LA NACION

Macron pierde a un ministro por sus gastos fastuosos: cenas con langostas y vinos de ₣500

De Rugy renunció a la cartera de Ecología tras quedar en la mira por las denuncias de los medios

- LUISA CORRADINI CORRESPONS­AL EN FRANCIA

PARÍS.– El ministro de Ecología francés, François de Rugy, tercera figura del Estado, renunció ayer a su cargo, acusado de incurrir en “gastos excesivos” por haber organizado “cenas pantagruél­icas” cuando era presidente de la Asamblea Nacional y gastado 63.000 euros para renovar el departamen­to de función que ocupaba en la sede de su ministerio.

François de Rugy, de 45 años, que hace 10 meses reemplazó al icónico ecologista Nicolas Hulot, llevaba varios días en el ojo de una tormenta provocada por las denuncias de la prensa sobre sus gastos excesivos financiado­s con dinero del contribuye­nte.

“Los linchamien­tos en los medios me obligan a dar un paso atrás”, explicó en su renuncia, presentada tras una semana de revelacion­es sobre las cenas de carácter privado organizada­s en el suntuoso palacete que ocupaba como titular de la Cámara de Diputados. A esas comidas asistían en particular amigos de su esposa, periodista de la revista del corazón Gala.

En otros casos recibió a algunos lobistas del sector energético. A su pedido, sin embargo, esas reuniones no figuraban en su agenda oficial. En todo caso, ninguno de los invitados tenía relación con las funciones oficiales ni protocolar­es de François de Rugy. El portal de investigac­iones Mediapart, famoso por sus revelacion­es, mostró fotos para probar que en esos ágapes se consumían vinos MoutonRots­child 2004 y Château ChevalBlan­c 2001, de más de 500 euros la botella, así como langostas gigantes y otros platos que calificó de “manjares”.

En medio de esa tormenta mediática, De Rugy destituyó a su directora de gabinete, Nicole Klein, que ocupaba una vivienda social en París desde 2001, cuando ya era alta funcionari­a, y que conservó hasta 2018. Algunos medios conjeturar­on que esa medida fue una venganza por estimar que su asistente había sido la fuente de las revelacion­es de Mediapart.

De inmediato, el sitio de informació­n denunció que, a su vez, el ministro había alquilado una casa en Nantes que, por sus condicione­s preferenci­ales, solo podía ser ocupada por personas con un limitado nivel de ingresos.

La polémica se transformó en un auténtico escándalo político luego de una nueva ola de revelacion­es de Mediapart, que aseguró que De Rugy había gastado otros 63.000 euros de dinero público para renovar la pintura de su apartament­o privado ministeria­l, en el que también cambió la alfombra, el parquet y los baños, e hizo instalar un gran vestidor que costó casi 17.000 euros.

Poco después del anuncio de su renuncia, Mediapart publicó nuevas revelacion­es que afirman que en 2013 y 2014, cuando era diputado, destinó 9200 euros de sus gastos de representa­ción para pagar una parte de sus cotizacion­es a Europa Ecología-Los Verdes, partido en el cual militaba hasta que adhirió a la campaña presidenci­al de Emmanuel Macron.

Todo parece demostrar que De Rugy fue víctima de su propia imagen de “justiciero”.

La opinión pública y parte de los dirigentes –tanto del gobierno como de la oposición– adoptaron una actitud inflexible porque al principio del gobierno de Macron De Rugy había impulsado una serie de reformas destinadas a aumentar la transparen­cia de la actividad parlamenta­ria y “moralizar la vida política”.

Este episodio, que sobreviene luego de varios escándalos de corrupción y de la crisis de los “chalecos amarillos”, sugiere que la opinión pública francesa llegó al límite de su tolerancia con respecto a los excesos y privilegio­s de la clase política.

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Lionel bonaventur­e/afp De Rugy, en un acto en París

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