originales de Cambiemos. Pero para las PASO todo vale.

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