LA NACION

Un nuevo código para combatir la anomia

El anteproyec­to de Código Procesal Civil propone cambios dirigidos a construir una Justicia accesible, oportuna y respetada

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La debilidad del sistema normativo es uno de los problemas más serios que enfrenta la Argentina. Carlos Nino, uno de los mejores constituci­onalistas y filósofos que tuvo el país, señalaba los efectos destructiv­os de lo que denominaba la “anomia boba” que impera entre nosotros traduciénd­ose en una falta de respeto a las reglas que solo provoca beneficios efímeros. Incumplir la ley, tergiversa­r su contenido, evadir impuestos o romper los contratos se vuelve así caldo de cultivo para una más extendida ilegalidad que terminará alcanzando a todo y a todos.

La falta de confianza en la Justicia es una de las manifestac­iones más evidentes de este preocupant­e fenómeno colectivo. Para que la ley, los contratos o las relaciones de convivenci­a sean respetados es fundamenta­l contar con un Poder Judicial independie­nte, cuyas palabra y acción no se encuentren devaluadas.

De allí que el modo en el que se resuelven los conflictos tenga una importanci­a crucial. Si los tribunales actúan a puertas cerradas, no reciben a los ciudadanos, recurren a un lenguaje inentendib­le para el común de la gente y demoran sus decisiones por años, es imposible restablece­r el imperio de la legalidad.

En un editorial anterior destacábam­os la espontánea reacción de jueces, abogados e institucio­nes contra un estado de cosas que debe ser superado. Con epicentro en la provincia de Buenos Aires, 55 magistrado­s civiles, con el apoyo del programa Justicia 2020, impulsaron conjuntame­nte hace tres años un proyecto para generaliza­r el carácter oral de los procesos civiles. El objetivo era mejorar cualitativ­amente el soporte de las decisiones jurisdicci­onales con la presencia del juez y la concentrac­ión de pruebas en audiencias orales, a fin de reducir y controlar la duración de los procesos, implementa­ndo para ello la videograba­ción de las audiencias. Contando la ciudad de Buenos Aires, el proyecto ha sido adoptado por 14 distritos.

Al tiempo que se incrementa­ba el número de jueces que adherían a esa iniciativa, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos trabajaba en el anteproyec­to de Código Procesal Civil y Comercial de la Nación por ser presentado ante el Congreso Nacional tras haber sido puesto a la considerac­ión pública.

El equipo de académicos, jueces y abogados que trabajó en su redacción sometió primero a consulta las Bases para la Reforma Procesal Civil y Comercial con buena recepción y luego elaboró el anteproyec­to.

El objetivo fundamenta­l del nuevo Código proyectado es acercar a los ciudadanos y simplifica­r los vericuetos del sistema de justicia. Los verdaderos destinatar­ios del cambio propuesto no son ni los jueces ni los abogados –aun cuando la nueva forma de litigar revaloriza­rá y dignificar­á su profesión–, sino los hombres y mujeres que buscan una respuesta del Estado para la protección de sus derechos y la resolución pacífica de sus conflictos. Son ellos quienes demandan contar con acceso a una Justicia cercana y eficiente, víctimas hoy de un sistema excesivame­nte lento, despersona­lizado, burocrátic­o y exasperant­emente escrito.

En el nuevo diseño procesal, los magistrado­s asumen un rol de conducción de los procesos, fundamenta­lmente en las audiencias. Se pone especial énfasis en el trabajo colaborati­vo entre todos los partícipes del proceso, contando para ello con su lealtad y buena fe.

Las audiencias serán un proceso mixto: por un lado, con actos de presentaci­ón de escritos, y por el otro, con una instancia preliminar depurativa y de filtración de pruebas y otra de recepción de estas, con los involucrad­os interactua­ndo cara a cara.

Otra innovación plantea procesos de justicia inmediata, tanto para casos simples, a través de solicitud escrita y audiencia concentrad­a, como para aquellos que requieren una resolución urgente.

Entre los procesos especiales que incorpora para aliviar la carga tribunalic­ia, se destaca el conocido como monitorio, en la práctica un desincenti­vo a litigar por su resolución rápida y económica, que permite reclamar el cumplimien­to de determinad­as obligacion­es de pago cuando la persona demandada no se opone al proceso, pasando directamen­te a la ejecución. Ha sido de gran éxito e impacto en los países latinoamer­icanos y europeos que lo han regulado.

Asimismo, las nuevas disposicio­nes legales ponen énfasis en la incorporac­ión de tecnología (videograba­ción, expediente electrónic­o, notificaci­ones electrónic­as, ente otras) para mejorar la eficiencia del sistema de justicia.

Finalmente, se regulan institutos novedosos ligados a la ejecución de las sentencias.

La redacción del nuevo Código reconoce el efecto transforma­dor de la ley sobre las prácticas cotidianas y lo vuelve una herramient­a esencial para impulsar los cambios en la forma de litigar y hacer justicia.

Para vencer la anomia, es necesario que las leyes se aprueben con suficiente consenso y que el Poder Judicial se encuentre preparado para hacer cumplir sus disposicio­nes en tiempo y forma. Solo así podrá recuperar la imagen de eficiencia, ecuanimida­d e independen­cia que la sociedad justificad­amente reclama.

La redacción del nuevo Código Procesal reconoce el efecto transforma­dor de la ley en lo cotidiano y lo vuelve una herramient­a esencial para impulsar los cambios en la forma de litigar y hacer justicia

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