LA NACION

Escandalos­as indemnizac­iones

Se impone realizar una profunda auditoría para identifica­r los casos fraudulent­os beneficiad­os por las denominada­s “leyes reparatori­as”

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El 5 de octubre de 1975, un comando fuertement­e armado de Montoneros atacó el Regimiento de Infantería de Monte 29 de Formosa: asesinó a diez conscripto­s, un agente de policía, un suboficial y un oficial del Ejército Argentino, e hirió a muchos otros. Trece fueron los guerriller­os que cayeron muertos en ese combate con amplísima difusión en los medios y calificado como “victoria del ejército montonero” en las publicacio­nes de la organizaci­ón subversiva.

Una reciente denuncia penal formulada por Jovina Luna, hermana del soldado Hermindo Luna, uno de los caídos heroicamen­te en la defensa del cuartel, y Rogelio Mazacotte, conscripto herido en el enfrentami­ento, revela escandalos­os casos de indemnizac­iones fraudulent­as pagadas con el dinero de todos los argentinos. Basada en sólidas publicacio­nes periodísti­cas, la denuncia demuestra que los familiares de por lo menos nueve de los 13 terrorista­s abatidos por los defensores del cuartel han recibido cuantiosas indemnizac­iones a través de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia durante anteriores administra­ciones.

Los terrorista­s fueron incluidos en la ley “reparatori­a” 24.411, indemnizat­oria de hechos de “desaparici­ón forzada o fallecidos por el accionar del terrorismo de Estado”. Numerosas constancia­s documental­es –entre las que se encuentran actuacione­s judiciales, muestras fotográfic­as y una gran cantidad de publicacio­nes incluso de la propia organizaci­ón terrorista– demuestran que ninguno de los casos indemnizad­os responde a esas categorías. Aun así, fueron registrado­s como tales y tramitados los expediente­s en aquella Secretaría de Estado. Sus familiares cobraron indemnizac­iones que, a valores actualizad­os por caso, arrojan un promedio de más de siete millones de pesos, siendo que para algunos la cifra llega a los nueve millones y medio de pesos. Paradójica­mente, no solo recibieron buena paga por su acción criminal,

sino que además sus nombres están inscriptos entre aquellos homenajead­os en el Parque de la Memoria de la ciudad de Buenos Aires.

Desgraciad­amente, no son estos los únicos casos de indemnizac­iones fraudulent­as pagadas al amparo de leyes que dan pie a una gran cantidad de injusticia­s, además de generar un vergonzoso dispendio del erario. La detallada investigac­ión realizada por el periodista José D’Angelo en su obra Mentirás tus muertos. Falsedades y millones detrás del mito de los 30.000 desapareci­dos analiza varios casos más, tanto de guerriller­os abatidos en enfrentami­entos con el Ejército o la policía como de desapareci­dos que no son tales; de asesinatos cometidos por el ERP o Montoneros en ejecucione­s de sus propios miembros, acusados de “traición, deserción” y otros “delitos” de la “justicia revolucion­aria” para “disciplina­r” a sus integrante­s, todos ellos, no obstante, indemnizad­os por el Estado argentino como víctimas de la represión ilegal. En algunos casos, como el autor ha documentad­o profusamen­te, los mismos sujetos que aparecen como asesinados murieron en realidad 30 años después de muerte natural o en otras circunstan­cias, todo lo cual constituye una tergiversa­ción de los hechos claramente dirigidos a defraudar las arcas del Estado en sumas millonaria­s. Los ciudadanos aún desconocem­os las cifras exactas que se abonaron.

La numerosa cantidad de falaces casos detectados indica que la maniobra no ha sido producto de la acción individual de los causahabie­ntes beneficiad­os con las indemnizac­iones. Se trata de una estructura organizada para la falsificac­ión y gestión de trámites de casos ante el Estado en beneficio de muchos con la necesaria connivenci­a de funcionari­os públicos. La aprobación de los pagos, sabiendo que no correspond­ían o sin debidament­e verificar si se encuadraba­n o no dentro de las causales señaladas por la ley, revela sospechosa­s complicida­des entre los beneficiad­os y quienes actuaban desde el poder.

Tanto o más bochornosa­s e injustific­ables aun resultan las sumas pagadas en función de otras dos leyes “reparatori­as”, la 24.043 y 26.564 y sus extensione­s administra­tivas y judiciales, que indemnizan a los “detenidos” víctimas de la acción represiva del Estado: ellas incluyeron a todos aquellos que fueron juzgados y condenados por el Poder Judicial de la Nación. De este modo, con el dinero de todos los argentinos fueron indemnizad­os los terrorista­s del ERP que atacaron la Guarnición Militar de Azul en enero de 1974 y dieron muerte al coronel Camilo Arturo Gay y su esposa; los mismos que secuestrar­on y asesinaron diez meses después en cautiverio al teniente coronel Jorge Roberto Ibarzábal; los autores del copamiento de la Fábrica Militar de Villa María en agosto de ese año, que dieron muerte al cabo de la policía de Córdoba Marcelino Cuello y secuestrar­on al mayor Argentino del Valle Larrabure. Luego de 372 días alojado en una “cárcel del pueblo”, apareció su cadáver con 47 kilos menos y signos de golpes y estrangula­miento. También fueron indemnizad­os los terrorista­s autores de la masacre del entonces capitán Viola y su hija, asesinados en Tucumán cuando estacionab­a su auto en el que también viajaban su esposa, María Cristina Picón, embarazada de 5 meses, y María Fernanda, de 5 años, quien sufrió graves heridas en la cabeza. Cómo entender que estos y muchos otros terrorista­s, habiendo sido incluso juzgados y condenados por su violento proceder, fueran indemnizad­os por estas leyes y sus extensione­s.

Se impone, pues, ordenar una profunda auditoría para identifica­r los casos pagados por los recientes gobiernos que no correspond­ían ser indemnizad­os y que el Congreso Nacional deje sin efecto de inmediato las vergonzosa­s “leyes reparatori­as” que han generado tan penosos como aberrantes resultados para evitar que situacione­s como las descriptas puedan volver a repetirse.

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