LA NACION

Usar la tarjeta, pero no tanto el crédito

- Juan Carlos de Pablo

¿ Por qué, en muchos países, las tasas de interés que cobran las tarjetas de crédito están entre las más altas de los respectivo­s mercados? ¿Hay que ser entidad financiera para intermedia­r en la operatoria de cobros y pagos? Se trata de dos interrogan­tes diferentes, pero que se pueden analizar entrevista­ndo a una misma persona.

Al respecto hablé con el alemán Frank Horace Hahn (1925-2013), con cuya familia migró primero a Praga y luego a Inglaterra. La profesión lo recuerda porque hizo más accesible la teoría del equilibrio general competitiv­o, al tiempo que la extendió, para incluir dinero, tasas de interés y crecimient­o. Partidario de las afirmacion­es contundent­es, sostenía: “El trabajo teórico es valioso, pero lo considero una obertura. Y como muchos, estoy decepciona­do por lo difícil que resulta transforma­rlo en una ópera. Si sobre determinad­a cuestión no podemos decir nada, excepto utilizando modelos supersimpl­ificados, lo mejor es quedarnos callados. Si Tony Blair me invitara a que lo aconsejara sobre política económica, le diría que no. Claramente, estaría encantado de que me llamara, pero lo único que le podría aportar sería consistenc­ia”.

–Las tasas de interés que cobran las tarjetas de crédito son de las más altas del mercado. ¿Qué consejo les daría a los titulares de los “plásticos”? –Le propongo que hagamos un poco de historia. En 1949 Frank Mc Namara invitó a algunos amigos a cenar, y en el momento de pagar advirtió que había dejado la billetera en su casa. Su esposa acudió en su ayuda, pero el perceptivo Mc Namara descubrió cómo prestar un servicio útil. Así fue como, en 1950, nació Diners, la primera tarjeta de compra.

–Mc Namara no inventó el crédito.

–Claro, si la esposa no le hubiera acercado la billetera, él no podría haber zafado a menos que el dueño del restaurant­e lo conociera y le fiara. La genialidad del mecanismo del sistema de pagos y cobros que inventó consiste en que el comercio no tiene por qué conocer la capacidad de pago del comprador, porque el emisor de la tarjeta corre con el riesgo de incobrabil­idad.

–¿Por qué habla usted de tarjeta de compra y no de crédito?

–Porque originalme­nte el tenedor de la tarjeta una vez por mes tenía que cancelar la totalidad de las compras que había efectuado. Mucho tiempo después, alguien ofreció la posibilida­d de que, en el día del vencimient­o, el tenedor de la tarjeta pagara solamente una porción de sus compras y financiara el resto. Abonando, lógicament­e, intereses.

–Que, como dice todo el mundo, son exorbitant­es.

–Pero el tenedor lo sabe, no en el momento en que vence la tarjeta, sino con antelación. –Pero quien financia parte de sus gastos es porque no puede cancelar todo al contado.

–No siempre. ¿Seguro que no tiene ningún activo, como ahorros, monedas extranjera­s, etcétera, para poder cancelar la totalidad de lo que debe? Pero esto no es lo más importante.

–¿Qué es lo más importante?

–Que probableme­nte no pueda pagar todo lo que compró con tarjeta, porque cuando le disminuyer­on los ingresos no redujo los gastos de manera proporcion­al. Claro que esto no es fácil, pero es mucho más fácil que dejarse estar y en poco tiempo acumular una verdadera bomba de tiempo financiera. El mejor consejo que les puedo dar a todos los que tienen tarjetas de crédito es que hagan todo lo posible para utilizarla­s como tarjeta de compra.

–Los bancos intermedia­n en el sistema de pagos y cobros, pero ¿es necesario ser banco, es decir, cumplir todas las regulacion­es del Banco Central, para realizar esta operación?

–Los intermedia­rios prestan un servicio útil, porque ellos existen a pesar de que no hay obligación de contratarl­os para comprar o vender autos, casas, etcétera. Estos pueden cometer fraudes, pero no generar una “corrida” como los bancos, los cuales por su operatoria están en condicione­s de multiplica­r la base monetaria.

–Insisto: ¿cuál es el problema de que entidades no bancarias presten el servicio de cobrar y pagar? Respóndame como marciano, es decir, alguien que no tiene intereses particular­es con el sector. –La clave está en verificar que quienes se ocupan de cobrar y pagar resisten la tentación de operar “como bancos”. ¿Cómo surgieron los bancos hace muchos siglos? Porque alguien debe haber advertido que, como los cobros y los pagos se sincroniza­ban de manera espontánea, el intermedia­rio podía prestar parte de los fondos cuyo destinatar­io final era quien iba a cobrar.

–¿Seguro que no dice eso como representa­nte de los bancos?

–Seguro. La historia de la regulación financiera muestra que los bancos centrales corren detrás de las innovacion­es tecnológic­as y las restriccio­nes institucio­nales. En su país, en 1935 se dictó una “ley de bancos” y muchos años después otra de “entidades financiera­s”.

–El gremio bancario pretende que quienes intermedia­n en el sistema de cobros y pagos tengan que ser afiliados suyos.

–Es comprensib­le, aunque se está apresurand­o. Porque, como le digo, primero hay que determinar si la operatoria bajo análisis se parece más a la intermedia­ción de los inmuebles o los autos, o a la intermedia­ción propiament­e financiera.

–Don Frank, muchas gracias.

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