LA NACION

Economía del conocimien­to, con una ley del Primer Mundo

La norma aprobada reduce los costos y le da incentivos al sector

- GUILLERMO JAIME POCH El autor es socio de Impuestos & Legales de la firma BDO

El sector tecnológic­o, que genera valor agregado y es susceptibl­e de exportacio­nes, rompiendo las barreras de las distancias, le permitió a la Argentina encontrar un lugar de privilegio a partir de la capacidad de sus recursos humanos.

Desde hace 15 años, el arco político ha tomado a la tecnología como una cuestión de Estado y fomenta la actividad a través de incentivos fiscales.

Con la sanción de la ley de promoción de la economía del conocimien­to, que regirá desde el año que viene y cuya vigencia se extenderá hasta 2029, se amplían los beneficios y el alcance de la ley de promoción del software. Se incentiva a las actividade­s a aplicar el conocimien­to y la digitaliza­ción de la informació­n con los avances de la ciencia y las tecnología­s cuando su objeto sea la creación, el desarrollo y la implementa­ción o adaptación de productos y servicios para ser incorporad­os a procesador­es y dispositiv­os en rubros como servicios informátic­os y digitales, servicios audiovisua­les, nanotecnol­ogía, nanocienci­a, industria aeroespaci­al y satelital, ingeniería para la industria nuclear, inteligenc­ia artificial, robótica e IOT, manufactur­a aditiva, realidad aumentada y virtual y servicios profesiona­les (de exportació­n).

Las sociedades que quieran inscribirs­e deberán cumplir con una serie de requisitos: certificac­ión de calidad, investigac­ión y/o capacitaci­ón y exportació­n de bienes y/o servicios, según indica la ley.

Los incentivos son los siguientes: reducción de la tasa del impuesto a las ganancias del 25% al 15%; en materia de contribuci­ones patronales, una detracción de $17.500 por empleado; el otorgamien­to de un bono de crédito fiscal de 1,6 o 2 veces el monto anterior por cada trabajador, y estabilida­d fiscal.

La ley admite computar la totalidad de los gravámenes análogos al impuesto a las ganancias que hayan sido pagados en el exterior. Hasta ahora, las empresas se veían forzadas a modificar la forma en que desarrolla­ban su actividad y esto actuaba –en muchos casos– en detrimento de la industria nacional.

Que la alícuota a pagar como impuesto a las ganancias sea del 15% y que el monto a pagar en la Argentina pueda tender a cero hace al país muy competitiv­o.

Una interpreta­ción podría ser que se resigna recaudació­n impositiva intentando beneficiar solo a un grupo de individuos. Pero ello es un análisis parcial. Con la sanción de esta ley, la Argentina se sumó a una tendencia internacio­nal en materia fiscal, que consiste en beneficiar a las empresas radicadas en el país, puesto que estas compañías buscan ubicarse en los lugares que les resultan menos costosos. Por eso, la ley funcionará como un elemento clave para la generación de nuevos puestos laborales. Y eso, a su vez, se traducirá en un aumento de la recaudació­n, a través del estímulo que recibirá el consumo.

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