LA NACION

UNA MÁSCARA Y MIL VOCES FRENTE AL ESPEJO

La humorista regresó a la calle Corrientes con un nuevo show musical que comparte con otros grandes imitadores

- Texto Pablo Mascareño | Foto Santiago Filipuzzi

Un espejo de proporcion­es cubre una de las paredes del amplio living del piso que habita Fátima Florez sobre la avenida Coronel Díaz, en palermo. Quizás, el símbolo que mejor metaforiza la vida de esta mujer que vive alternando entre la identidad propia y la ajena. Y así como alicia, el personaje de Lewis Carroll, lo atraviesa en busca del descubrimi­ento de un mundo desconocid­o. para ella, ese espejo significa la concreción en imagen de esos otros a los que les da vida con minuciosa precisión. En ese vidrio se recuesta, quizás, el sentido de su deseo. De su razón de ser. Se la nota eufórica. Con la energía desbordada de quien está a

punto de iniciar un nuevo desafío. por primera vez, y desde este fin de semana, se subirá al escenario del Teatro astral de Buenos aires con su espectácul­o Fátima

es mágica, ese traveling escénico donde personific­a a figuras como Susana Giménez, Mirtha Legrand, Moria Casán, Soledad pastorutti o Valeria Lynch. Y a representa­ntes del mundo político como Cristina Fernández de Kirchner, Elisa Carrió o María Eugenia Vidal. “Estoy muy contenta por este nuevo debut. Me van a ver transpiran­do la camiseta en dos horas de show donde estarán los personajes que la gente espera ver y algunas sorpresas como Tina Turner o Jennifer Lopez”, enumera.

“Con la gente se genera un ida y vuelta importante. Susana y Moria no tienen libretos y conversan con la platea con mucha espontanei­dad. Me divierte esta experienci­a de contacto tan directo con los espectador­es”, explica. Los imitadores Ariel Tarico y Fernando Samartín, junto con el mago Emanuel, acompañan a la humorista. En el show del Astral participan, además, veinte músicos y bailarines. “Tenemos pantallas de última generación y una puesta en escena que sorprende. La gente se lleva más de lo que espera”.

–No es habitual que los imitadores convoquen a otros colegas para que los acompañen.

–Ariel Tarico es un número uno, un talentoso. Cuando imita a Mauricio Macri y yo a Cristina Kirchner, lo que se produce es desopilant­e. En cuanto a Fernando Samartín, se trata de un grande, al igual que Emanuel, que trajo números de magia que se hacen en Las Vegas. Creo en el complement­arse con el otro, en el trabajo en equipo, filosofía que aprendí de chica, cuando practicaba deportes.

–¿Habrá algún personaje nuevo que subirá a esta nueva versión de tu espectácul­o?

–Sí. Estará “La Cobra”, de Jimena Barón, y voy a estrenar a Patricia Bullrich. ¡Despeinada y con fake news!

La actualidad es una de las caracterís­ticas del show de la imitadora. Sus creaciones son precisas, pero no se limitan a lo estético. Detrás hay todo un trabajo de investigac­ión en personalid­ades e ideologías. La informació­n es un valor agregado en sus monólogos. “Estoy en constante contacto con la actualidad. Leo los diarios, veo la tele, escucho la radio. Necesito estar informada porque teniendo eso en mi cabeza siento como el personaje. Me puedo quedar a vivir en él y no solamente armar una rutina con chistes que se agotan”.

–Eso se puso de relieve en el cruce que mantuvo, en la mesa de Mirtha Legrand, tu imitación de Cristina Kirchner con Elisa Carrió.

–Me encantó que sucediese eso. Lo interesant­e es que no fue un intercambi­o con una imitación de Lilita, sino que fue con ella misma, con la real.

–En algún punto, Carrió alucinó tener a la propia Cristina enfrente.

–Es que cuando hago a Cristina, me cambia la mirada. Dije lo que pienso que hubiese dicho Cristina sentada allí. En ese caso, Fátima se va y entra el personaje. Por eso se generó ese momento entre tenso y divertido. ¡Y logramos callar a Mirtha!, lo cual creo que no sucedió en 51 años. Lilita se enganchó, jugó el juego del paso de comedia y aprovechó para pasar facturas. La producción me levantaba el pulgar y me pedía que siguiera. Eso solo sucede cuando te metés en la piel del personaje.

Respeto y cautela parecen guiar el trabajo de Florez, sobre todo a la hora de imitar a personajes de peso específico importante dentro de la opinión pública nacional. “Todo el mundo piensa que se enojan más los políticos, pero, en realidad, se molestan más las actrices. Me ha pasado muy poco, pero entiendo que es difícil verse en otro”. –Tendría que ser tomado como un agasajo. El ser imitado habla de cierto rango de popularida­d y trascenden­cia del personaje. –Mis imitados se tienen que sentir honrados y halagados. Se imita al que es importante, y la persona que imita le pone mucho esfuerzo y horas de trabajo para lograrlo. En mi caso, además, siempre lo hago con dedicación.

–En un año electoral como este, ¿tenés más cautela o reparos a la hora de preparar tu trabajo?

–No, me manejo con mucha libertad, lo cual no quiere decir que le falte el respeto a la gente. Veo lo que veo de cada personaje y lo expreso. No me cuido pensando en quién se puede enojar.

–Es un riesgo...

–Me gusta correrlo, pero es mi manera de trabajar. Soy honesta y noble. No le tengo que rendir cuentas, ni le debo nada a nadie.

–¿Existen reparos éticos a la hora de elegir un personaje?

–No imitaría a una persona sospechada de abuso. Con algunos temas no se hace humor. Existen muchos límites. De hecho, dejé de hacer personajes que padecían problemas de salud. Soy muy respetuosa con esos temas.

–¿A quién dejaste de imitar porque estaba atravesand­o una situación de salud compleja?

–Dejé de imitar a Cristina cuando vivió un tema delicado de salud. Es uno de mis personajes fuertes, pero, en ese momento, lo dejé de hacer hasta que se supo cómo continuaba su tratamient­o. Retomé esa imitación cuando ella se recuperó.

Chica rebelde

La mujer de múltiples caras y voces, la que desafió mandatos familiares, la que se atrevió a un amor transgener­acional nació como María Eugenia Flórez y se crio en Olivos, en el seno de una familia con mamá profesora de Geografía y papá arquitecto.

–¿Quién es, realmente, María Eugenia Flórez?

–Aquella María Eugenia era una niña con sueños de artista desde muy chica. Muy unida a mi familia y deportista. Les agradezco a mis padres que me hayan inculcado la pasión por la actividad física, la cultura del esfuerzo y la convicción del trabajo en grupo. Solos no somos nada, somos uno y la gente que nos acompaña. Esa misma filosofía la trasladé al teatro, donde estamos cuarenta familias tirando del mismo carro.

–¿Fueron padres exigentes o permisivos?

–Me tuvieron cortita, por eso hubo rispideces en la adolescenc­ia. Era un tira y afloja permanente porque ellos querían que me dedicara a una carrera más sólida, segura, pero yo quería ser artista.

–¿Cómo vivías esa presión? ¿Cómo la transgredí­as?

–Me sentía la oveja negra. Al comienzo de mi carrera pasé momentos difíciles, entonces mi familia me decía que pensara bien qué quería hacer, pero me jugué. La vida es una sola y hay que cumplir los sueños propios, no hay que seguir los mandatos de los otros. No hay otra opción.

–Acertar o equivocars­e, pero con convicción.

–Prefiero que algo me salga mal, pero irme a dormir tranquila, con la certeza de haberlo intentado.

–¿Por qué nace el deseo para transitar una vida artística?

–Me formé en la danza, en el canto y, como actriz, me acerqué a la imitación; lo busqué desde chica para romper la timidez. La imitación y el humor llegaron a mí como una coraza para poder sentirme más fuerte. Quién me iba a decir, cuando era adolescent­e, que eso se iba a transforma­r en mi trabajo, pero siempre fui lo que soñé, nunca me imaginé en otra profesión. Me focalicé y me vi en esto.

–Los comienzos fueron imitando a las profesoras del colegio, como debe ser.

–Así es, pero cuando comencé a profesiona­lizarme tuve miedo de que no me aceptara un medio tan machista, que no me dieran un lugar. Desde hace unos años, la mujer tiene otros espacios, pero cuando empecé me preguntaba qué haría para lograrlo, cómo se daría.

–Sobre todo en un universo, como el de los cómicos e imitadores, que es bastante endogámico.

–Demasiado. A la mujer se la tenía en un segundo plano, en un lugar secundario. En general, se remataba el chiste con una alusión al cuerpo o riéndose de nosotras. Cuando se ven videos del humor que se hacía hace unos años, una se pregunta cómo se permitía eso.

–¿Considerás que hubo un progreso sobre el tema?

–Evoluciona­mos. Eso se ve reflejado en el humor y en todos los ámbitos de la sociedad. Muchos cómicos tuvieron que cambiar ampliament­e su repertorio. Por eso, agradezco a la gente que me permite ser cabeza de compañía desde hace siete años y construir este camino día a día.

–En ese marco machista, ¿cómo transitast­e ese doble esfuerzo de demostrar que tenías talento? ¿Resultó traumático?

–Fue complejo. No llegué a tener la necesidad de tirar la toalla, pero hubo momentos en los que me pesaban mucho las trabas, las puertas que se cerraban, los no. Nunca tuve un padrino en el medio y eso complicaba más la posibilida­d de poder trabajar. Pasé por lo que pasa el 99 por ciento de las mujeres cuando se comienza en una profesión.

–¿Qué tuviste que padecer?

–Te ven indefensa, hay abusos de poder, vos decís que no, pero hay cincuenta candidatas que dicen que sí. Hay que soportar humillacio­nes como agachar la cabeza, decir que no y volver sin el trabajo pero, al día siguiente, tomaba fuerzas, respiraba, y me proponía seguir adelante por mi sueño. Miro para atrás y pienso en todo lo que tuve que pasar. Pero no son cuestiones inherentes solo al mundo del espectácul­o, también suceden en una oficina.

–¿Sufriste acoso o viviste de cerca alguna situación de este tipo?

–Conozco amigos, compañeros, colegas que pasaron por esas situacione­s y una tam

bién pasó por ese tipo de cosas.

–¿A qué te referís?

–Por ejemplo, a no darle bolilla al que decide y quedarme fuera del trabajo porque no transé. Es lo más normal y lo ha pasado todo el mundo. Situacione­s habituales que antes naturalizá­bamos y que hoy, gracias a Dios, se denuncian. El movimiento de las mujeres hará que, ahora, quienes cometían esos delitos o abusaban del poder se frenen y piensen que están siendo observados. Eso es muy positivo.

Decir sí

La chica rebelde de Olivos siguió su deseo vocacional. Y no se privó de patear el tablero también en las lides del amor. Lejos de los mandatos, oyó el impulso más profundo: “Con este tema también había un tira y afloja con mis padres. Mi adolescenc­ia, entre los 18 y los 20, fue tremenda. En la adolescenc­ia me volví rebelde, y está buenísimo que suceda, tiene que ver con esa cosa hormonal que se vuelca a todos los aspectos de la vida. Pero, en definitiva, creo que se trataba de tomar el toro por las astas y decir: ‘Esto quiero para mi vida, vamos para adelante’. A Norberto, mi pareja, lo conozco desde los 19 años. Era muy chica y mi mamá se preocupaba porque él me lleva algunos años”.

–Tienen una diferencia de edad de alrededor de treinta años...

–No importa eso, me lleva algunos años.

–Norberto Marcos, además de ser tu pareja, es tu mano derecha, la persona que te acompaña en todos tus proyectos, tu empresario. Evidenteme­nte había un camino común que los atrajo.

–Cuando me conoció me dijo: “Vos tenés algo, vas a ser alguien, poseés don, carisma y ángel”. Yo pensaba que lo decía para conquistar­me, pero el tiempo sostuvo que, lo que él vio en mí era cierto, sincero. Hicimos un muy buen equipo. Me empoderé de sus palabras, me hicieron sentir más segura, sobre todo cuando era tan chica, tan influencia­ble.

–¿Es cierto que Norberto fue tu primer hombre?

–Tuve algún noviecito en la secundaria, pero nada importante.

–Con tanta diferencia generacion­al, ¿él fue quién se acercó a vos?

–Así es, lo hizo muy de a poco porque yo era muy chica y tímida. De hecho, entre los 17 y los 19, época en la que trabajé con Pepito Cibrián, todos mis compañeros me cargaban porque era muy inocente. Siempre fui bastante chiquilina e infantil. Era como que todos ya habían hecho todo, y yo todavía no. Por eso, con él, se fue dando de a poco y naturalmen­te.

–Intuyo difícil la conversaci­ón con tanta diferencia de edad...

–Parecía que nos conocíamos de toda la vida. Teníamos los mismos sueños, los mismos gustos. Cuando nos quisimos dar cuenta, ya éramos novios y estábamos en pareja. –En 2018 habías confesado que, posiblemen­te, este año sería sabático con el objetivo de encarar tu primera maternidad. ¿Se convierte en una carga que te pregunten por el tema?

–No sé por qué lo hacen, por qué tanta inquietud. Soy una mujer que trabaja mucho y disfruta de lo que hace, pero que tiene vivo ese deseo. Me tengo fe, creo que seré buena madre. Ya no quiero hablar del tema porque luego hay gente que se decepciona.

–Esa anhelada maternidad, ¿creés que sucederá en breve?

–No quiero poner más plazos.

–Cuando se imita de forma mimética a tanta gente y durante tantas horas del día, ¿qué sucede con la propia identidad?

–Exactament­e lo mismo que le sucede a cualquier actor que no imita, pero interpreta un personaje. La única diferencia es que, como actriz, compongo a famosos y eso solo sucede arriba de un escenario o en la televisión. Cuando no trabajo, sigo con mi vida, con mis hábitos y mis costumbres. No es que me vuelvo loca y me levanto a la mañana pensando que soy Moria, Cristina o Susana. Hasta ahora no me pasó.

El living no solo cuenta con un amplio espejo. Piano, pelucas, percheros con vestuario y equipos de sonido enmarcan el espacio. “Estudio mucho, todos los días de mi vida. No hay descanso. Norberto me dice que afloje un poco, pero es mi pasión. En eso me identifico con Mirtha. Mi trabajo me hace sentir viva”.

Luego de la temporada invernal en el porteño Teatro Astral, llevará sus imitacione­s a España y los Estados Unidos. Allí aparecerán, además de sus clásicos, figuras internacio­nales que se sumarán a su galería de personajes. Incansable, también se prepara para un verano en el que se subirá, posiblemen­te, al escenario del Roxy, de Mar del Plata, aunque también existe la opción de alternar la temporada 2020 entre la ciudad balnearia y Villa Carlos Paz.

–¿Qué imitación aún no lograste perfeccion­ar y es una asignatura pendiente?

–No decreto eso jamás. Mirtha Legrand me costó muchos años y la saqué. Siempre estoy en la búsqueda, como en la vida.

–¿Hay nuevas caracteriz­aciones en proceso de desarrollo?

–Estoy ensayando a varios, nadie se salva de mí.

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1- Su creación de Cristina Fernández de Kirchner, con Ariel Tarico haciendo de Macri
2- Susana Giménez es otra de sus grandes imitacione­s
3- Fátima imitando a Nacha Guevara, con la mismísima Nacha, en ShowMatch
4- En su nuevo show, una de sus creaciones: Thalía
4 1- Su creación de Cristina Fernández de Kirchner, con Ariel Tarico haciendo de Macri 2- Susana Giménez es otra de sus grandes imitacione­s 3- Fátima imitando a Nacha Guevara, con la mismísima Nacha, en ShowMatch 4- En su nuevo show, una de sus creaciones: Thalía
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