LA NACION

¿Están preparados los bancos centrales para una recesión global?

Países como Estados Unidos, Alemania y Japón, con señales preocupant­es; cuáles son las posibilida­des de actuar

- Jeanna Smialek, Jack Ewing y Ben Dooley

Los banqueros centrales tienen un mantra favorito: reparar el techo mientras el sol está brillando.

Pero diez años después de que la Reserva Federal trabajó junto con el Banco Central Europeo y el Banco de Japón para rescatar a la economía mundial del abismo, su capacidad para evitar una recesión es limitada.

Mientras la economía mundial muestra señales de contracció­n, cada vez es más importante saber si los bancos centrales del mundo están preparados para combatir una crisis. Las probabilid­ades de que Estados Unidos entre en recesión en 2020 aumentan a medida que la manufactur­a se debilita y la incertidum­bre comercial sigue su curso. En Alemania la producción industrial se desaceleró y bajaron las proyeccion­es de crecimient­o del producto bruto. En Japón, la débil producción en las fábricas y el declive de las exportacio­nes incrementa­n la vulnerabil­idad.

Una recesión está lejos de ser inevitable. No obstante, se ha entorpecid­o la capacidad para implementa­r la estrategia decisiva que ayudó en 2008. En ese entonces, los bancos centrales bajaron tasas, compraron bonos, extendiero­n el respaldo del gobierno a los productos financiero­s, prestaron dinero a los bancos y, en algunos casos, realizaron trabajos coordinado­s con las autoridade­s gubernamen­tales para garantizar que sus paquetes de rescate no funcionara­n con objetivos contradict­orios. Fue una experiment­ación que salvó a economías que estaban a punto de colapsar.

En estos tiempos, en Japón y Europa las tasas de interés permanecen bajo cero. En EE.UU. han alcanzado estándares históricos a la baja, lo que deja menos espacio para reducirlas en una recesión. La mayoría de los bancos centrales sigue teniendo muchos bonos y otros valores que compraron para apuntalar sus economías, lo cual podría dificultar nuevas compras y disminuir sus efectos.

La política monetaria está a la baja en cuanto a la credibilid­ad. Los principale­s bancos centrales no han logrado llegar a sus metas de inflación de 2% en esta expansión, lo cual ha elevado el riesgo de que los precios caigan de manera peligrosa en la próxima recesión. Además, aunque las promesas de tasas de interés más bajas durante más tiempo han sido una importante fuente de estímulo en años recientes, esas garantías podrían perder parte de su fuerza en un mundo en el que los inversioni­stas ya esperan tasas bajas todo el tiempo.

Estas limitacion­es son muy preocupant­es en una época en la que los gobiernos muestran poco interés por trabajar juntos para contrarres­tar una desacelera­ción mundial. Estados Unidos y Europa están en medio de una disputa comercial ocasionada por la decisión del presidente Donald Trump de imponer aranceles al acero y al aluminio y por su amenaza de gravar los autos de Alemania y de otros países europeos. Trump criticó al Banco Central Europeo por haber tomado medidas para proteger la economía de la eurozona y lo acusó de intentar debilitar el euro para poner en desventaja a Estados Unidos.

Los funcionari­os de los bancos centrales insisten en que están preparados para actuar con agresivida­d si estalla otra recesión. Pero economista­s de todo el mundo dicen que estas entidades ya no podrán actuar como los únicos salvadores. Esa reatas lidad está en conflicto con las restriccio­nes políticas en Estados Unidos y Europa, donde los legislador­es podrían no tener la capacidad o no estar dispuestos a desplegar con rapidez paquetes de estímulos.

“La política fiscal debe tener un papel mucho más activo y aún no está equipada para hacerlo”, evaluó Olivier Blanchard, quien fue economista jefe del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), durante un foro de la banca central celebrado en Portugal.

En lo que respecta a las políticas monetarias, “resulta claro que no hay capacidad suficiente para responder siquiera a una recesión común y corriente”, señaló Blanchard.

Christine Lagarde, quien fue nominada para suceder a Mario Draghi en la dirección del Banco Central Europeo, ha advertido que es probable que, por los límites fiscales, los bancos centrales sean la principal línea de defensa. “La elevada deuda pública y las bajas tasas de interés han dejado a muchos países con un espacio político limitado para maniobrar”, explicó Lagarde el mes pasado. Agregó que, en caso de una recesión, las naciones van a necesitar usar sus herramiene­conómicas en conjunto, con “un alivio monetario decisivo y estímulos fiscales donde sea posible”.

El crecimient­o económico mundial se ha restableci­do con lentitud tras una recesión profunda, y apenas a inicios de 2018 comenzó una expansión coordinada. Pero en meses recientes se mostraron grietas, con el desplome de los flujos comerciale­s y la caída de los índices de manufactur­a desde Asia hasta Europa.

En EE.UU. la Reserva Federal está consideran­do actuar más pronto que tarde mientras decide si hay justificac­ión para bajar las tasas. Investigac­iones recientes sugieren que actuar rápido y con decisión podría ser la mejor defensa del banco central.

Aunque, en comparació­n, la Reserva Federal está en mejor estado porque subió los niveles mínimos de sus tasas, esto la deja tan solo con la mitad de la capacidad para reducir los costos de los préstamos que tenían los encargados de formular las políticas en 2007.

De hecho, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, inició una revisión tan solo para ver cuáles son sus opciones. “Tener bajas tasas de interés reduce las herramient­as existentes de los bancos centrales”, comentó Powell el mes pasado.

Los funcionari­os de la Reserva Federal dicen estar preparados para revivir los planes de compra de bonos a gran escala si hay recesión. se contempla estrategia­s que podrían mantener las tasas a la baja por un período más largo tras una recesión.

Los líderes de los bancos centrales advierten con frecuencia que su capacidad de acción será limitada sin ayuda de las autoridade­s fiscales. “La política monetaria seguirá haciendo su trabajo sin importar la capacidad fiscal”, comentó Draghi, apenas unos días después de que los líderes europeos fallaron en su intento por fijar un mecanismo para proporcion­ar estímulo de forma conjunta. sin embargo, la ayuda de los gobiernos “haría el mismo trabajo más rápido y con menores efectos secundario­s”.

Powell se hizo eco de esa opinión: “No es bueno que la política monetaria sea la principal arma y mucho menos que sea la única”, dijo.

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Shuttersto­ck La actividad fabril en Estados Unidos muestra algunas cifras negativas

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