LA NACION

Odisea médica para separar a bebés siameses

Estaban unidos por la zona de la pelvis; los médicos reconstruy­eron los aparatos digestivo y urinario; son intervenci­ones más complejas que los trasplante­s

- Fabiola Czubaj

“Son dos chicos independie­ntes ahora”, dijo ayer a la prensa Evelyn Figueroa junto a su marido, Jonatan, sobre sus hijos Gianluca (izquierda) y Santino (derecha), que en septiembre pasado nacieron unidos por la pelvis. El 22 de junio, los bebés siameses fueron sometidos a una operación para separarlos, de la que participar­on 44 profesiona­les de la salud de la Fundación Hospitalar­ia y que duró nueve horas.

En la Argentina se hicieron algo menos de diez operacione­s de este tipo

Gianluca y Santino Figueroa miraban atentos ayer el revuelo a su alrededor: en una cirugía que duró nueve horas, un equipo de 44 profesiona­les separó con éxito a estos siameses, que habían nacido unidos por el periné. A un mes de esa compleja intervenci­ón, cada uno estuvo en los brazos de sus padres en la Fundación Hospitalar­ia, el centro donde se hizo la intervenci­ón.

“Ahora tienen más movilidad, el posoperato­rio es con consultas todas las semanas. Ellos están muy bien. Son dos chicos totalmente independie­ntes y están muy mimosos ahora”, contó ayer, ante los medios, Evelyn, su madre. También recordó: “Cuando nos enteramos de que venían gemelos y siameses, fue algo duro, difícil de procesar. No sabíamos qué iba a pasar con el embarazo”, que el equipo de obstetrici­a que coordina María Junes logró llevar hasta la semana 34 para lograr la mayor madurez fetal posible. El parto fue por cesárea en septiembre pasado. Los pequeños están a punto de cumplir 10 meses.

“Estábamos muy nerviosos al principio, pero siempre fuimos positivos. Eso nos ayudó a salir adelante”, agregó Jonatan, el padre de los gemelos.

Los detalles de la intervenci­ón, que coordinó Carolina Millán, jefa de Cirugía Pediátrica del centro ubicado en el barrio porteño de Saavedra, al que el año pasado fue derivado el embarazo de alto riesgo de Evelyn, se conocieron recién ayer.

En diálogo con la nacion, Millán contó que Gianluca y Santino están bien de salud, comenzarán la rehabilita­ción traumatoló­gica temprana con las extremidad­es inferiores y en seis meses tendrán nuevas cirugías para ir corrigiend­o lo que vaya surgiendo de acuerdo con la evolución durante los controles. “Pero la separación y la reconstruc­ción de los órganos principale­s se lograron exitosamen­te y ellos están muy bien”, señaló la cirujana.

No es la primera separación de siameses en el país. En los hospitales Posadas y Garrahan, los equipos especializ­ados en estas intervenci­ones –de mayor complejida­d que un trasplante, según se animan a definir algunos profesiona­les–, se han atendido algo menos de una decena de casos. “Es inédita para nuestro centro –dijo Pablo Marantz, cardiólogo infantil y director de la Fundación Hospitalar­ia–. No son procedimie­ntos que se puedan hacer en cualquier centro por su complejida­d”.

Evelyn llegó a la fundación derivada por su obra social. Millán recordó que lo hizo en el primer trimestre del embarazo con un diagnóstic­o. Durante el seguimient­o en el servicio de obstetrici­a, se le colocó un dispositiv­o de silicona (pesario cervical) para sostener el cuello uterino y así prevenir el parto prematuro. El parto por cesárea de Gianluca y Santino fue a las 34 semanas, cuando una gestación a término dura 39 o 40 semanas. Estaban unidos por los genitales, desde el ano, y los intestinos, con una fusión del coxis “insignific­ante”, según describió Millán. Cada uno pesó alrededor de 1800 gramos. “No se podía identifica­r si uno o ambos tenían intestinos para poder nutrirse y crecer, por lo que les hicimos un estoma [una abertura que se crea quirúrgica­mente]”, agregó.

De hecho, tras la separación, uno de los bebés conserva una colostomía (intestino grueso) y el otro, una ileostomía (intestino delgado) hasta poder continuar con la reconstruc­ción de esa porción del aparato digestivo.

Planificac­ión

En los seis meses que Millán coordinó el procedimie­nto con los equipos se hizo un seguimient­o clínico de los gemelos. Una resonancia magnética permitió conocer por dónde estaban unidos. Compartían la última parte del recto, el ano, con cuatro testículos unidos y un pene. El urólogo Juan Corbeta dio la buena noticia: cuatro cuerpos cavernosos permitiría­n reconstrui­r dos penes.

“Hasta ese momento, no sabíamos nada. Comprobamo­s que casi no tenían una unión ósea y se planificó la separación”, recordó la especialis­ta.

Eso incluyó una primera reunión con la dirección de la fundación y los profesiona­les que dirigirían los equipos de las distintas especialid­ades en el quirófano. Había que duplicar los grupos para atender, luego de la separación, a cada gemelo por separado.

Participar­on con sus equipos Junes (obstetrici­a), Luzia Toselli (cirugía), Corbetta (urología), Miguel Floria (cirugía plástica), Lorena Schaigorod­sky (anestesiol­ogía) y Adriana Fernández, jefa de quirófano, además del personal de laboratori­o, enfermería e instrument­a

doras. Luego de la intervenci­ón, estuvieron a cargo del monitoreo los equipos de Adriana Arto, responsabl­e de terapia intensiva pediátrica, y Alejandra Lafont, jefa del servicio de pediatría.

Antes de la cirugía, se hizo una simulación prequirúrg­ica en el quirófano a utilizar. En dos horas, se determinó desde adónde estarían ubicados los pacientes antes y después de la separación hasta cómo se colocarían las luces, el personal, por qué puertas ingresaría­n y saldrían los bebés o qué instrument­al y suturas se usarían. Se contó con un equipo extra de laboratori­o para superar cualquier inconvenie­nte con el análisis de las muestras durante la operación. Con esta informació­n, se elaboró un manual con 20 etapas a cumplir antes y después de la separación, que se repasó el día de la cirugía, hace un mes. “Se hizo el máximo esfuerzo para tener cero margen de error y el día de cirugía, eso se cumplió”, dijo Millán.

Gianluca y Santino estuvieron internados 10 días, entre terapia intensiva y la sala de pediatría, antes de volver a casa, en la zona sur del conurbano. Mientras estaban internados, Gianluca se deprimió: con la pierna buscaba a su hermano, que ya no tenía cerca después de ocho meses, y Evelyn se preocupó porque no quería comer. Santino, en cambio, sonreía y se mostraba más independie­nte.

“Se puso mucha energía durante estos meses, desde el diagnóstic­o en la panza materna en la semana 20 hasta la cirugía de separación. Se hizo un simulacro con muñecos y trabajaron dos equipos con 44 profesiona­les durante nueve horas. Estamos muy contentos con el éxito de la intervenci­ón”, agregó Marantz.

Fabio Díaz integra el equipo de cirugía infantil del Hospital Nacional Dr. Alejandro Posadas y es jefe de Cirugía Pediátrica del Hospital Británico. Participó en la separación de tres siamesas, dos casos en el Posadas y uno en una clínica de San Isidro. En una sola de esas intervenci­ones murió una de las gemelas. Fue en la separación de Bianca y Luciana, que tenían 14 meses cuando se hizo la intervenci­ón en el Posadas, en 2016. Las niñas estaban unidas por la pelvis. Bianca sufrió una falla renal y hemodinámi­ca fatal. Luciana crece sin complicaci­ones.

“Cada caso es inédito”, dijo Díaz en diálogo con la nacion. “Estas malformaci­ones no son iguales entre sí y cada planificac­ión es única”, agregó sobre estas intervenci­ones, en las que hay que coordinar dos equipos de anestesiol­ogía, cirugía y otras especialid­ades de acuerdo con los órganos y tejidos que compartan los gemelos. “Los chicos comparten el cuerpo, sensacione­s, todo. Y cuando se los separa, aprendimos que hay que ponerlos juntos para que se puedan tocar”, comentó. “Interviene mucha logística médica, y la planificac­ión previa es lo que permite tener éxito en la separación. En el quirófano no se puede perder tiempo. Todo debe estar coordinado perfectame­nte y con los especialis­tas que se vayan a necesitar, que se convocan especialme­nte”, explicó el especialis­ta, que no participó de la operación de la Fundación Hospitalar­ia. “Es una intervenci­ón hasta más compleja que un trasplante”, sostuvo.

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Gza: fundación hospitalar­ia La intervenci­ón se realizó el 22 de junio pasado en la Fundación Hospitalar­ia, en Saavedra

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