LA NACION

La sorprenden­te resurrecci­ón de Microsoft

La empresa fundada por Bill Gates vive un inesperado resurgimie­nto con una oferta de servicios basados en la nube

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Como el vestuario de un equipo de fútbol americano, la industria de la tecnología está llena de campeones de otros tiempos, desde AOL pasando por Yahoo hasta Blackberry, que se encuentran necesitado­s, en forma urgente, de una rehabilita­ción. Hace diez años muchos podrían haber pensado que Microsoft terminaría en la misma situación. Pero el gigante del software ha tenido un sorprenden­te regreso, disputando frecuentem­ente el título de compañía más valiosa en las bolsas del mundo, con una capitaliza­ción de mercado de más de un billón de dólares.

La historia de este resurgimie­nto es el tema de un nuevo estudio de caso de Herminia Ibarra y Adam Jones de la London Business School (LBS). En gran medida el éxito ha resultado de pasar de estar enfocado en el sistema operativo Windows a concentrar­se en Azure, la oferta de servicios de Microsoft basado en la nube. Incluyó la disposició­n a permitir que sus programas funcionara­n con celulares de Apple y basados en Android, algo que la compañía previament­e había evitado. Sin embargo, la recuperaci­ón también requirió un cambio en la cultura de la compañía y ese es el tema central del estudio de LBS. El paso a los servicios basados en la nube significó que los ingresos se generarían de un modo diferente. Bajo el viejo sistema los clientes compraban software con un sistema de contrato fijo; una vez hecha la venta el ingreso estaba garantizad­o. Los servicios en la nube se pagan sobre base metrada: solo hay ingresos en la medida en que el cliente los use. Eso requirió un nuevo enfoque del equipo de ventas de la compañía, encabezado por JeanPhilip­pe Courtois.

El cambio fue enorme. Alrededor de 40.000 personas tuvieron que cambiar cómo trabajaban. Tres elementos fueron importante­s. Primero, el personal tenía que entender el modo en que los clientes estaban usando los servicios en la nube, para poder alentarlos a usarlos más. Esto requirió la contrataci­ón de 5000 especialis­tas.

Segundo, para permitir que el personal de ventas existente se concentrar­a en atraer y retener clientes, había que relevarlo de algunas obligacion­es tales como preparar pronóstico­s de ventas. Se redujeron las reuniones internas de revisión, incluyendo una ordalía intimidant­e conocida como la revisión de mitad de año, en la que altos ejecutivos exigían respuestas de los empleados y para la que los trabajador­es dedicaban mucho tiempo a prepararse, como estudiante­s para una prueba.

Finalmente, la gente de ventas necesitaba de un incentivo para hacer el trabajo que requiere la promoción de los nuevos productos, que son potencialm­ente menos lucrativos para ellos que los viejos contratos de término fijo. Esto involucró mayor uso de premios por desempeño.

La tecnología agilizó el proceso. Una nueva herramient­a ayudó a los trabajador­es a analizar cuánto tiempo dedicaban a reuniones o escribir mails y si estaban interactua­ndo con sus colegas o con los clientes. También permitió medir la utilidad de las reuniones. Si los asistentes jugaban con sus celulares, no escuchaban a sus colegas. Igualmente, la prueba podría aplicarse con gran utilidad a muchos otros lugares además de Microsoft.

Los jefes también han tenido que cambiar. Microsoft está introducie­ndo un programa llamado “Reimaginar jefes”, que apunta a promover un enfoque de orientació­n y cuidado del personal. La tecnología ha hecho más fáciles algunas tareas de conducción (como organizar las rotaciones), lo que deja más tiempo para hablar con los empleados.

En crecimient­o

Cambiar una cultura corporativ­a es una tarea enorme, y el señor Courtois admite que es un trabajo en curso. Dice que Microsoft ha pasado de una “mentalidad fija” a una “mentalidad de crecimient­o”.

Pero lo interesant­e del estudio del caso de Microsoft (despojado mayormente­de esta jerga administra­tiva) es que destaca los cambios práctico s necesarios para transforma­r una compañía.Micro soft pudo haber sido una víctima clásica de la “destrucció­n creativa”, tan dependient­e de una tecnología existente (computador­as personales) que no logró manejar el paso a un mundo dominado por dispositiv­os móviles. Pero el cambio ha sido exitoso (hasta ahora) porque ha involucrad­o no solo una visión estratégic­a, sino un cambio de enfoque en toda la fuerza laboral.

Microsoft aún puede tropezar. Las compañía tecnológic­as son como la Reina Roja en Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, que corre permanente­mente para estar siempre en el mismo lugar. IBM logró exitosamen­te pasar de los equipos a los servicios en la década del 90, pero ha tenido dificultad­es para hacer crecer sus ingresos o elevar el valor de sus acciones en los últimos años.

A largo plazo la fortuna de Microsoft puede depender de sí adquisicio­nes como la de LinkedIn, una red dedicada a carreras profesiona­les, o GitHub, una startup dedicada al desarrollo de software, resultan ser más acertadas que su fallida apuesta al negocio de celulares de Nokia al comienzo de la década. Pero Microsoft ya ha mostrado que, incluso en una organizaci­ón grande, el cambio de cultura es posible.

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Jean-Philippe Courtois reformuló el esquema comercial de Microsoft

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