River sufrió demasiado, pero logró el desahogo en los penales
Arrancar oficialmente el semestre con un duelo mano a mano decisivo y sin margen de error puede ser tan motivador como perjudicial para un equipo que recién deja atrás la pretemporada. Pero, a contramano de esa posibilidad, para Gallardo era una gran oportunidad para que su equipo lograra mentalizarse y arrancar la temporada a pura intensidad. Más allá del deseo, su equipo tuvo una mala noche colectiva y no contó con rescates individuales. Apenas si pudo asegurarse el pase a los octavos de la Copa Argentina ante Gimnasia de Mendoza con el 5-4 en los penales, tras el 1-1 en el tiempo regular.
El millonario debió luchar más de lo que creía ante el equipo que milita en el Nacional B. Para afrontar el debut, y con la idea de darle rodaje a los titulares de cara a la ida de los octavos de final de la Libertadores del próximo martes ante Cruzeiro, el DT dispuso el mejor equipo a disposición, a excepción de los lesionados (Pratto y Scocco) y los seleccionados (Armani, Casco y Suárez). Lo malo fue la lesión de Ponzio –se presume muscular– en la primera etapa.
Aunque tuvo el control de la pelota, a River le costó transformar esa superioridad en peligro: fue un equipo largo, poco lúcido, repetitivo a la hora de atacar con sus laterales y con escasa profundidad y llegada al área rival. Y necesitó de Lux, un inesperado salvador, para sostenerse: en la primera parte le sacó un claro mano a mano a Carrizo y en el segundo tiempo le tapó un penal a Morales.
Con orden y sacrificio, Gimnasia estuvo lejos de sufrir, a punto tal que cuando fue golpeado por el gol de Palacios a 25 minutos del cierre, instantáneamente logró la igualdad con un cabezazo de Vera –perdió la marca Pinola y respondió mal Lux– en una pelota parada. River sufrió, pero consiguió el desahogo en los penales.