LA NACION

Estuvo cerca como nunca, pero el rugby argentino ya está ganando

- Jorge Búsico

Hay que abstenerse del resultado porque de ningún modo puede opacar ni en lo mínimo al menos dos aspectos decisivos a la hora de cualquier análisis: los Pumas jugaron un partido de altísimo nivel, sometiendo durante gran parte del desarrollo a los All Blacks, y, por otro lado, esta actuación se ubica dentro del cuadro del gran momento que está atravesand­o el rugby argentino. Ha sido el de ayer a la tarde en Vélez otro gran episodio, ya que se trató de un acontecimi­ento de orden internacio­nal de los que no abundan por estas tierras.

El viento de cola que traía Jaguares con su acceso a la final del Súper Rugby, y de la gran final que jugó en Christchur­ch ante el tricampeón Crusaders, no se vio reflejado en el marcador –la tan ansiada victoria contra los All Blacks deberá esperar, aunque está cada vez más cerca– pero sí en la multitud que se repitió en Liniers. Hubo un clima de euforia similar a la de la semifinal que la franquicia le ganó a Brumbies, pero esta vez con 31.320 personas que prácticame­nte no dejaron claros en el estadio. Y el último lineout, al borde del in-goal neozelandé­s, con el público parado y gritando en las tribunas, rememoró las jornadas más gloriosas del selecciona­do.

Hay un contagio que está generando el rugby. Hacia adentro, con Pumas de todos los tiempos involucrán­dose con este grupo de jugadores profesiona­les, y también hacia fuera, con la gente no aficionada al deporte que encuentra que las imágenes que se viralizan no solamente muestran alta categoría en el juego, sino además certezas de lo que implica actuar en equipo, con respeto y sin histerias.

Quizá a esto último a veces se lo exagera, mostrando al rugby como si fuese la panacea. No es otra cosa que lo que debe ser el deporte en su esencia. Aunque se cobre dinero por jugarlo. Los rugbiers argentinos conservan su espíritu amateur, el que traen desde los clubes, y eso se nota luego en la cancha, más allá de si juegan bien o no. Contaba el martes Gonzalo Quesada en la práctica de los Pumas en St.john’s algo que el staff preparó antes de la final con Crusaders: pegó en el vestuario fotos de los jugadores cuando eran chicos, con las camisetas de sus clubes. Para que no olvidaran de dónde venían. Eso se está haciendo carne fronteras afuera del rugby.

Los jugadores no solamente juegan. No escapan de ninguna foto, ningún autógrafo, ninguna acción solidaria. Y han formado a lo largo de estos años de competenci­a con Pumas y Jaguares un bloque sólido, una suerte de libro de códigos no escrito, que los ha unido para llevar a todo el rugby argentino a lo más alto. Es un proceso que nace en los clubes y que en el ámbito rentado recién está consolidán­dose.

Es un gran momento del rugby nacional porque la UAR, celebrando sus 120 años, ha llevado adelante una acción digna de destacar: la de juntar a Pumas de todas las épocas. La reunión del miércoles en Pilar, bajo el lema “Pumas para toda la vida”, generó un efecto necesario de reencuentr­os y reconocimi­entos que actuó como una inyección extra de energía para los que tienen por delante el Rugby Championsh­ip y, después, la Copa del Mundo en Japón.

En estos días han circulado por las redes sociales videos y escritos sobre los Pumas y el rugby. Este deporte viene saliendo de su microclima desde hace ya un tiempo largo, lo que se trasluce en cómo ha llegado a distintos estratos sociales poniendo el eje en la cultura de equipo y de respeto por las reglas en una cancha. El rugby está en las villas, en las cárceles, en las personas con capacidade­s diferentes, y está creciendo sostenidam­ente entre las mujeres, que veían clausurada­s todas las puertas apenas un año atrás.

El partido de ayer vino a ratificar todo ese rascacielo­s que se está construyen­do alrededor del rugby. Porque a la parte más visible, la que más sale en los medios, se suma la base de esta edificació­n, que es un rugby de clubes que sigue respetando la esencia de este juego. Es verdad que aún falta cuidar más ese escenario fundamenta­l y que las cuentas podrían ser mejores –predomina el mucho para pocos con clubes que tienen poco para muchos–, pero ese no es el tema, al menos hoy. Lo importante que dejó este nuevo capítulo con los All Blacks es que el rugby está muy bien rumbeado, con un horizonte de crecimient­o, con estructura­s saneadas y con un proyecto que instalará, sin dudas, a la Argentina como una potencia dentro de un tiempo no muy lejano.

Por todo esto hay que salirse del resultado. Pudo ser triunfo en la cancha, es verdad. Se estuvo cerca como nunca en el Rugby Championsh­ip. Pero se está ganando.

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