LA NACION

Lazos. Un infarto, el insólito origen de una app para ayudar a turistas en diálisis

Gracias a la reseña del escritor argentino Hernán Casciari, el uruguayo Javier Artigas logró que el dueño de Airbnb compartier­a con él la tecnología para obtener un mayor alcance de su aplicación

- Alejandro Horvat

Gran parte de esta historia empezó en diciembre de 2015 cuando el escritor argentino Hernán Casciari tuvo un infarto. Pero estaba en el lugar indicado para salir de la urgencia: una casa de huéspedes en Montevideo, que había alquilado por Airbnb y era propiedad de Javier Artigas y Alejandra Oddone, la pareja que le salvó la vida. Artigas había renunciado a su trabajo y le habían diagnostic­ado una enfermedad renal. Al día siguiente, mientras estaba en el hospital, Casciari recibió un mail de Airbnb para que evaluara a sus anfitrione­s. Lo que escribió hizo que a Oddone y a Artigas les cambiara la vida: uno de los dueños de la empresa de alquiler temporario les hizo una propuesta.

“Excelente vivienda para huéspedes sedentario­s y con propensión al infarto de miocardio. La zona es preciosa y posee comunicaci­ón directa con los mejores hospitales de Montevideo. Los anfitrione­s se convierten al instante en ángeles de la guarda y te salvan la vida sin conocerte. Te llevan muy rápido al hospital, en su propio coche, mientras te estás muriendo, y después se quedan en la sala de espera hasta que los médicos te ponen el bypass. No permiten que caigas en la depresión ni que te sientas solo, te traen libros para que leas y además no te quieren cobrar los días que te quedás de más en su casa. Muy recomendab­le”, publicó Casciari, como reseña.

Los problemas para Oddone y Artigas habían empezado en 2014. Él trabajaba en una multinacio­nal, cuando lo contactaro­n para trabajar por más dinero en una empresa de la competenci­a. Entonces renunció. “Cuando me cambié de trabajo me descubrier­on una enfermedad renal preexisten­te. Un día me desmayé y estuve 22 días en coma. A raíz de este problema, la empresa que se había interesado en mí decidió dar marcha atrás con la contrataci­ón. Por el otro lado, ya había renunciado a la anterior y no me correspond­ía ningún tipo de indemnizac­ión. Estaba entre la espada y la pared”, cuenta Artigas a la nacion.

La enfermedad que padece se llama poliquisto­sis renal y puede describirs­e como un conjunto de quistes que comprimen el riñón y le quitan funcionali­dad. A partir de ese momento, tuvo que hacer diálisis tres veces por semana con sesiones de cuatro horas cada una.

“Me di cuenta de que cuando arrancás con la hemodiális­is estás sujeto a la máquina y no tenés posibilida­d de vacaciones ni nada –cuenta–. Se hace difícil tener una vida normal”. Por eso, decidió diseñar una plataforma que conectara pacientes con centros de diálisis en todo el mundo, para que personas como él pudieran tener una vida con mayor libertad. La llamó Connectus Medical. “La había diseñado a mano, con unos US$1700. Hice una aplicación atada con alambres. Se caía diez veces por día”, señala.

Mientras trataba de impulsar su proyecto, subsistir con la renta del Airbnb traía sus complicaci­ones hasta que llegaron Casciari y su pareja. “Un día viene Julieta, la esposa de Hernán, y me dice que a él le dolía el pecho. Pensé que tenía una contractur­a, algo así. Pero lo llevamos al hospital y en el camino él dijo que se le estaba durmiendo el brazo izquierdo. De pronto vi un patrullero, frené y le dije que armáramos una cápsula, que es cuando rodean a un auto con patrullero­s para que lo dejen pasar. Y así llegamos rapidísimo al hospital”, señala Oddone. En el sanatorio les dijeron que tenía un infarto, pero ninguno tenía el dinero para pagar la operación, que rondaba los US$30.000. Entonces lo llevaron a un hospital público, en donde “te curan y después te cobran”.

“Me llamó Alejandra para contarme de la situación, entonces contacté a unos amigos que trabajan en salud para que Hernán no pasara por la sala de urgencias y lo operaran directamen­te, sin hacerle los análisis previos porque se iba a morir. Por suerte, logramos que pasara directo a la sala de operacione­s y 45 minutos después estaba operado”, dice Artigas.

Casciari quedó muy conforme con lo que hicieron Oddone y Artigas y escribió la reseña. Esas líneas llegaron al director para América Latina de Airbnb, que se las pasó a Joe Gebbia, el fundador de la plataforma y uno de los jóvenes más ricos del mundo, según la revista Forbes.

Por todo lo que había pasado, Oddone y Artigas decidieron irse de vacaciones a la casa de un familiar. Y en el primer peaje les llegó un mensaje de Gebbia que quería ir a visitarlos a Uruguay. En el segundo peaje, apareció un segundo texto: había conseguido un vuelo. Entonces, a toda velocidad, volvieron a Montevideo. El 1º de enero de 2015, llegó el empresario a la casa de Artigas y Oddone.

“Decíamos qué hace este tipo acá, qué raro”, recuerda Alejandra. “Yo estaba muy preocupado, tenía miedo de que lo secuestren y de que me tomen a mí como el entregador. Otro clavo más, pensé”, dice Javier.

Y empezaron a pasar cosas tan divertidas como inesperada­s. “El tipo un día me preguntó si podía hacer una fiesta en casa para los anfitrione­s más destacados de Uruguay –cuenta Alejandra–. Serían cerca de 150 personas y le pregunté cuándo la quería hacer, y me dijo que esa misma noche. ‘Pero Joe, una fiesta así lleva semanas para organizars­e’. Y me dijo: ‘No, quedate tranquila, desde los headquarte­rs en San Francisco ya tienen todo organizado’. Entonces me fui a la peluquería y cuando llegué a casa había una fiesta”.

Cuenta Javier que Gebbia le empezó a preguntar a qué se dedicaba. “Le conté mi historia y le comenté la aplicación que había desarrolla­do. Le interesó mucho; de algún modo, Connectus Medical, tiene similitude­s con Airbnb”, recuerda.

Y en un momento Gebbia le pidió que chequeara su computador­a: “Me había pasado un contrato y la fórmula que está aplicando hoy Airbnb. Me dijo: ‘A partir de ahora vos vas a tratar de vincular pacientes con pacientes, doctores con doctores, pacientes con enfermeros, o pacientes con licenciado­s en nefrología, para que estos pacientes se sientan reconforta­dos y se cree una comunidad’. Cuatro años después, pasamos de tener dos o tres consultas a tener 126.000 pacientes a nivel global y funcionamo­s en 150 países”, señala Artigas.

Actualment­e, Connectus Medical tiene en la plataforma 8000 centros de diálisis. “Si tus vacaciones van a ser en Aruba, nosotros buscamos un centro en Aruba y el paciente abona todo desde acá y no tiene que enviar informes médicos ni nada. Directamen­te va a Aruba y se dializa. Vos antes buscabas un centro de diálisis y luego te fijabas si había algo lindo para hacer cerca de ahí. Ahora cambiamos ese paradigma; hoy los pacientes van a donde quieren y nosotros nos encargamos del resto. La idea es que dejen solamente de sobrevivir y pasen a vivir”, dice Artigas.

En 2017, él fue sometido a un trasplante de riñón. Hoy ya no tiene que dializarse y su desarrollo en salud es un éxito. Tanto es así que el Nobel de Economía de 2012, Alvin Roth, se refirió a Connectus Medical como un ejemplo de economía colaborati­va.

Javier Artigas creador de connectus Medical “a Joe Gebbia

[el fundador de airbnb] le conté mi historia y le comenté sobre la aplicación que yo había desarrolla­do. le interesó mucho. de algún modo, connectus Medical tiene similitude­s con airbnb”

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Gza. Javier artigas El empresario uruguayo Javier Artigas junto con el escritor argentino Hernán Casciari

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