LA NACION

Los jueces federales, entre dos temores: las reformas de Macri y la “venganza” kirchneris­ta

Pese a la incertidum­bre electoral, no se paralizaro­n las causas; se esperan fallos antes de las PASO

- Candela Ini y Hernán Cappiello

Incertidum­bre. Así impacta la campaña en los pasillos de Comodoro Py, donde los jueces federales, funcionari­os de alta sensibilid­ad política, miran con un ojo los expediente­s y con el otro, el escenario electoral.

En este mar de dudas tienen una sola certeza: gane quien gane la elección presidenci­al habrá consecuenc­ias sobre la Justicia. Los dichos de Alberto Fernández sobre algunos magistrado­s que deberán explicar sus sentencias, en los que aludió a los jueces Julián Ercolini, Claudio Bonadio, Martín Irurzun, Gustavo Hornos y Carlos Gemignani, fueron tomados como una velada amenaza. Pero estos jueces, de alto perfil, con decisiones que provocaron estruendo político y motivaron los juicios orales en marcha, ya están jugados. Ya no van a dar marcha atrás.

Los jueces de menor perfil, en cambio, siguen prefiriend­o que mejor nadie se acuerde de ellos.

Causó alarma también entre los jueces la definición del exministro de la Corte Raúl Zaffaroni sobre la politizaci­ón judicial o los deseos del intelectua­l kirchneris­ta Mempo Giardinell­i de prescindir del Poder Judicial. Después de estas declaracio­nes, uno de los magistrado­s de primera instancia reconoció a la nacion: “Si entramos en un esquema de jueces militantes, me voy del país”.

Saben que su destino no es independie­nte de los resultados que arrojen las elecciones: si gana el binomio Fernández-Fernández, una nube negra se proyecta –imaginan algunos de los magistrado­s consultado­s– sobre aquellos que avanzaron contra exfunciona­rios.

Si gana Mauricio Macri, sospechan, también habrá cambios en el Poder Judicial. El Gobierno no quiere jueces fuertes que se planten como un factor de poder capaz de condiciona­r sus decisiones, sobre todo cuando tienen a tiro de procesamie­nto a funcionari­os y empresario­s en causas sensibles para Pro.

En un eventual segundo mandato de Macri, y con Miguel Pichetto como vicepresid­ente, reconocen los jueces que un paquete de medidas –en carpeta y nunca ejecutadas– podría licuar su poder. Son los mismos jueces que señalan que desde el Gobierno les transmiten cierto descontent­o por su desempeño.

Causas sensibles

Más allá de estos temores y precaucion­es, hoy no se percibe el “modo elecciones” que adoptaba Comodoro Py antes de cada comicio. Las causas judiciales más resonantes y de contenido político que están en instrucció­n siguen avanzando, excepto que rocen algún interés económico. Por ejemplo, el caso del Correo, donde Ariel Lijo rechazó pedidos de nulidad y decidió seguir investigan­do, apunta al corazón de la familia presidenci­al.

Los procesamie­ntos se suceden en el juzgado de Bonadio en causas conexas con el caso de los cuadernos, y Ercolini sigue avanzando contra Ernesto Clarens, quien fuera el arquitecto financiero de néstor Kirchner y ahora está a punto de ser procesado por lavado de dinero.

Los casos ligados a odebrecht avanzan hacia el juicio, excepto el soterramie­nto del tren Sarmiento donde se demora la puesta en marcha del acuerdo con Brasil para que lleguen los datos de las coimas. El fiscal Franco Picardi trabaja en eso.

Pero la contienda electoral está atravesada principalm­ente por dos causas: la de los cuadernos de las coimas, a cargo de Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli, y el caso D’Alessio, en manos del juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, donde se los investiga a ambos y busca comprobar la existencia de una red de espionaje ilegal. Los procesados kirchneris­tas de Bonadio y Stornelli se trasformar­on en víctimas que querellan en Dolores.

Bonadio y Stornelli mantienen un enfrentami­ento con Ramos Padilla, que los tiene a ambos imputados, y al fiscal en estado de rebeldía. Bonadio desafió a Ramos Padilla a que lo citara a declarar si considera que hay elementos para indagarlo.

Los querellant­es en Dolores aspiran a que esa causa desarme las acusacione­s de corrupción contra Cristina Kirchner y sus funcionari­os. Creen poder demostrar allí que las pruebas que aportaron los arrepentid­os (funcionari­os y empresario­s) se lograron a fuerza de extorsione­s.

Por su parte, el Gobierno aspira probar que el caso de Dolores es un armado político que busca la impunidad de los kirchneris­tas. Desde el oficialism­o respaldaro­n a los magistrado­s de Retiro y pidieron el juicio político de Ramos Padilla.

Hasta el papa Francisco opinó de este enfrentami­ento, cuando condenó el lawfare, la guerra judicial, que dijo es usada para minar “procesos políticos emergentes”. Cristina retuiteó estas palabras. El mensaje vaticano impactó muy mal en algunos camaristas.

La Corte, por su lado, ya decidió bajar el tono de sus diferencia­s internas y desensilla­r hasta que aclare el escenario político. De todos modos, dictará antes de la feria una sentencia de impacto económico sobre ajustes de haberes.

Fallos en la previa de las PASO

En tanto, muchas decisiones de los jueces de primera instancia, con fuerte efecto político, deberán ser confirmada­s o revocadas en fallos que se avecinan antes de las PASo de agosto. Un síntoma de que, a diferencia de otros años electorale­s, esta vez los jueces no frenaron.

Antes de la feria judicial, la Sala IV de la Cámara de Casación decidirá si confirma la condena a 5 años y medio de cárcel contra Amado Boudou por quedarse con el 70% de las acciones de Ciccone, que fabrica el papel moneda. Boudou está preso y todo hace pensar que seguirá así.

Asimismo, 92 intendente­s bonaerense­s sabrán si quedan o no procesados por el manejo presuntame­nte irregular de $600 millones destinados al tratamient­o de residuos.

También se espera que la Cámara Federal resuelva la situación del primo de Macri, Ángelo Calcaterra, en la causa por sobornos de odebrecht para el soterramie­nto del Sarmiento, donde el juez Marcelo Martínez De Giorgi le dictó la falta de mérito.

otro caso de pronta resolución es oil Combustibl­es, que apunta a los empresario­s Cristóbal López y Fabián De Sousa junto al extitular de la AFIP Ricardo Echegaray. En ese expediente –cuya primera etapa está en juicio– la Cámara Federal debe resolver si quedan procesados los exfunciona­rios de la AFIP.

La causa Ciccone II también tendrá una definición importante: la Cámara debe resolver si el banquero Jorge Brito queda procesado como partícipe en las maniobras delictivas que le permitiero­n a Boudou quedarse con la imprenta.

Antes que un parate, en Comodoro Py se percibe un efecto “bola de nieve”: los juicios orales en marcha no paran. Los tribunales orales hoy son la vidriera de la Justicia Federal, mal que les pese a estos jueces, de bajo perfil. Sucede que el propio Código Procesal establece que los juicios orales, una vez iniciados, no puedan detenerse más de diez días hábiles.

En los tribunales orales ya fue condenado este año el exfunciona­rio José López y están siendo juzgados Cristina Kirchner, Julio De Vido, López (nuevamente), Roberto Baratta y Lázaro Báez por el direcciona­miento de la obra pública santacruce­ña. En un juicio paralelo, Báez está siendo juzgado por lavado. También comenzó el juicio contra Cristóbal López por no pagar impuestos a los combustibl­es por $8000 millones.

A fin de año podría comenzar el juicio por los casos Hotesur y Los Sauces, que tratan las presuntas maniobras de lavado de dinero que habrían permitido que retorne a las arcas de la familia Kirchner dinero de los empresario­s López y Báez.

En etapa de elevación a juicio oral quedó la primera parte del caso de los cuadernos de las coimas, donde Cristina está acusada de comandar una banda que recaudaba dinero de empresario­s, muchos de ellos cercanos al Gobierno. El combustibl­e político aceleró la instrucció­n de este caso, amenazado desde Dolores.

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Archivo la primera audiencia por el juicio de Vialidad

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