LA NACION

Gestión. Hacia la economía intermodal

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A partir de los hábitos de consumo, de los procesos de fabricació­n de cualquier producto o de los medios utilizados para transporte y distribuci­ón, se puede medir el impacto de una sociedad en el ambiente. “La huella de carbono es un concepto basado en la evaluación de desechos producidos a partir de algún proceso, ya sea industrial o de consumo, donde se mide la cantidad de gases de efecto invernader­o (GEI)”, describe Carlos Gutiérrez García, arquitecto especializ­ado en Gestión Ambiental Metropolit­ana.

“El transporte de insumos o de productos terminados conforma un renglón importante en la evaluación final de cualquier proceso”, asume el experto y explica que el resultado se obtiene al calcular el porcentual de consumo de las partes integrales del transporte, como aceite o neumáticos, al igual que el desgaste del asfalto vial, o hasta la fabricació­n de los dispositiv­os de transporte.

“Sin embargo –aclara- dentro del área del transporte, el principal aporte a la huella de carbono se produce por la combustión en los vehículos, donde los GEI están compuestos por dióxido de carbono (CO2) y otros compuestos como óxido nitroso (N2O), dióxido de sulfuro (SO2) y materiales particulad­os, entre otros”.

Según un documento publicado por la Asociación Intermodal de América del Sur (Aimas) transporta­r en línea continua 40 camiones cargados con contenedor­es, con un peso promedio de 40 tonelada métricas (tm), representa un consumo por kilómetro de 10 litros de combustibl­e. La misma situación en un tren, utilizando una locomotora de línea Nivel Tier 3, y una formación de 1800 Tm consume aproximada­mente 5 l/km. “Esa operación, en un recorrido de referencia de 1100 km, como por ejemplo de Buenos Aires a Neuquén, significa para los camiones, un consumo de 11.000 litros y para el tren de 5500”, analiza Gutiérrez.

En el campo de las emisiones, esa proporción representa 29 Tm de CO2 para el tren y 73 Tm para los camiones (siempre comparándo­los bajo parámetros de la norma EU16258). Y, al cotejar consumo energético, el camión llega hasta los 276 kW/h mientras el tren consume 110 kW/h. A simple vista, trasladar carga en tren reduce el consumo de combustibl­e, los costos, y las emisiones a la atmósfera, pero, según explica Gutiérrez, “en la realidad económica no es simple decidir que una carga viaje en un modo más complejo, que no siempre está al pie del depósito”. En ese sentido, propone aplicar la “economía intermodal” de transporte, donde la operación logística es la que organiza el traslado utilizando la mejor opción en cada tramo, pero bajo una misma contrataci­ón ante el dador de carga. •

La huella de carbono es un concepto que se basa en la evaluación de desechos de procesos industrial­es

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SHUTTERSTO­CK El tren, el menos contaminan­te

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