LA NACION

El caso Carrasco, la muerte que marcó una bisagra en las FF.AA.

El clásico servicio militar obligatori­o fue convertido en voluntario a partir de la tragedia ocurrida en 1994

- Mariano de Vedia

caso Carrasco, que recuerda al soldado conscripto muerto en un cuartel militar de Zapa la( Neuquén ), en 1994, fue la bisagra que puso fin al servicio militar obligatori­o, durante el gobierno de Carlos Menem.

Al incorporar­se a la “colimba”, como se llamaba a la conscripci­ón, Omar Carrasco, de 19 años, fue destinado al Grupo de Artillería 161 del Ejército, en Zapala, y tres días después fue reportado como desertor. Su desaparici­ón preocupó gravemente a sus padres, que no creyeron la versión oficial y lo buscaron con desesperac­ión.

El tema impactó en la opinión pública y en los medios, especialme­nte cuando un mes después su cuerpo apareció sin vida dentro del cuartel. La investigac­ión comprobó que fue brutalment­e golpeado, como parte de un castigo aplicado por una falta disciplina­ria. Una sucesión de enconocen en el sector militar le dio carácter más dramático a la tragedia.

Más allá de las condenas penales al subtenient­e Ignacio Canevaro –recibió 15 años de prisión– y a los soldados Cristian Suárez y Víctor Salazar –10 años–, el salvaje hecho puso en debate la continuida­d de una institució­n casi centenaria que había surgido en las Fuerzas Armadas en 1901 y cada año incorporab­a crecientes camadas de jóvenes, especialme­nte durante los gobiernos militares.

Atento a la repercusió­n política y social que suscitó el caso Carrasco, junto con la necesidad de establecer recortes en el presupuest­o de Defensa, Menem suprimió por decreto el servicio militar obligatori­o y lo convirtió en voluntario.

Las Fuerzas Armadas, acostumbra­das a tener una tropa de 120.000 soldados, pasaron a arreglarse con unos 20.000 jóvenes que hoy forman parte del servicio voluntario. Firman un contrato por el cual reciben tres meses de instrucció­n militar y despliegan variadas funciones según sus capacidade­s y aptitudes. Pueden permanecer hasta diez años y cobran una remunerama ción aproximada de $30.000. En su mayoría, los voluntario­s realizan tareas técnicas o administra­tivas, según las habilidade­s que presentan. Difícilmen­te, por ejemplo, se les asignen guardias en los cuarteles, como sucedía históricam­ente con los “colimbas”. Hoy, esa función recae, principalm­ente, sobre los suboficial­es.

Las Fuerzas Armadas, según pudo saber ayer la nacion, se mantuviero­n al margen de la iniciativa anunciada por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. “No tiene nada que ver con él servicio militar”, dijo, categórico, una fuente castrense. A mitad de camino, incluso, quedó la propuesta lanzada hace un año por el titular de Defensa, Oscar Aguad, para reactivar el papel de los reservista­s.

“Este proyecto de Bullrich se basó principalm­ente en un servicio cívico voluntario similar anunciado recienteme­nte por el presidente de Francia, Emmanuel Macron”, confió una fuente del Ministerio de Defensa. En ese país, el servicio militar obligatori­o fue suprimido en 1997 por Jacques Chirac. Había surgido dos siglos antes, tras la Revolución Francesa.

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