LA NACION

Matías Lammens. “El nuestro es un espacio amplio, no es kirchneris­ta”

El candidato a jefe de gobierno del Frente de Todos dice que la ciudad está “por debajo de sus posibilida­des” y apela a los “porteños sensibles”

- Texto Gabriel Sued | Foto Mauro Alfieri

Matíaslamm­ens, precandida­to a jefe de gobierno porteño por el Frente de Todos, enfrenta un doble desafío. Por un lado, compite contra Horacio Rodríguez Larreta, gran favorito para las elecciones en la ciudad de Buenos Aires. Por otro, intenta construir un perfil propio, despegado del kirchneris­mo, sector predominan­te en la coalición que lo lleva como postulante. “El nuestro es un espacio amplio, no es un espacio kirchneris­ta”, dice, en una entrevista con la nacion, en la que cuenta que no conoce a Cristina Kirchner y que no habló nunca con ella. “Es una ciudad por debajo de sus posibilida­des”, señala, sobre la gestión de Rodríguez Larreta.

–Dijo que no es kirchneris­ta ni antikirchn­erista. ¿Cómo se definiría?

–No entiendo por qué tengo que ser una cosa u otra. Soy progresist­a. Hay cosas que me gustaron del kirchneris­mo, como el desendeuda­miento, la creación de 5 millones de puestos de trabajo, la repatriaci­ón de científico­s, la ampliación de derechos, la Asignación Universal por Hijo. No me gustó lo que hicieron con el Indec, me parece que es una barbaridad, no me gustó el clima que imperó en la segunda etapa de Cristina, cuando se profundizó la grieta.

–¿Se puede no ser kirchneris­ta y ser candidato de ese espacio?

–Sí, porque es un espacio amplio, no es un espacio kirchneris­ta. Pino Solanas no es kirchneris­ta, Vicky Donda no es kirchneris­ta. Es un espacio plural, que expresa a muchos sectores de la sociedad y que tiene adentro al kirchneris­mo.

–Pero la fórmula presidenci­al la decidió Cristina Kirchner y ella va como candidata a vicepresid­enta. ¿Lo incomoda?

–No. Es imposible no observar que dio un paso al costado y eligió a un tipo que la criticó mucho en su segundo mandato. Me parece un gesto extraordin­ario que aporta a “desengriet­ar”.

–¿Conoce a Cristina Kirchner?

–No.

–¿Habló con ella alguna vez?

–No, tampoco.

–¿Le incomodan las acusacione­s de corrupción?

–No me incomoda porque la corrupción no tiene que ver con las identidade­s políticas, sino con las personas. Es una práctica que debilita la democracia y hay que combatirla con vehemencia. Vi lo que pasó con el gobierno kirchneris­ta. Celebro que los que estuvieron vinculados a hechos de corrupción sean condenados, tengan la identidad política que tengan. Ahora, hay que tener cuidado con el uso político de la Justicia. Esto lo digo no por los procesados del kirchneris­mo, sino por cualquier procesado.

–¿En los procesos contra Cristina Kirchner se hace un uso político de la Justicia?

–No creo que sea bueno que los que tenemos un rol público nos pongamos a opinar sobre esto. Mi posición es que no toleramos ningún hecho de corrupción, más allá de los nombres propios.

–¿Cómo se amalgaman las diferencia­s de los distintos sectores?

–En la ciudad estamos de acuerdo en el diagnóstic­o. Es una ciudad por debajo de sus posibilida­des, con un presupuest­o igual al de Madrid y con problemas que podrían ser solucionad­os rápidament­e, como la indigencia o la gente en situación de calle, como no tener un modelo de desarrollo productivo.

–Dijo que votó en 2015 a Scioli en el ballottage ¿Y en la primera vuelta?

. –A Margarita Stolbizer.

–¿Votó al peronismo alguna vez?

–Sí. Voté a Cristina en 2007. Creo que también en 2011. No soy peronista. Pero lo reivindico en muchísimos aspectos.

–Dijo que en 2015 votó a Martín Lousteau y no a Recalde. ¿Por qué?

–Porque coincidía mucho con la visión de Lousteau de la ciudad, con lo que él marcaba como puntos flojos de la gestión, como la salud y la educación. Él decía también que había que mirar con atención el manejo de la pauta publicitar­ia. Hay cosas que incluso han empeorado, como el acceso a la vivienda.

–¿Cuáles son sus expectativ­as?

–La expectativ­a es ganar, aunque sabemos que es difícil. La situación de los porteños no es buena, más allá de que uno pueda estar de acuerdo con algunas obras que se hicieron y celebrarla­s, como el Paseo del Bajo, el metrobús o lo que hicieron con las barreras del tren. Esta semana fui a una pyme textil en Soldati y están trabajando al 30% de su capacidad. Tenía 120 empleados y hoy tiene 80. El otro día me junté con madres de cooperador­as de colegios y dicen que si no existiera la intervenci­ón de los padres, en muchos colegios faltaría hasta el papel higiénico.

–¿Cuál es su electorado?

–Apelo a los porteños sensibles, a los que más allá de tener su casa, de vivir bien y tener calefacció­n no les gusta que haya gente durmiendo en la calle, en la puerta de su casa. A los que les duele que haya 20% de pobreza, en una ciudad que es rica y podría atender ese reclamo. También a los porteños de clase media que no tienen su vida cotidiana resuelta. Hay mucha gente que paga el alquiler, las expensas y no le alcanza, que tuvo que sacar a sus hijos del colegio privado.

–¿Hubiese permitido la instalació­n de una carpa en el Obelisco, como intentaron esta semana organizaci­ones sociales?

–No me gusta que se altere el orden público, pero me gusta resolverlo con diálogo, no a los palazos. Esto es lo que decía Rodríguez Larreta hace algunos años. El conflicto que tenía Rodríguez Larreta con Macri es que no quería reprimir, no quería hacer lo que hizo el otro día. Él decía que había que dialogar. Yo coincido con ese Larreta de hace unos años.

–¿Qué papel tiene Marcelo Tinelli en su incursión en la política?

–Marcelo es mi amigo. Empezamos juntos en San Lorenzo. Para mí es una persona de consulta con la cual me gusta intercambi­ar opiniones, pero en esta incursión política no tiene nada que ver.

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