De El Tigre Verón a Durán Barba, la campaña casi perfecta
El lanzamiento de la ficción que expone a las mafias sindicales coincidió con la estrategia oficial de confrontar con los gremios antes de las elecciones
El lanzamiento de El Tigre Verón, la ficción de Polka que exhibe el rostro más oscuro del sindicalismo, coincidió con el campanazo de largada de la campaña electoral y con una premeditada estrategia oficial de confrontar con los gremios.
Jaime Durán Barba, el ecuatoriano que asesora a Mauricio Macri, baja línea dentro del laboratorio oficialista con una sugerencia: embestir contra las “mafias sindicales” y asociarlas con el kirchnerismo para diluir definiciones incómodas sobre los avatares económicos y las promesas incumplidas. Ya hace casi dos meses, en sus charlas preparatorias para la campaña, el gurú había advertido sobre el rédito que supone confrontar con Hugo Moyano. Lo repitió la semana pasada en un encuentro con candidatos en Parque Norte organizado por Marcos Peña.
Acordes con ese libreto, Macri, su primera línea de ministros y María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta reforzaron la ofensiva contra los gremialistas. Ya no solo apuntaron contra los Moyano por los costos laborales y de la logística, o por ser un obstáculo para avanzar con la reforma de las leyes laborales. Ampliaron el blanco a los aeronáuticos, que por sus reiteradas medidas de fuerza ocasionaron demoras a miles de pasajeros, y al bancario Sergio Palazzo, quien presiona para representar a unos 6000 trabajadores que se desempeñan en el sistema financiero tecnológico (fintech)y que considera que deberían estar encuadrados en su gremio.
De la cruzada de Palazzo contra Marcos Galperin, fundador de Mercado Libre, surgen dos curiosidades. La primera es que los in
tereses del gremio convergen esta vez con el de los empresarios nucleados en la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba), quienes se disputan con Mercado Libre el negocio de las administradoras de pago y reclaman al Estado “igualdad de condiciones”. La segunda es que la arremetida de Palazzo coincidió con el cierre del acuerdo paritario sellado con Adeba, que contempló una suba salarial en línea con la inflación y que elevó el sueldo básico a $51.098. ¿El gremio y los empresarios actuaron en tándem? Flota la duda.
La CGT, enredada en una interna por el recambio de autoridades que se dará el año que viene, se mantuvo sugestivamente pasiva ante los conflictos. Tal vez existan razones: los gremios aeronáuticos tomaron distancia hace rato de la conducción cegetista, mientras que Palazzo y Moyano aspiran a tomar el control de Azopardo en 2020 con el apoyo de disidentes.
Pero sorprendió, ante todo, el silencio de la central obrera en la puja que mantiene el bancario con las fintech, un caso que sirve como botón de muestra del impacto de las nuevas tecnologías en determinados rubros. Tarde o temprano, la onda expansiva alcanzará a todos. Un ejemplo: en el Sindicato de Empleados de Comercio, el más numeroso del país, se perdieron 60.000 puestos de trabajo entre abril de 2018 y el mismo mes de 2019, según los informes que Armando Cavalieri amontona en su despacho. La principal causa de la caída fue un cambio de hábito que gana fuerza: cada vez más gente hace las compras de manera digital, incluso las del supermercado.
La corporación sindical, en cambio, reaccionó en bloque y sin fisuras tras el lanzamiento de El Tigre Verón, que se emite por Eltrece. Héctor Daer, el jefe de la CGT, dijo que “es una provocación para subir al movimiento obrero a una disputa que no tiene nada que ver”. Lo mismo opinaron los Moyano y el taxista Omar Viviani, quienes vincularon la tira con la cercanía de la elección presidencial.
Caracterizado por el actor Julio Chavez, El Tigre Verón es el eterno jefe del sindicato de la carne, adonde ubicó a sus hijos y con los que montó una serie de negociados oscuros alrededor del gremio. Su vida gira entre el poder, el dinero y el apriete. En la serie hay amor, traición y muerte. También corrupción judicial, política, sindical y empresaria. Y hasta refleja las tensiones económicas contemporáneas: un empresario, que apela a las mismas recetas mafiosas que Verón para intentar imponerse, gestiona ante el gobierno la apertura de un Procedimiento Preventivo de Crisis para achicar la planta de empleados de su frigorífico. El ajuste y un convenio colectivo de trabajo más flexible son las condiciones que fijó un grupo inversor chino para comprar su compañía. Verón es un obstáculo para el avance de la millonaria operación.
De la mano, la ficción y la realidad se entrecruzan en esta puesta en escena. El chofer del Tigre Verón es el exboxeador Marcelo Domínguez, quien suele oficiar de guardaespaldas de los Moyano. También actúa Mugre, otro personaje del entorno duro de los camioneros. Ambas participaciones refuerzan la verosimilitud de lo relatado.
Pero nada tan casual como lo que sucedió el día del estreno. El 10 de julio pasado, unas 16 horas antes de ponerse al aire el primer capítulo, se dio un enfrentamiento a tiros entre dos sectores del sindicato de la carne por la representación de los trabajadores de un frigorífico de la localidad de San Fernando. Hubo dos heridos, al menos diez disparos y una causa judicial que avanza con destino errante. El jerarca sindical de la carne, el verdadero, es José “Beto” Fantini, un histórico dirigente que reconoce sus vínculos con la barra brava de Boca y que integra el grupo de sindicalistas cercanos a Cambiemos. Fantini dice que no vio El Tigre Verón y no sabe si la hará. Quizá tema verse en el espejo.