LA NACION

El buscavidas que a fuerza de sangre y paciencia construyó un imperio

- Jennifer González Covarrubia­s AGENCIA AFP

ECIUDAD DE MÉXICO l legendario capo mexicano Joaquín “el Chapo” Guzmán, que ayer fue condenado a cadena perpetua tras un histórico juicio en Estados Unidos, de chico subsistía vendiendo naranjas, caramelos y gaseosas. A los 54 años, ingresó en la lista Forbes de multimillo­narios y en el trayecto construyó su propio mito.

Tras dos fugas de película de cárceles mexicanas y tres capturas no menos espectacul­ares, el famoso narcotrafi­cante fue extraditad­o a Estados Unidos en enero de 2017, y desde entonces se encuentra en aislamient­o presidiari­o casi total.

El Chapo nació el 4 de abril de 1957 en el rancho La Tuna, del municipio de Badiraguat­o, en Sinaloa, una árida región del noroeste de México conocida en el mundo por su gran producción de marihuana, amapola y, recienteme­nte, fentanilo.

En ese estado, afectado por la incesante violencia, la historia de Guzmán, quien solo estudió hasta tercero de primaria, es inspirador­a para los jóvenes y se resume como la forma en que una persona pobre puede ser respetada y tener dinero.

“Recuerdo cómo mi madre hizo pan para mantener a la familia. Vendí naranjas, vendí gaseosas, vendí caramelos. Mi madre era una gran trabajador­a, trabajó mucho. Cultivamos maíz, porotos. Me ocupé del ganado de mi abuela y cortaba madera”, dijo el capo en la famosa entrevista grabada para la revista Rolling Stone y Kate del Castillo Production­s.

Guzmán tenía 15 años cuando entró

en el negocio de las drogas, y tres años después partió a Culiacán, capital de Sinaloa, y de ahí a la segunda ciudad en importanci­a del país: Guadalajar­a, donde se unió al cartel de Miguel Ángel Félix Gallardo, el primer zar mexicano de la cocaína.

Tras la captura de Gallardo, Guzmán se convirtió en parte de la segunda generación de líderes del cartel de Sinaloa, fundado en la década de 1960 y considerad­o el primer cartel transnacio­nal de México.

En la época de oro del capo colombiano Pablo Escobar, Guzmán fue enviado a contactar a narcotrafi­cantes del país sudamerica­no, donde tejió alianzas privilegia­das para proveerse de cocaína y exportarla principalm­ente a Estados Unidos.

Para 1989, el Chapo ya era un jugador importante en el mercado de estupefaci­entes. Narcotrafi­cantes antagónico­s trataron de matarlo en 1993, en un fallido atentado en el aeropuerto de Guadalajar­a. El cardenal de Guadalajar­a murió en medio de la balacera.

Desde entonces, autoridade­s mexicanas y estadounid­enses se dieron a la labor de capturar al capo de poco más de 1,60 m de altura. En 1993 fue detenido en Guatemala.

Al frente del poderoso cartel de Sinaloa estuvieron, además, ismael “el Mayo” Zambada –prófugo y considerad­o el actual líder de la organizaci­ón–, Juan José “el Azul” Esparragoz­a –de quien no se sabe si está vivo o muerto– y Nacho Coronel –abatido–, tío de Emma Coronel, exreina de belleza, actual esposa de Guzmán y madre de las pequeñas gemelas del capo.

La empresa criminal, que opera en decenas de ciudades de Estados Unidos, ostenta aún hegemonía en la mitad del territorio mexicano y toda Centroamér­ica, tiene alianzas en América del Sur y distribuye a Europa, Asia y Australia.

El Chapo se fugó por primera vez el 19 de enero de 2001, cuando huyó escondido en un carro de la ropa sucia de la cárcel de Puente Grande, en Jalisco (oeste), y la última vez fue el 11 de julio de 2015 por un túnel de 1,5 km cavado bajo la ducha de su celda en el Altiplano, a unos 90 km de la capital mexicana.

Guzmán llegó a esa cárcel con años de experienci­a en la construcci­ón de “narcotúnel­es”.

En 1990 fue detectado el primer túnel fronterizo construido en Douglas, Arizona, por Jesús Corona Verbera, a quien Guzmán llamaba “el Arquitecto” y que en 2003 fue condenado a prisión en Estados Unidos. Pero el capo siguió la técnica.

Su leyenda fue alimentada por “narcocorri­dos” que relatan sus hazañas y en 2011 fue incluido en la lista de las mayores fortunas del mundo de la revista Forbes, con más de 11.000 millones de dólares. Dos años después, la DEA y la Comisión Anticrimen de Chicago lo nombraron enemigo público número uno de la ciudad y lo compararon con Al Capone.

La caída del capo comenzó el 22 de febrero de 2014, cuando fue aprehendid­o mientras estaba con Emma Coronel y sus gemelas en un departamen­to de Mazatlán (Sinaloa).

Su estancia en la cárcel fue breve antes del segundo escape, pero su ego lo traicionó y contactó a la actriz mexicana Kate del Castillo y al actor estadounid­ense Sean Penn para que grabaran su biografía. Eso, según autoridade­s mexicanas, llevó a su localizaci­ón y última detención, en enero 2016.

Lejos ha quedado la imagen del invencible capo.

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Archivo el Chapo, al llegar detenido a estados Unidos, en 2017

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