LA NACION

La república

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cada vez que el periodismo recurre a Elisa carrió para que emita su opinión sobre temas de la política argentina, su ineludible caballito de batalla es la cita de una entelequia que siempre resultará extraña a la gran mayoría de quienes pasaron por el secundario y olvidaron por completo lo estudiado en Historia o Educación cívica. carrió se refiere una y mil veces a su única opción: “la república”. República a secas, sin aclarar el contenido o la proyección de la palabra; sin explicar un vocablo que en su boca se vuelve apócrifo. Elisa carrió quiere república, desea república, espera a la república. ¿Es que acaso ignora carrió, u olvidó su paso por las aulas del secundario y la universida­d, como para recordar que en el mundo hubo decenas de repúblicas: algunas tan conocidas, meneadas y de signo ideológico totalmente antagónico, entre ellas, la Unión de Repúblicas Socialista­s Soviéticas (URSS), la República Popular de china con Mao y su “Gran Revolución cultural proletaria”, o la primera y la segunda República Española soñada por los republican­os, la República de Polonia, la República Democrátic­a alemana, etcétera. De todo esto es fácil deducir que el vocablo “república”, a secas, no dice nada por sí mismo. Por lo tanto, carece de contenido claro desde hace un centenar de años en todo el mundo. Porque fue entendida a su modo, tanto por idealistas como por decenas de gobiernos autoritari­os. Es clara la raíz latina de república: “res publica”, cosa de todos; igualdad de derechos y obligacion­es. República implica, sobre todo división de poderes: ejecutivo, legislativ­o, judicial. Entonces, todos desearíamo­s la república de carrió. Dos palabras más y evitamos que parezca falso su deseo: debería decir “una auténtica república”. René Vargas Vera Dni 6.949.874

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