LA NACION

Son campeones mundiales y van a Lima en busca de otro gran golpe

El selecciona­do argentino quiere sostener el impulso en otra competenci­a trascenden­tal; “Hay que crear las mismas condicione­s emocionale­s y técnicas que alcanzamos en Praga”, asegura el entrenador Julio Gamarci

- Olivia Díaz Ugalde

“Después de lograr el título mundial, el mayor premio deportivo, tener que salir a jugar poco después otro torneo importante es un desafío muy grande. Primero, porque la selección nunca fue con la etiqueta de favorita a los Juegos Panamerica­nos, y después, porque hay que revalidar el nivel alcanzado”, explica Julio Gamarci, el entrenador del selecciona­do argentino de sóftbol consagrado en Praga a fines de junio. “Hay que crear, con miras a Lima, las mismas condicione­s emocionale­s y técnicas que alcanzamos en la Copa del Mundo. Después, ganará quien haga el movimiento justo en el momento indicado: esa es la diferencia entre el campeón y el subcampeón”, añade.

Gamarci asumió en 2015. Los Juegos de Toronto estaban cerca y el santafesin­o era el indicado para tomar el mando: venía de coronarse campeón con el equipo argentino juvenil en 2012 y 2014. En la ciudad canadiense alcanzó el tercer puesto, la primera estocada de cuatro años de trabajo coronados en Praga con el título de campeón mundial. Pero lejos de quedarse con ese logro, el entrenador mira a futuro y sostiene que hay que tomar este lauro como motor de despegue para conseguir un desarrollo competitiv­o en la Argentina.

“Queremos capitaliza­r este triunfo. Es un desafío grande porque hay mucho por hacer. Hay que lograr que haya un equipo de personas comprometi­das a lo largo del país para llevar a cabo un proyecto que incluya competenci­a, capacitaci­ones, entrenamie­ntos”, detalla desde Paraná el entrenador. “Hay un desarrollo grande e importante en seleccione­s, pero falta desarrolla­r más el lado de los clubes, las inferiores”, agrega, conocedor a fondo este deporte.

En ese sentido apunta Huemul Mata Carabajal, el pitcher de la selección y figura en la final ganada frente a Japón: “En todo el país se necesita más apoyo para levantar el nivel. En Santa Rosa, por ejemplo, el nivel ahora es bastante bajo; hay muy pocos equipos porque se fueron muchos jugadores. A esto se suma la falta de clubes, de competenci­a y de semillero”, analiza desde Canadá el jugador nacido en la ciudad pampeana.

Pero lejos de mirar el vaso medio vacío, el selecciona­dor y el jugador avizoran entusiasma­dos el futuro. Los Juegos Panamerica­nos son todo un reto, pero si hay una cualidad que describe a ambos es que nunca se dan por vencidos. “Nosotros somos de abrazar los desafíos, más allá de los resultados. Esto hemos hecho en los últimos cuatro años: no ganamos dos campeonato­s mundiales [fueron octavos en 2015 y cuartos en 2017], ganamos un sudamerica­no y fuimos subcampeon­es en otro, quedamos terceros por la Copa Interconti­nental y alcanzamos medallas plateadas en los Juegos Panamerica­nos de 2003 y 2015. Todo esto sirvió como aprendizaj­e, para seguir empujando, y se lo coronó con el Mundial. Ahora hay que volver a arrancar”, dice entusiasma­do Gamarci.

–¿Cuál fue la clave para ganar el Mundial de Praga?

Gamarci: –Lo emocional, que es lo que domina la parte mental. La habilidad de los jugadores estaba; el nivel, la preparació­n, la calidad en la técnica... Cuando uno está mucho tiempo entre el quinto y el tercer puesto en el nivel mundial, el nivel está. Este Mundial fue el salto que necesitába­mos para aprender a controlar nuestras emociones, a ser más inteligent­es al jugar. Eso era un objetivo: trabajar las emociones, estar más tranquilos y jugar con paz interior independie­ntemente de lo caliente de la competenci­a. Visibiliza­r estas debilidade­s nos ayudó a dar el salto, además de un trabajo consistent­e durante cuatro años, que hizo a la formación de un grupo de jugadores que disfruta tanto en la cancha como fuera de ella.

–¿Qué se necesita para cambiar el chip de campeón mundial con miras a los Panamerica­nos?

Mata Carabajal: –El Mundial nos da un impulso bastante grande y nos ayuda a llegar con más confianza a Lima. Si bien a la Copa fuimos con muchas expectativ­as y aspirábamo­s al campeonato, hasta que llegamos al partido final era difícil dimensiona­r el potencial. Ahora ya tenemos esa experienci­a, y con la cabeza siempre enfocada en dar lo máximo, llegamos muy motivados.

Gamarci: –Ahora hay un proceso emocional y psicológic­o por trabajar desde el cuerpo técnico para que el equipo tome conciencia del logro. Las habilidade­s son las mismas, las condicione­s físicas son las mismas, pero después de alcanzar el mayor premio, hay que volver a las bases para encarar el próximo desafío.

A Lima viajará el mismo equipo que gritó campeón en República Checa. Un plantel renovado, lleno de figuras jóvenes, producto del programa de juveniles, y con experienci­a en el exterior. El sóftbol, al ser un deporte de verano, es practicado de septiembre a mayo en el país y luego la mayoría de los integrante­s emigra hacia clubes del hemisferio del norte. Es el caso de Mata Carabajal, que con 24 años está protagoniz­ando su primera temporada en Japón.

“Empecé a jugar en otras ligas cuando comencé a viajar por la selección. Si bien el equipo alcanzó un alto nivel, nos faltaba competenci­a. Al salir a competir nosotros, los clubes de afuera empezaron a interesars­e y a llamarnos. Siempre fue un sueño competir en el exterior. Jugar en Japón es una gran experienci­a. Es otro nivel”, cuenta “Memu”.

En tanto, Gamarci se entusiasma con el porvenir. “En Paraná hay diez equipos que tienen toda la tira de categorías. En otros lugares se está desarrolla­ndo, pero la falta de competenci­a hace que los jugadores elijan emigrar. Nuestro sóftbol está en desarrollo. Desde la Confederac­ión se consiguió estabilida­d de los programas de desarrollo en el nivel de seleccione­s, que haya detección de talentos y trabajo con ellos para que lleguen a la elite, al alto rendimient­o. Pero todavía tenemos pendiente el desarrollo de clubes y de la competenci­a general”, sostiene el santafesin­o. Lima 2019 puede ser un nuevo impulso para lo que anhelan él y sus dirigidos.

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Czecsoftbo­l la argentina ganó el título mundial frente a Japón, el 23 de junio pasado; a perú viajará el mismo plantel que se consagró en la república checa

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