Alquileres por las nubes, un problema que la UE no logra contener
Las medidas para controlar los aumentos constantes surten poco efecto
PARÍS.– El constante aumento del precio de los alquileres en las metrópolis europeas expulsa a las clases medias y agrava la situación de los más pobres. Ante esa dramática situación y el escaso efecto de las medidas de control para regular el mercado, los gobiernos europeos vuelven a descubrir las virtudes de la “vivienda accesible o social”.
El tema es considerado crucial por todos los gobiernos e incluso la Unión Europea (UE): ¿cómo poner término al aumento exponencial de los alquileres? No hay mes en que, en alguna ciudad europea, los habitantes no se manifiesten contra la especulación inmobiliaria.
En Francia, la llamada ley para el alojamiento volvió a ser aplicada a partir del 1° de julio durante cinco años, después de un primer período entre 2015-2017.
El mismo dispositivo fue aplicado en Berlín, cuyas autoridades deben hacer frente a la ira de los habitantes. Los resultados fueron, sin embargo, decepcionantes. Aunque la ley prevé que los alquileres no deben exceder 10% de aumento y “únicamente en el momento de cambiar de contrato”, muchos no dudan en multiplicarlo por tres.
Según un reciente estudio, París se convirtió en la ciudad con los alquileres más caros de Europa con 26,4 euros el metro cuadrado de promedio, delante de Londres (26,3 euros). Ámsterdam se ubica en tercer lugar con un precio promedio de 18,4 euros por metro cuadrado.
Esos casos no son ejemplos aislados. Todas las grandes metrópolis europeas deben hacer frente a una creciente penuria de “viviendas accesibles” para las clases bajas y medias, víctimas de un problemático alejamiento entre el sitio de residencia y el del trabajo.
Es el caso flagrante en Suecia, a pesar de que su modelo social es con frecuencia citado como ejemplo.
“Si no conseguimos responder a la demanda de viviendas, enfrentaremos una sublevación”, previene Ann-margarethe Livh, exalcalde adjunta de Estocolmo, encargada del alojamiento.
Inimaginable hace diez años, cuando la ciudad tenía un excedente de viviendas gracias a un parque inmobiliario heredado del plan nacional “Programa millón”, lanzado a mediados de la década de
1960. Sus 150.000 viviendas públicas municipales acogían todas las clases sociales, sin condición de ingreso, favoreciendo una diversidad que enorgullece a los suecos.
Entre 2000 y 2017, el número de candidatos a un alquiler municipal se multiplicó por seis. Hoy, el tiempo de espera para una vivienda puede alcanzar 15 años en los barrios más buscados, mientras prospera un mercado negro del subalquiler. La municipalidad intenta reactivar la construcción y controlar los precios del mercado inmobiliario, pero sin demasiado éxito.
Berlín siempre fue una ciudad sorprendente para el resto de los europeos que, puestos a escoger, prefieren la compra al alquiler. Se trata de una ciudad compuesta por
75% de locatarios con recursos medios o escasos, y donde los alquileres estuvieron siempre controlados a bajísimos niveles (por debajo de 5 euros el metro cuadrado).
Pero esa edad de oro se terminó. Desde 2010, los alquileres aumentan (32% entre 2010 y 2015), los precios se disparan (68% en el mismo período) y los habitantes están cada vez más furiosos. La situación es tan tensa que la municipalidad tuvo que comenzar a comprar viejos edificios ubicados sobre todo en el sector oriental de la ciudad, evitando así que los gigantes inmobiliarios se apoderen y los transformen en viviendas inaccesibles para los residentes de la capital.
En Alemania, 16% de los hogares dedica más del 40% de sus ingresos al pago de alquileres y expensas, contra 5,2% en Francia, una de las tasas más bajas de Europa. Pero el aumento vertiginoso del precio del metro cuadrado para comprar en todo el continente está provocando una reducción dramática del número de propietarios.
Los especialistas pronostican que el fenómeno continuará. Para limitar los daños, los gobiernos se activan. La primera ministra británica, Theresa May, anunció a fines de septiembre que el país invertirá
2000 millones de libras para construir viviendas de alquiler reducido para las clases más frágiles.
En Alemania, la canciller Angela Merkel lanzó en mayo su “ofensiva para la vivienda”, un plan cuatrianual de 5700 millones de euros, para construir 1,5 millones de unidades, reforzar las ayudas sociales y favorecer el acceso a la propiedad.