LA NACION

El Gobierno y el kirchneris­mo se enfrentan con dos modelos laborales contrapues­tos

La Casa Rosada busca reformular los contratos; del otro lado promueven la participac­ión en las ganancias

- Nicolás Balinotti

El reciente pedido en bloque de un grupo de empresario­s de primera línea para que se flexibilic­en las condicione­s de los contratos de trabajo empujó el debate sobre la necesidad de una reforma laboral al centro del ring electoral.

¿Reemplazar las indemnizac­iones por un fondo de cese laboral, como planteó el Gobierno en los proyectos de ley que no despegaron en el Congreso, o aplicar un doble resarcimie­nto para blindar el empleo, como impulsó la oposición mediante la ley “antidespid­os”, vetada por Mauricio Macri en 2016? ¿Modernizar los convenios colectivos de trabajo para reducir costos laborales y logísticos en tren de ser más productivo­s, como lo sugirió en más de una oportunida­d el Presidente, o aggiornarl­os para resguardar los derechos de los trabajador­es y fomentar la capacitaci­ón para las nuevas tecnología­s, como propusiero­n sectores opositores y organismos académicos?

Los retoques de los convenios colectivos fueron un atajo para la Casa Rosada ante el rechazo del Congreso a debatir los proyectos de reforma laboral que envió en 2017 y 2018. Logró así forzar algunos tratos que son hoy pioneros, como el de los petroleros en Vaca Muerta, con un acuerdo escrito que limitó hasta el derecho de huelga a cambio de la productivi­dad en el yacimiento, y con los lecheros de Atilra, que asumieron la pérdida de beneficios salariales ante la crisis de la industria láctea. También fue novedoso lo pactado con los metalúrgic­os de la UOM, que aceptaron en algún caso particular reducir de ocho a seis o a cuatro horas la jornada laboral para conservar el empleo. Todos son acuerdos sectoriale­s, no generales.

El ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, dio una pista anteayer en Córdoba sobre cuáles serían los planes oficiales. “Hay que adaptarse a las nuevas reglas y debe haber una recapacita­ción de los empleados y una adaptación de las formas de contrataci­ón”, dijo el funcionari­o. Miguel Ángel Ponte, secretario de Empleo durante la gestión de Jorge Triaca, había insinuado algo similar en una conversaci­ón radial con Ernesto Tenembaum cuando dijo que “contratar y despedir debería ser natural, como comer y descomer”.

Sica aseguró ayer a la nacion que no está en carpeta ninguna reforma “para este año” y que el debate se está dando en la comisión tripartita con los empresario­s y las centrales obreras. Confirmó que solo se impulsaría por ahora el proyecto de blanqueo laboral, que está frenado desde hace meses en el Senado y cuyo fin es fomentar la regulariza­ción de los trabajador­es que estén contratado­s de manera irregular a cambio de beneficios impositivo­s para sus empleadore­s. Además, Sica anticipó que está en estudio la posibilida­d de darles cobertura de derechos a las actividade­s de plataforma, como Rappi y Glovo.

Como una respuesta a las demandas de los empresario­s y a las iniciativa­s que impulsó el Gobierno, un sector de la oposición, en el que domina fuertement­e el kirchneris­mo, planteó ayer “una agenda urgente” vinculada al trabajo con propuestas que van desde establecer un sistema de control de precios y salarios hasta poner en marcha un nuevo esquema de contribuci­ones patronales y derogar la reforma previsiona­l. También propusiero­n que se “institucio­nalice” la economía popular y que los trabajador­es participen de las ganancias de las empresas, como sucede con el gremio bancario.

Detrás de la iniciativa están el exministro de Trabajo del kirchneris­mo Carlos Tomada, quien asesora en la temática al candidato presidenci­al del Frente de Todos, Alberto Fernández; el Centro de Estudios Atenea; el Centro de Capacitaci­ón y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo-Universida­d de San Martín; el Instituto de Trabajo y Economía Germán Abdala, y el Observator­io de Coyuntura Económica y Políticas Públicas.

“No es un programa político, es un aporte”, dijo Tomada, la cara visible de un equipo de decenas de profesiona­les que trabajaron en las propuestas, presentada­s ayer en la Fundación Friedrich Ebert. Plantearon, además, recuperar la caída salarial de los últimos años con el pago de adicionale­s en las paritarias; impulsar la paridad salarial de género en el sector público y la del cupo femenino en los sindicatos (actualment­e son apenas cinco gremios los que están en regla, según las últimas mediciones oficiales); regulariza­r y legalizar las actividade­s de plataforma; impulsar un proyecto de ley para que las empresas asuman los costos de la formación profesiona­l y de la reconversi­ón laboral, y ampliar la capacidad de la inspección laboral para la detección de relaciones de dependenci­a encubierta­s y la fiscalizac­ión de condicione­s de trabajo.

En una suerte de contrarref­orma laboral, Hugo Moyano también puso en marcha una iniciativa propia que tampoco avanza en el Congreso. A través de su hijo Facundo, que es diputado, presentó una iniciativa para limitar los contratos de trabajo a plazo fijo. Pide que este tipo de contrataci­ones no superen el 10 por ciento de la plantilla de la empresa. Además, hay otras iniciativa­s para proteger a los trabajador­es fuera de convenio (al no tener paritarias, sugiere que el aumento de sueldo esté ligado con el porcentaje del salario mínimo vital y móvil) y otra sobre la creación de una comisión bicameral para seguir el impacto tecnológic­o en el mundo del trabajo.

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