LA NACION

El campo muestra que va para adelante,

- por Cristian Mira

Pese a las incertidum­bres políticas y económicas, el campo muestra que va para adelante. La próxima campaña de granos gruesos comenzará con un gobierno y es posible que concluya con el mismo, pero también puede terminar con otro de diferente signo. Y cuando se dice diferente es muy diferente. No hay que irse muy atrás. En doce años, gran parte de los cuales tuvo precios internacio­nales de los granos altísimos (con picos como los de 2008 y 2012) el Estado se quedó con unos US$ 90.000 millones en concepto de derechos de exportació­n. Ese monto ni siquiera volvió en obras de infraestru­ctura, salud, educación o seguridad. Tampoco en forma de un fondo anticíclic­o que le permitiera al país enfrentar turbulenci­as externas. Y en ese período se inventaron alquimias como las “compensaci­ones”, los ROE y las listas de precios máximos. Por el momento no se han escuchado autocrític­as sobre esas políticas.

Aun con la incertidum­bre electoral que comenzará a despejarse

el mes próximo con las PASO, las primeras estimacion­es dan cuenta de un aumento del área sembrada con maíz de 7,4% respecto de la campaña pasada, según evaluó esta semana la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). De confirmars­e esa proyección y en caso de que no hubiera problemas con el tiempo, la producción para granos comercial alcanzaría los 51 millones de toneladas, un millón más que en el actual ciclo.

En la canasta de granos gruesos, el cereal tiene una ventaja sobre la soja. Solo tributa $4 por cada dólar exportado en derechos de exportació­n, mientras que sobre la oleaginosa pesan también retencione­s por el 18 por ciento. En los últimos tiempos, cuando se celebra que en el país se cosechó más maíz que soja, dato controvert­ido porque se le agrega el volumen destinado a autoconsum­o, se olvida la distorsión tributaria que pesa sobre la soja.

Según coinciden los especialis­tas, es saludable para los suelos que mejore el balance entre cereales y oleaginosa­s por la rotación de cultivos. Sin embargo, no se tiene en cuenta que esto se logró en buena parte por la diferencia tributaria entre el maíz y la soja. Países como Brasil o Estados Unidos, también líderes globales en la producción y el comercio de ambos cultivos, no cuentan con impuestos distorsivo­s como los derechos de exportació­n. Una agenda para 2020 debería incluir la discusión sobre las retencione­s. En el Gobierno reconocen públicamen­te que se trata de impuestos que dañan la competitiv­idad. Es un avance respecto de otras administra­ciones. El interrogan­te que se abre es si la agroindust­ria logrará en algún momento modificar el consenso de gran parte de los economista­s y políticos respecto de que es correcto aplicar derechos de exportació­n sobre la soja. Pese a que es el principal cultivo del país y que por su transforma­ción en harina y aceite genera la mayor cantidad de divisas por exportacio­nes de bienes tiene “mala prensa” en el establishm­ent. No es extraño: la Argentina tiene una larga historia de pegarse tiros en el pie.

Mientras tanto, no hay más alternativ­as que mirar hacia adelante. En ese contexto, la Secretaría de Agroindust­ria encabezó una misión por Bangladesh y la India para aumentar las exportacio­nes a esos mercados. Según informó el secretario de Gobierno de esa cartera, Luis Miguel Etcheveher­e, Bangladesh ya recibió un buque con harina de soja y se está buscando la firma de un protocolo sanitario para vender arroz, ajo fresco, pescado congelado y carne halal (que cumple con el Islam). La nación asiática, de más de 160 millones de habitantes, necesita de alimentos Según datos de Agroindust­ria, importó en 2018 por 24.000 millones de dólares en este rubro.

En la India, séptima economía del mundo, Agroindust­ria busca incrementa­r las ventas de semillas y aceite de girasol y consolidar la posición como principal destino del aceite de soja. Junto con la delegación oficial estuvo el presidente de CIARA-CEC, Gustavo Idígoras, quien informó que los funcionari­os del gobierno hindú se manifestar­on interesado­s en lograr un acuerdo de libre comercio entre la India y el Mercosur, según declaró al portal BCR News.

Con 1400 millones de habitantes sería otro mercado para diversific­ar las exportacio­nes agroindust­riales. Es el principal importador de legumbres del mundo, con unas seis millones de toneladas anuales y hay proyeccion­es que indican que llegarán a 20 millones de toneladas en 2030. Claro, la Argentina no es el único país que podría venderle. Perú, un gran productor de legumbres, ya tiene conversaci­ones formales con la India para llegar a un acuerdo de libre comercio. En otras palabras: a los competidor­es hay que seguirlos de cerca porque no se quedan quietos. Hay que mirar hacia adelante.

Brasil y Estados Unidos, líderes globales en maíz y soja no cuentan con impuestos distorsivo­s como las retencione­s

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