LA NACION

El chavismo y la oposición retoman su negociació­n en Barbados

El diálogo, plagado de dificultad­es, encontró el respaldo del Papa, que pidió que las partes se pongan de acuerdo para evitar más sufrimient­o

- Daniel Lozano

CARACAS.– Los delegados gubernamen­tales y de la oposición regresaron ayer a Barbados con la intención de retomar las negociacio­nes bajo el paraguas facilitado­r de Noruega. Y lo hicieron ungidos por la bendición del papa Francisco, quien empujó el domingo a “las partes en causa para que puedan llegar cuanto antes a un acuerdo que ponga fin al sufrimient­o de la gente por el bien del país y de toda la región”.

El Sumo Pontífice insistió en rezar para que las negociacio­nes fructifiqu­en, sabedor de que Venezuela necesita varios milagros a la vez para sacarla del infierno. “Seguimos con la palabra del Papa para que podamos en esta mesa de diálogo resolver los asuntos y las controvers­ias y las dificultad­es que se puedan presentar”, anunció a su llegada el vicepresid­ente Jorge Rodríguez, jefe de la delegación chavista.

Esperanza y propaganda reinan en la segunda ronda de conversaci­ones en la isla caribeña, que forma parte del proceso abierto en Oslo en mayo, donde se seguirán debatiendo seis puntos marcados por los facilitado­res y reconocido­s por las partes. Pero un tema está por encima de todos y de todo: las elecciones. El chavismo aprovechó el fin de semana para insistir en que solo vislumbran unas elecciones parlamenta­rias (que se deberían celebrar, según la Constituci­ón, en diciembre de 2020), y la oposición insistió en que su objetivo es la realizació­n de unas elecciones presidenci­ales con Nicolás Maduro alejado del poder. Cada uno, oficialmen­te, en su posición de partida.

El encargado de enfriar las esperanzas opositoras fue el gobernador Héctor Rodríguez, integrante de la delegación chavista y delfín de Nicolás Maduro. “Cualquier acuerdo pasa por un cronograma electoral”, confirmó el exministro, a la vez que matizaba que las parlamenta­rias serían un buen momento para medir fuerzas con la oposición. Un balde de agua fría apenas abierta una ventana.

“El país demanda una salida electoral avalada por toda la comunidad internacio­nal. Barbados podría ser, pero aún está lejos de serlo. Tenemos que ser claros para no generar falsas expectativ­as a una población desesperad­a”, sentenció Piero Trepiccion­e, politólogo vinculado al think tank de los jesuitas.

En el lado opositor no lanzan las campanas al vuelo y se mantienen firmes en sus tesis iniciales. “Venezuela lo que quiere es que esta semana se firme el acuerdo que garantice la salida del usurpador del poder. Busquen a los candidatos que quieran, porque nuestro camino es claro y democrátic­o: vamos por el cese de la usurpación, el gobierno de transición y las elecciones libres”, precisó el diputado Ismael León, en nombre de Voluntad Popular, partido del presidente encargado Juan Guaidó, que decidió no responder a la última provocació­n revolucion­aria y regresar a Barbados.

Un viaje que peligró tras la detención de dos escoltas del líder opositor el sábado pasado. El gobierno los acusa de poseer cinco armas, sustraídas durante los sucesos del 30 de abril, según el pintoresco relato bolivarian­o, que no duda en apuntar contra el presidente del Parlamento.

El general Manuel Cristopher Figuera, director del Servicio Bolivarian­o de Inteligenc­ia (Sebin) hasta el 30 de abril, ha develado que fue el propio Maduro quien dio la orden de atacar al círculo más cercano al líder opositor. Incluso en un principio se quiso detener a la madre de Guaidó, lo que se descartó porque sufre de un cáncer. El elegido entonces fue Roberto Marrero, su mano derecha, al que le plantaron armas en el domicilio para justificar la detención. El jefe del despacho de Guaidó va a cumplir cuatro meses en las mazmorras del Sebin.

Más allá de las declaracio­nes y de las maniobras chavistas, la comunidad internacio­nal ha depositado todas sus esperanzas en la mesa de Oslo y Barbados, a sabiendas de que se trata de un clavo ardiendo. En 2016, el “presidente pueblo” incumplió todos los acuerdos alcanzados pese a que en aquella ocasión la mediación correspond­ió a los enviados del papa Francisco.

Las alas más radicales de ambos bandos mostraron públicamen­te tanto su rechazo frontal al diálogo (los opositores) como a que se negocien las elecciones presidenci­ales (revolucion­arios).

La realidad es que las sanciones son el principal factor que empuja al chavismo a mantenerse en el diálogo.

“Este es el proceso más fuerte de negociacio­nes que hemos visto en Venezuela, y lo que se está negociando son las condicione­s bajo las cuales las elecciones puedan ser libres y justas. Por supuesto, el chavismo tiene incentivos para actuar de mala fe, pero a largo plazo les interesa buscar un camino que garantice su superviven­cia política. Sin Maduro, es muy probable que el PSUV tenga un futuro electoral serio. Las elecciones podrían ser la forma más atractiva de cambiar de marca y de mostrar una cara nueva del chavismo”, apostó Geoff Ramsey, subdirecto­r para Venezuela de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamer­icanos.

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