LA NACION

Ledesma, ante el umbral único del quinto Mundial

- Jorge Búsico

el domingo 9 de octubre de 2011 agonizaba destemplad­o y lluvioso en Auckland, Nueva Zelanda. En el subsuelo del Eden Park revoloteab­an las astillas del partido que los All Blacks le habían ganado a los Pumas por un exagerado 33-10 en los cuartos de final de la Copa del Mundo. Mario Ledesma ponía fin a una larga charla con los periodista­s franceses, y cuando se paró frente a los enviados argentinos, sus ojos se le nublaron de lágrimas al escuchar la pregunta: ¿Y ahora qué? “Voy a extrañar mucho este vestuario y esta camiseta”. Hacía unos largos instantes había jugado su último test con la camiseta celeste y blanca. Su despedida ocurrió entre aplausos y llantos a los 29 minutos del segundo tiempo, cuando entró en su reemplazo Agustín Creevy.

Menos de siete años después, Ledesma volvió a encontrars­e con ese vestuario y con esa camiseta. Aunque en otra función, ahora entrenando a Creevy por ejemplo, el ex hooker va por un privilegio que nadie tiene en el rugby argentino: afrontará un quinto Mundial con los Pumas, si se agregan los cuatro que jugó en la primera línea (1999, 2003, 2007 y 2011). Más aún: está próximo a disputar su sexta Webb Ellis consecutiv­a, ya que en la anterior, en Inglaterra 2015, formó parte del staff de los Wallabies finalistas. Una marca única.

Cuestiones del destino, hay un dato poco difundido en esa carrera mundialist­a de Ledesma. Unas semanas antes de su primera participac­ión, en Gales 1999, fue expulsado en un partido que disputaba con su club de entonces, Curupaytí. La misma situación vivió ese día su compañero de equipo, Pedro Sporleder, capitán en ese momento de los Pumas. LA URBA les dictó una suspensión de 6 y 4 meses, respectiva­mente, lo que les impedía viajar con los Pumas. La disposició­n de un grupo de dirigentes concluyó en una especie de amnistía para que ambos cumpliesen con la sanción una vez terminada su participac­ión con los Pumas. Sporleder perdió la capitanía y luego se lesionó sin poder jugar ese Mundial; Ledesma se consolidó como 2 titular y fue una de las figuras.

Le des masa be que es nuevamente su turno. Después de la temporada anterior en la que compartió Jaguares y Pumas, ahora cuenta con un plantel más extenso y con la vara alta que le dejó la gestión de Gonzalo Quesada. Es la antesala del Rugby Championsh­ip que trae como bonus el debut con los All Blacks pasado mañana en Vélez, la ruta a la decisión más difícil (definir la lista de los que viajarán a Japón) y, luego, todo eso que Ledesma sabe tan bien: jugar la Copa del Mundo.

El poco tiempo que transcurri­ó desde aquel último test de Ledesma hace que esté dirigiendo a ex compañeros en el selecciona­do, como Creevy, Juan Leguizamón (el único que sigue de los de 2007), Juan Figallo y Nicolás Sánchez. Y a un grupo de jugadores jóvenes, muchos de los cuales ya tiene un Mundial en la mochila, que ha atravesado duros momentos pero también grandes triunfos, y que ahora quiere saldar la deuda histórica con los All Blacks. Anoche, en un acto organizado por la UAR en Pilar, esos jugadores, Ledesma y su staff, compartier­on un emotivo momento con Pumas de todos los tiempos. Se buscó, además de celebrar el 120º aniversari­o de la UAR, un efecto similar al de 2015, cuando los Pumas de 1965 viajaron a Sudáfrica para acompañar al equipo que después venció a los Springboks, en una actuación memorable.

Ledesma comanda el barco Puma en esta época. Se lo nota feliz con eso, más suelto y menos confrontat­ivo que en otros tiempos, pero sin perder la fuerte presencia que trae desde jugador. Ledesma ama el rugby; conoce cada detalle, cada persona, cada tip, cada slogan. Es también muy profesiona­l con su tarea. Hace rato ya que dejó atrás los pruritos que sentía por decir que cobraba dinero por jugar. Los ojos a partir de este momento están puestos sobre su tarea como entrenador. Va por más historia.

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