LA NACION

Woods, Mcilroy y Mickelson no superaron el corte en el Open Británico de golf

Woods padeció el torneo casi desde el primer día y el norirlandé­s, en su casa, tuvo una gran remontada, pero no le alcanzó y no pudo superar el corte por un golpe

- Gustavo S. González

El abanico se desplegó. El field del British Open se depuró, con las desilusion­es que nunca faltan, los que dieron las sorpresas y un par de líderes que se mantienen desde el jueves, ahora igualados: el estadounid­ense J.B. Holmes y el irlandés Shane Lawrie, que sumaron

134 (-8). La máxima sorpresa la dio Rory Mcilroy, que le bajó espuma al efecto que había dejado el jueves, un día para enterrarlo para siempre (finalizó con en 79, 8 sobre el par) porque lo de ayer fue para un cuadro: cerró la vuelta con 65 (-6) y 144,

(+2) en total, apenas un golpe por arriba del corte, que se estableció en 143 (+1). Y eso que pintó mejor por la tarde, cuando el campeón en

2011 salió a jugar. También se perderá el fin de semana Tiger Woods, con la diferencia de que no estaba jugando en el campo de su infancia, ante su público, y aunque siempre genera expectativ­as (máxime cuando hace tres meses ganó su quinto Masters) la espalda parece pasarle factura de nuevo –no pudo practicar como habría querido–, la primera vuelta fue floja, con 78 (+7) y el campo no parece de su gusto, por lo cual la electricid­ad a su alrededor tenía poco voltaje. Desde aquel triunfo parece que necesita una recarga para seguir en el máximo nivel.

Ayer jugó mejor Tiger y se reflejó en su score de 70 (-1), que no alcanzó para salvarse del corte: sumó 148

(+6). Fue la tercera vez en 21 actuacione­s que el california­no, campeón tres veces de este Major, no pudo estar el fin de semana. Terminó el 18 con un bogey, como si el desinterés le hubiera ganado, sabiendo ya que no pasaría. Resopló, mientras saludaba al público, gorra en mano y bajo una llovizna suave.

“Una de las cosas más difíciles de aceptar para un atleta veterano es que uno ya no va a ser tan consistent­e como a los 23”, comentó. “Hay momentos en los que no siento que tenga chances de ganar, lo que no me pasaba hace veinte años. Tengo un cuerpo diferente. Si hubiera podido jugar mejor los pares 5 habría estado en la conversaci­ón”.

Woods aseguró que no puede compararse este tiempo con el comienzo de la década, cuando jugaba y paraba continuame­nte, por los dolores físicos. “Fueron los momentos más bajos de mi carrera. Ahora no. Ahora solo no estoy jugando bien y no obtengo buenos scores”.

Otro momento vibrante en el último hoyo. La escena no tenía un lugar guardado en el álbum: Mcilroy llega +2 al par 4, las tribunas están colmadas, esperando que la gran tarde terminara con la hazaña de consguir el objetivo con un birdie. Su segundo golpe cae en un declive a la izquierda, fuera del green y cerca de las gradas. Le queda un chip de 20 metros y descuenta 19, no acierta la taza. Termina a 1 golpe del corte (+2). Se despide de los asistentes, incluido el chico que lleva el cartel de los scores. Woodland disimula la decepción que encarna el reciente ganador del US Open al compartir la retirada con el norirlandé­s, tras completar 145 (+3). Se abrazan como en un mutuo consuelo.

Con sus 65 (-6) Mcilroy hizo la mejor vuelta del día junto con el sudafrican­o Justin Harding y los norteameri­canos Xander Schauffele y Kevin Streelman. No es un consuelo, más bien la decepción de haber estado cerca para el local.

Al acecho

Entre las varias amenazas grandes los punteros, están los ingleses, Tommy Fleetwood, Lee Westwood (ambos con -7, a un golpe) y Justin Rose (-6). El primero hizo 67 ayer. “No he jugado tan bien después de ser 2º en el US Open y de la Ryder Cup, pero me mantuve. El jueves fue tranquilo, pero el viernes jugué dos o tres putts buenos de verdad”, comentó. “Estoy contento con el desafío del Open”.

Y están los estadounid­enses, Brooks Koepka y Jordan Spieth (ambos con 137 y -5), nombres fuertes, peligrosos. Del ganador de cuatro Majors en dos años –y primero o segundo en los últimos tres– se sabe que estos torneos lo elevan. Le falta el triunfo en las islas. Spieth ganó en

2017, en Royal Birkdale, en la que fue su última victoria en el PGA Tour.

Koepka viene de quedar fuera de los 50 mejores en los dos últimos certámenes que jugó, el Travelers y el 3M Open, pero eso no va a desconecta­rlo ahora. Él insiste en que no se prepara especialme­nte para un Major, pero su segundo puesto en el US Open, en pos de Gary Woodland, llegó después de terminar 50º en el Canadian Open. Y aunque acertó 25 greens en dos vueltas y 19 fairways sabe de las dificultad­es de las banderas que están elevadas. “No pude meter un putt “, dice, “Si lo hubiera hecho estaría -10 y quizá mejor”.

En cambio, Spieth tuvo un putter confiable, mucho mejor que su drive. “Es poco creíble mi score teniendo en cuenta desde dónde jugué mis segundos tiros”, señaló, como una síntesis. Solo 11 fairways encontró en las dos vueltas. “Mi juego es diferente que cuando gané en Royal Birkdale”, añadió. “Estoy trabajando para volver a ello”. Los dos campos requieren tiros más elevados que los que suelen usarse en las canchas links típicas. Pero confió en que los golpes que le estaban trayendo problemas no se vieron en el segundo día de The Open.

El Abierto Británico terminó también para Emiliano Grillo. Al margen del impacto de su hoyo en

1 en el 13, el primer día, el chaqueño no encontró soluciones casi nunca. Ayer cometió seis bogeys y no anotó birdie alguno, con lo que sumó 152

(+10). Lo mismo le ocurrió al estadounid­ense Phil Mickelson. Próximo a cumplir 50 años y con una gran carrera a cuestas, hizo 74 (+3) ayer y finalizó con 150 (+8).

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Peter Morrison / ap Casi sin luchar, Tiger Woods se despidió de Royal Portrush bajo la lluvia

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