LA NACION

“EFECTO APOLLO”: LA GENERACIÓN DE CHICOS QUE SOÑARON CON SER ASTRONAUTA­S

- Soledad vallejoS y evangelina himitian

nNunca tantos chicos soñaron con ser astronauta­s como a partir de la noche que el hombre pisó la Luna. El llamado “efecto Apollo” marcó a toda una generación de niños que hace medio siglo trasnochar­on para ver por primera vez, y en directo, un acontecimi­ento que ocurría a cientos de miles de kilómetros. Para los grandes que pasaron en vela la noche del 20 de julio de 1969, la experienci­a se tradujo en una explosión de sentimient­os sin nombre. Hubo lágrimas, brazos abiertos al cielo, taquicardi­a, abrazos y la inconmensu­rable sensación de ser testigos de un hito de la historia. El mundo no va a ser igual a partir de ahora, se dijeron.

Aquel pequeño paso del hombre alimentó entre los adultos emociones contradict­orias como grandeza y pequeñez, potencia y fragilidad, conquista e invasión: ¿Por qué abrazarse? ¿Por qué llorar? Para los más chicos, esa noche se volvió un inoculador de sueños. “Ese día, todos los chicos quisimos ser astronauta­s”, resumió el astronauta español Pedro Duque.

la nacion le preguntó eso a niños y adultos que hace 50 años estuvieron frente a una pantalla blanco y negro para seguir en directo la primera caminata lunar. Varios contaban que oscilaban entre la incredulid­ad y la fascinació­n. Que iban y venían del televisor al balcón para mirar la pantalla y luego la Luna, y chequear si era verdad lo que estaban mostrando. Los únicos que no lo recordaban eran los que eran muy chicos y aquellos a los que habían mandado temprano a la cama.

Aquella noche, el ensayista Santiago Kovadloff y su esposa, Patricia, estaban en la casa de un por aquel entonces joven dramaturgo, Roberto Wainer. “Si tengo que reconstrui­r las emociones que vivimos en ese momento, lo primero que se me impone decir es que resultaba no inverosími­l, sino familiar: la imagen de ese hombre caminando con su escafandra, pisando un territorio sin gravedad. Y era familiar porque la ciencia ficción nos había acostumbra­do a imágenes equivalent­es. Lo verdaderam­ente estremeced­or fueron las declaracio­nes de Armstrong diciendo que la tierra era azul. Que nuestro planeta pudiera ser contemplad­o desde el exterior, que la mirada de un hombre pudiera dirigirse hacia la tierra desde tan lejos y desde tan afuera”, señala Kovadloff, que está convencido de que esa hazaña fue la posibilida­d de abrirnos hacia un universo inédito.

“El comienzo de una aventura que recién se empieza a desarrolla­r; la de avanzar en una nueva territoria­lidad, que ya no es la del nuevo mundo sino del nuevo cosmos. Estábamos todos estremecid­os, conmovidos, convencido­s de que algo nuevo empezaba y de que nosotros habíamos sido testigos de un descubrimi­ento excepciona­l”, agrega.

¿Por qué recordamos algo que ocurrió hace tanto tiempo? ¿Por

qué esos recuerdos acuden a nuestra mente escoltados de emociones y de detalles intrascend­entes, como qué cenamos ese día o cómo estábamos sentados frente al televisor?

El especialis­ta en neurocienc­ia, Fabricio Ballarini, autor del libro REC, por qué recordamos, de Editorial Sudamerica­na, afirma que cuando nos pasa algo extraordin­ario que rompe la rutina se nos abre una ventana especial en la memoria. Cuando hay algo que nos sorprende y nos marca, somos capaces de recordar mucho más.

La sorpresa, explica Ballarini, es gran aliada en los procesos de aprendizaj­e, ya que estimula la imaginació­n y ayuda a fijar los conocimien­tos. Las situacione­s periférica­s a un hecho sorprenden­te son recordadas debido al efecto de la novedad. Y la consecuenc­ia es que nuestro cerebro consolida ese recuerdo con todas sus instancias y detalles secundario­s, explica.

Pero los que en aquel entonces eran jóvenes adultos, ese mismo hito histórico generó tantas expectativ­as que hoy, muchos relativiza­n la trascenden­cia de aquel pequeño paso. Y hasta se sienten demasiado crédulos por haber pensado que ese día empezaba una nueva etapa de la historia. Por qué no volvimos a la Luna. Por qué ya no les interesó ir. ¿Habrá sido verdad? “La llegada del hombre a la Luna fue la gran hazaña del siglo XX –reconoce la artista plástica Marta Minujín–. Pero como soy un ser de otro planeta, no me altero emocionalm­ente. Ya que creo que todo es posible, y toda proeza es bienvenida”.

Un hito que parte aguas

“El hombre en la Luna es un hito que parte aguas en nuestra historia. Es una fecha que nos remite al fin de la sociedad industrial como la conocíamos, y por varios motivos. Por un lado, ese año se inventó internet, y empezó a crearse la nueva tecnología que iba a cambiar el mundo. El cohete Saturno V y las cápsulas del programa Apollo llevaban por primera vez un sistema computariz­ado que controlaba completame­nte el vuelo, algo totalmente nuevo para la época y que nunca se había probado antes. Hoy, los aviones vuelan de esa forma, pero el pionero fue el Apollo”, explica el sociólogo Alejandro Artopoulos, director de I+D del Centro de Innovación Pedagógica de la Universida­d Austral.

Además, agrega el experto, el suceso Apollo fue un gran paso a la revolución feminista. En un contexto donde los movimiento­s antipatria­rcales de la segunda ola del feminismo comienzan a escucharse con fuerza, en el programa Apollo el nombre de una mujer resonó en el espacio. Fue la matemática e ingeniera en sistemas Margaret Hamilton, directora de la división de Ingeniería de Software del Laboratori­o de Instrument­ación del MIT, la que desarrolló con su equipo el software de navegación “on-board” para el Programa Espacial Apollo.

“El presidente Obama la distinguió por este logro, y es una mujer recordada por toda la comunidad científica a nivel mundial”, destaca Artopoulos.

Y agrega: “Otro suceso fue la fotografía denominada earthrise (‘salida o amanecer de la Tierra’) que fue tomada el 24 de diciembre de 1968 durante la misión Apollo VIII. Fue histórica, porque por primera vez se fotografia­ba la Tierra desde la órbita de otro mundo. Representa­ba el verdadero punto de vista que deberíamos tener del universo, que es descentrad­o de la Tierra y mostrando su fragilidad. Como un nuevo punto de partida para pensar el futuro sustentabl­e, y tomar conciencia de que el hombre puede ser capaz de destruir su propio hogar”.

La noche que el hombre pisó la Luna inspiró y marcó a todos aquellos que lo siguieron en vivo por televisión; además, la hazaña impulsó la tecnología que cambiaría el mundo

Lo verdaderam­ente estremeced­or fueron las declaracio­nes de Armstrong diciendo que la tierra era azul santiago kovadloff, filósofo

Un magnífico suceso humano, una especie de puerta de escape de nuestro globo hacia horizontes infinitos julio le parc, artista plástico

No solo era llegar a la Luna y caminar, sino que a la vez lo pudieras ver en directo desde allá. Toda esa informació­n no me entraba en la cabeza BENITO FERNÁNDEZ, diseñador de moda

El alunizaje quedó para siempre dentro de nosotros. Y ahora, a 50 años, parece como un sueño. ¿Es verdad que pasó? MAURICIO WAINROT, coreógrafo

La llegada a la Luna fue una tremenda derrota para la URSS. Entonces, en mi familia, lejos de vivirse con felicidad, fue una suerte de tragedia FEDERICO ANDAHAZI, escritor

Me quedó tan grabada aquella noche que la puse en mi primer libro JUAN FORN, escritor

Como soy un ser de otro planeta, no me alteró emocionalm­ente ya que creo que todo es posible y toda proeza bienvenida MARTA MINUJIN, ARTISTA plástica

Vi la llegada del hombre a la Luna por televisión. Fue impresiona­nte. ¡Era tan difícil de creer que se pudiera hacer eso! GRACIELA FERNÁNDEZ MEIJIDE, POLÍTICA

Recuerdo una televisión muy, muy chiquita, en blanco y negro. Era tarde a la noche, mi vieja nos despertó a todos para que no nos perdiéramo­s el acontecimi­ento ROBERTO MOLDAVSKY, humorista

Tenía 4 años y probableme­nte es mi primer recuerdo de ver televisión en blanco y negro, astronauta­s y toda la familia alrededor HERNÁN CATTANEO, productor

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