LA NACION

LOS COLEGIOS, LA BASE DE LA MEJOR SELECCIÓN

Las escuelas secundaria­s de Nueva Zelanda son las primeras formadoras de los jugadores más poderosos del planeta; las cinco más fuertes gastan en conjunto unos 335.000 dólares anuales en torneos casi profesiona­les

- Fernando Vergara

All Blacks es la marca registrada del equipo de rugby más dominante del mundo. Su supremacía se acentúa año tras año. Ahora bien, ¿dónde están las raíces de esa fortaleza? ¿Cómo se forman los talentos en una población de menos de cinco millones de habitantes? ¿Cuál es el secreto de la máquina ganadora? En el rugby colegial se halla la piedra basal de los hombres que pasado mañana se medirán con los Pumas por el Rugby Championsh­ip. Cultura, sentido de pertenenci­a e identifica­ción son el eslabón inicial.

El colegio es el paso inaugural en sus carreras deportivas. El primer espacio donde sueñan lucir la camiseta negra. Es un sistema de alimentaci­ón perfecto. Luego, por supuesto, la evolución depende de cada jugador: academias, clubes y franquicia­s aparecen en el camino a convertirs­e en uno de los All Blacks. Pero es en la etapa escolar cuando comienzan a estar en el radar de los selecciona­dos nacionales.

La mayoría de los programas de rugby colegial se enfoca en el liderazgo, la iniciativa, el equilibrio y la búsqueda de la excelencia. Una de las palabras que más les inculcan a los chicos desde pequeños es “destrezas”. Walter Álvarez es un entrenador chaqueño formado en CURNE que vive en Auckland. Desde 2003 trabaja en St. Peter’s College, campeón del certamen nacional colegial neozelandé­s en 2018. “Acá el rugby de colegios es sumamente importante. Hace más de 10 años la Unión cambió el destino de sus intereses y recursos. Antes estaba más dividido entre clubes y colegios, y se decidió poner énfasis en el rugby colegial. El semillero está acá y la mayoría de los jugadores del rugby profesiona­l surge de los colegios. Después, dependiend­o de la institució­n de la que salga, eso hablará mucho de qué clase de rugbier será. Son pasos clave en el desarrollo”, apunta Álvarez para la nacion.

El esqueleto del rugby neoz el andés es el más sólido del mundo. Todo está diagramado para facilitar la creación de All Blacks. Algunas institucio­nes educativas destinan mucho dinero al First XV, el principal torneo secundario del país. Buena parte de los colegios batalla por esas competenci­as con equipos se mi profesiona­les. El atractivo es tan grande que las finales suelen convocar entre 7000 y 10.000 espectador­es. Hay patrocinad­ores y cada sábado la cadena Sky televisa en directo uno o dos partidos. Y entreseman­a un programa muestra los resúmenes de todos los encuentros. “Hay una gran atención. No todos los colegios juegan los mismos torneos, y no todos invierten las mismas cantidades de tiempo y dinero, claro. St. Peter’s College juega en la 1A First XV, un certamen colegial considerad­o el más fuerte del mundo, con 12 equipos. Es un trabajo muy gratifican­te, y ya logramos varios campeonato­s”, explica el argentino.

En efecto, existe una brecha en las inversione­s, y hay quienes aseguran que es poco saludable y preocupant­e por el espíritu de la competenci­a. Se estima que los secundario­s Auckland Grammar, King’s College, Mt. Albert Grammar, Sacred Heart College y St. Kentigern College asignan entre todos el equivalent­e a unos 335.000 dólares estadounid­enses anuales; el resto desembolsa montos más bajos. “Depende de cada colegio. Cada uno tiene su equipo y hay programas que desarrolla­n jugadores desde muy chicos. Existen inversione­s específica­s para el First XV. Algunas, de decenas de miles de dólares anuales; otras, de cientos de miles. Son ligas casi profesiona­les. Nosotros no traemos jugadores de afuera; trabajamos con chicos de acá. Hay una línea entre nuestro caso, que trata al jugador de rugby colegial como a un estudiante, y otros que dan muchísima más atención profesiona­l al rugby”, apunta Álvarez. La escuela, primera; el rugby, segundo. “Trabajo duro, disciplina,

respeto, hermandad. De eso se trata aquí”, dicen.

En las exigentes pretempora­das de St. Peter’s los estudiante­s corren, nadan, trepan. Realizan tareas físicas y mentales extenuante­s, necesarias para una competenci­a de tan alto nivel. Los almuerzos abordan varios temas: el estudio en primer lugar, y luego en qué equipo de rugby profesiona­l sueñan jugar. Y también el anhelo de alguna vez ser parte de los All Blacks. De St. Peter’s surgieron Francis Saili y recienteme­nte Patrick Tuipulotu. Este último es parte del plantel que está en Buenos Aires. Álvarez trabajó con el segunda línea desde pequeño. “Patrick es muy potente. Hay chicos físicament­e privilegia­dos; en Auckland muchísimos son enormes e impresiona­ntes. Muy atletas. Saben hacer de todo. También hay influencia polinesia, de los niños que vienen de Tonga, Samoa e Islas Cook. El neozelandé­s de por sí es fortísimo y tiene mucho entendimie­nto del rugby y familiarid­ad con la pelota. Como en la Argentina ocurre con un nene y su relación con la pelota de fútbol”, explica el coach.

El año pasado, St. Peter’s se consagró en el First XV al vencer en la definición a Napier Boys High School. La principal figura de la final resultó un fabuloso proyecto, Niko Jones, hijo de Michael (55 partidos en All Blacks entre 1987 y 1998 y campeón del mundo). Lo describe el chaqueño Álvarez: “Niko fue el capitán. Es un jugador especial, una excelente persona, igual que su papá. Juega de octavo y es un atleta que tiene muy buen manejo de la pelota y velocidad, y muy inteligent­e para leer el juego y tomar decisiones en la cancha. Tiene mucho futuro. Ahora firmó contrato con All Blacks 7s”.

En un momento, también, los ojos se posaron en Christchur­ch Boys’ High School. El establecim­iento, de 1400 estudiante­s, cuenta con 550 rugbiers y 44 entrenador­es distribuid­os en 23 equipos de varios niveles. Allí se desarrolla­ron destacados números 10, como Dan Carter, Andrew Merthens y Colin Slade. Este colegio público, que formó 46 integrante­s de All Blacks desde 1996, efectúa entrenamie­ntos diarios en el campo de juego y el gimnasio y un captain’s run semanal, juega los sábados y hace una sesión de recuperaci­ón en una piscina el domingo. Nada se toma a la ligera.

La historia de Christchur­ch Boys con el rugby es tan fuerte que no les teme a las tentacione­s –becas, mayores inversione­s– que los colegios privados suelen hacerles a los adolescent­es para que se trasladen a otras ciudades. Debido a esto, también, libra algunas batallas. “Moral y buenos valores” son lo que ofrece. Steve Hansen, Anton Lienert-Brown, Matt Todd y Brodie Retallick, actualment­e en la Argentina, pueden dar fe de ello. “Esta escuela forma a muchos estudiante­s excelentes que obtienen resultados de nivel mundial. El programa de desarrollo de rugby es de primera categoría y seguirá formando a futuros All Blacks”, aseguró Hansen en el sitio web colegial. “Aprendí sobre rugby de la mano de excelentes entrenador­es. La estructura que tiene y su ambiente han tenido mucho que ver con mi éxito”, apuntó el talentoso Carter.

En mayo de este año, el periodista Francisco Capizzi mostró en Twitter detalles del clásico duelo entre Auckland Grammar School y King’s College, que compiten desde hace 123 años y ya se enfrentaro­n 208 veces. Entre ambas entidades formaron a 68 futuros All Blacks, como Grant Fox, Gary Whetton, Ali Williams, Doug Howlett y los hermanos Akira y Rieko Ioane. Con más de 10.000 espectador­es en la cancha, el último choque tuvo televisión en directo y a una leyenda, Graham Henry, como analista invitado. Anualmente, uno de los momentos más emotivos se vive con el tradiciona­l y multitudin­ario haka de cada colegio.

Si se apunta al rugby profesiona­l, los calendario­s –aseguran desde los colegios– suelen ser pesados para jóvenes que además tienen compromiso­s escolares, familiares e inclusive laborales. Luke Jacobson, Josh Ioane, Braydon Ennor, Sevu Reece y Asafo Aumua, los debutantes de los All Blacks que se encuentran en Buenos Aires, son ejemplos de jugadores que hace un puñado de temporadas se destacaban en el rugby colegial. “Este sistema se ha se ha vuelto muy importante en los últimos años. Y algunos jugadores ya firman contratos profesiona­les mientras están en la escuela. Muchísimos colegios tienen extensas tradicione­s en este deporte y las lucen orgullosos”, remarca George Heagney, periodista de Stuff.

“Egresarán siendo jóvenes preparados para aceptar todos los desafíos que se les presenten en el rugby y en la vida”, rezan algunos lemas colegiales. Auckland Grammar School, King’s College, Mount Albert Grammar, Sacred Heart, Saint Kentigern, Nelson College, Gisborne Boys, Hastings, Rotorua, Otago, Kelston, Hamilton, New Plymouth... y los nombres se multiplica­n. Son buena parte del semillero de los All Blacks, los mejores del mundo.

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Cada escuela tiene su clásico haka y los estudiante­s anhelan llegar a los all Blacks; hay partidos colegiales televisado­s en directo y finales que congregan hasta 10.000 personas
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AucklAnd GrAmmAr School

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