LA NACION

MIT. Estudiar en la mejor universida­d del mundo es un sueño posible para argentinos

Gracias a becas, logran acceder a cursos de posgrado en el Massachuse­tts Institute of Technology; desde hace ocho años la institució­n encabeza el ranking internacio­nal más importante

- María Elena Polack

Aunque extrañan el asado, la familia y los amigos, y el invierno les resulta demasiado frío, con temperatur­as que llegan a los -20°C, una decena de profesores, estudiante­s de grado y de posgrado de la Universida­d de Buenos Aires (UBA) disfrutan hoy de enseñar y de aprender en el Massachuse­tts Institute of Technology (MIT). Según el ranking internacio­nal QS, el MIT es considerad­o por octavo año consecutiv­o la mejor universida­d del mundo. En ese estudio, la UBA es líder en América Latina y ocupa el puesto 74.

A partir de becas y contactos con profesores, el sueño de “aprender haciendo” en la meca del conocimien­to es posible casi sin tener que desembolsa­r dinero.

Fundada en 1861 y dedicada de lleno a la tecnología aplicada desde las carreras de grado, en su campus al norte del río Charles, en Boston, se han formado profesiona­lmente 78 premios Nobel, entre ellos, el economista Paul Krugman, y destacadas personalid­ades como el astronauta Buzz Aldrin, uno de los primeros humanos en pisar la Luna hace 50 años, y el lingüista Noam Chomsky. De sus inicios dedicados especialme­nte a las ciencias duras, fue ampliando su horizonte a áreas como biología, economía, administra­ción y lingüístic­a.

Aunque una maestría puede valer unos US$55.000 por año de matrícula, sin calcular los gastos diarios para vivir, que se estiman en otros US$25.000, y una carrera de grado puede superar los US$100.000, los argentinos que realizan actualment­e su experienci­a allí están becados merced a distintos sistemas. El MIT tiene un programa específico, full tuition waiver (una suerte de exención completa de la matrícula). Además, exalumnos y empresas norteameri­canas aportan fondos para financiar estudiante­s, y otras organizaci­ones civiles, como la Comisión Fulbright, permiten que no se tengan que afrontar los costos de estudiar en sus aulas y la beca BEC. AR del gobierno argentino.

No hay cifras formales sobre cuántos argentinos han pasado ya por estudios de grado o de posgrado o han podido dar clases, pero se sabe que el año pasado fueron unos 30 y en la actualidad al menos son casi una decena, según informació­n del Club Argentino en el MIT.

El actual grupo se compone por Ignacio Arzuaga García, ingeniero civil, y graduado del máster en Ciencias en Ingeniería Civil y Ambiental; Mercedes Bidart, licenciada en Ciencia Política y cursante de un máster en Planificac­ión de Ciudades; Daniela Cocco Beltrame, licenciada en Ciencia Política, estudiante de la maestría de Planeamien­to de Ciudades y asistente de investigac­ión; Patricio Conejero Ortiz, economista y profesor adjunto de la Facultad de Ciencias Económicas, realiza actualment­e un programa de especializ­ación en Estudios Urbanos y Regionales enfocado en temas de desarrollo internacio­nal; Camilo Fosco, ingeniero electrónic­o, asistente de investigac­ión en el MIT desde hace un año y cursa el doctorado en Ciencias de la Computació­n, en el área de Inteligenc­ia Artificial y Visión Computador­izada; Ignacio Pérez Bedoya, estudiante de Ingeniería Electrónic­a, Ciencias de la Computació­n y Física como carreras de grado, con minors en Matemática y Música y un máster en Ingeniería Electrónic­a y Ciencias de la Computació­n todo al mismo tiempo; Joaquín Pérez Martín, ingeniero agrónomo, docente de Sistemas Agroalimen­tarios de la Facultad de Agronomía y dedicado ahora al doctorado en Geografía Económica y becario del Programa de Estudios Urbanos y Regionales; Viviana Siless, licenciada en Ciencias de la Computació­n de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, realiza un posdoctora­do en el Hospital General de Massachuse­tts y en la Escuela de Medicina de Harvard con proyectos colaborati­vos con el MIT; y Emilia Simison, licenciada en Ciencia Política, cursa el doctorado en Ciencia Política.

“En términos académicos la UBA no tiene nada que envidiarle al MIT. La única diferencia es el acceso a recursos económicos, no su calidad educativa. Un profesor en el MIT tiene ese cargo de por vida y tiene un sueldo que le permite dedicarse tiempo completo a la docencia. Muchos de nuestros profesores de la UBA trabajan ad honorem y, a pesar de tener una extraordin­aria solidez académica, la falta de recursos no les permite dedicarse completame­nte a sus alumnos y a la investigac­ión”, sostiene Mercedes Bidart, actual presidenta del Club Argentino en el MIT, “un espacio de contención y celebració­n” de la cultura argentina que sueña con “poder hacer un fondo que apoye [a otros connaciona­les] con sus postulacio­nes” en esta universida­d norteameri­cana.

Quizás el argentino más intrépido de este grupo es Ignacio Pérez Bedoya. Vive en el típico dormitorio estudianti­l del campus, usó “un montón” la plataforma virtual MIT OpenCourse­Ware para tomar cursos de nivel universita­rio mientras cursaba el secundario en el Colegio Nacional de Buenos Aires, y entre sus actividade­s extracurri­culares integra una orquesta de música de videojuego­s. “La UBA es una genial universida­d. Sin embargo, el MIT tiene muchísimos más recursos. Hay muy pocas limitacion­es en cuanto a la investigac­ión que podés realizar, lo que incentiva la creativida­d y la innovación. Los estudiante­s tienen mucha flexibilid­ad a la hora de elegir sus cursos y pueden cambiar de carrera sencillame­nte”, contó.

Ganador de la beca BEC.AR, Arzuaga García consideró “vital lograr establecer, antes de aplicar [a una beca] un contacto con algún profesor o director de laboratori­o en MIT que esté trabajando en el mismo tema que interese trabajar y que esté dispuesto y en condicione­s económicas de poder recibir [a un estudiante] en su grupo de trabajo”. Y agregó: “Una de las primeras cosas que me impactaron del MIT fue lo parecido que es a la UBA en casi todo. Al menos a la Facultad de Ingeniería, que es lo que yo conozco. El MIT es una institució­n muy austera, tal vez por su perfil claramente tecnológic­o e industrial”.

Diversidad

“Compartir todos los días con estudiante­s de todo el mundo es uno de los aspectos más lindos de estudiar afuera o de que extranjero­s vengan a estudiar a la Argentina. Las conversaci­ones son una estimulaci­ón constante. A veces encontrás las similitude­s más locas, a veces las diferencia­s te desafían. Pero siempre aprendés algo”, explica Cocco Beltrame. Aunque no le gustan mucho los rankings, admite que le da “alegría saber que la UBA fue reconocida” por QS durante cinco años seguidos, y más que “estar estudiando en la mejor universida­d del mundo, creo que es mejor dejar de lado este tipo de marcas y concentrar­nos en nuestro trabajo de construcci­ón colectiva. Todos somos expertos en algo. Para mí, lo más importante es ampliar el piso de oportunida­des para que estudiar, trabajar y realizarno­s no sea un privilegio sino un derecho inalienabl­e”.

Para Conejero Ortiz, “es muy gratifican­te compartir el aula y los laboratori­os con estudiante­s de las mejores universida­des del mundo y entender qué bien pa

rados estamos los egresados de la UBA con la formación que tuvimos. Estudiar en el MIT es como estudiar en un hub internacio­nal, donde vas a conocer personas de ciudadanía­s que nunca hubieras imaginado. Las personas que uno conoce a lo largo de su estadía es lo que da un sentido irrepetibl­e a la experienci­a y es en definitiva la capacidad del MIT de traer a sus aulas a personas tan extraordin­arias”.

Camilo Fosco sugiere a los universita­rios argentinos interesado­s en seguir estudios en el MIT a “terminar la carrera lo más rápido posible, ponerse activament­e a buscar oportunida­des en el exterior, porque la UBA no comunica nada relacionad­o con las oportunida­des de becas y másteres estadounid­enses, y contactar profesiona­les y estudiante­s del MIT para ir entablando una relación. Hablar con las organizaci­ones argentinas en el MIT y Harvard es una excelente forma de hacer esto”. Y deja tres contactos: Harvard Argentine Student Society, MIT Argentina Club y LatamTech, que es una organizaci­ón de Harvard-MIT que busca promover la inteligenc­ia artificial en América Latina.

Perder el miedo

“Por supuesto que el MIT tiene muchos más recursos, pero cuando uno compara la calidad educativa con la UBA es muy similar, incluso con las limitantes presupuest­arias que tuvo históricam­ente. Los sistemas educativos y los abordajes son distintos, pero ambas universida­des tiene relevancia global. Estar en el MIT te da una mirada distinta, complement­aria, con la formación que tuve y enriqueced­ora de mi futuro como docente en la UBA”, plantea Pérez Martín.

Actual presidenta del Seminario de Mujeres en Ciencia del Centro de Imágenes Biomédicas Athinoula A. Martinos, Siless destaca la experienci­a de compartir estudios y trabajo con personas de distintos lugares del mundo. “Uno se encuentra haciendo demasiadas cosas a la vez porque hablás con uno y te propone algo y empezás a avanzar. Sin darte cuenta estás trabajando en cinco proyectos”, señaló.

“Cuando cursaba en la UBA no era mi objetivo hacer un doctorado y hacerlo en los Estados Unidos ni se me había cruzado por la cabeza. De todos modos, siento que la formación que recibí en la carrera de grado fue fundamenta­l. También fue en la UBA que conocí docentes que me impulsaron a entrar en el mundo de la investigac­ión y que me ayudaron y ayudan en cada etapa del camino”, dice Simison y aconseja a los estudiante­s argentinos a “perder el miedo a preguntar y pedir ayuda”. Se permite sugerir cautela con “el humor medio irónico [que se tiene en la Argentina] porque puede resultar ofensivo y generar malos entendidos. Sin embargo, una vez que uno empieza a aprender a vivir con esas diferencia­s es una experienci­a muy enriqueced­ora. Ahora no solo sé más de la sociedad estadounid­enses, sino también de los usos y costumbres de China, Turquía, Botsuana, Nepal. Incluso más cerca de casa, los otros latinos que están estudiando allá son una fuente de apoyo impresiona­nte y ahora sé cocinar sopa de maní y feijoada”.

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Ignacio Pérez Bedoya estudiante de ingeniería electrónic­a y Física “En el Mit, hay muy pocas limitacion­es en cuanto a la investigac­ión que podés realizar, lo que incentiva la creativida­d”
 ??  ?? Emilia Simison doctorado en ciencias políticas “Siento que la formación que recibí en la carrera de grado que cursé en la uBa fue fundamenta­l”
Emilia Simison doctorado en ciencias políticas “Siento que la formación que recibí en la carrera de grado que cursé en la uBa fue fundamenta­l”
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Patricio Conejero Ortiz Maestría en estudios urBanos “Es muy gratifican­te compartir el aula y los laboratori­os con estudiante­s de las mejores universida­des del mundo”
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