LA NACION

Con la visión de los jóvenes, una apuesta al futuro

- Iván Petrella Director del Programa Argentina 2030, Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación

Durante muchos años, la argentina se cerró sobre sí misma. El fenómeno, si bien es particular­mente económico y político, con abandono de mercados internacio­nales y descuido de relaciones diplomátic­as históricas, va mucho más allá de eso. En un momento global de ebullición tecnológic­a, científica, política e intelectua­l, el país quedó al margen de las grandes discusione­s del siglo XXI. anclados en un presente de aislamient­o, nos limitamos a discutir el futuro mirando solo hacia dentro de nuestras fronteras y hacia nuestro pasado. nos limitamos a nosotros mismos.

la negación a pensar de forma profunda el futuro no afecta solo a los gobiernos: representa un problema más amplio de nuestro país, al que le ha costado mucho imaginarse y proyectars­e hacia el futuro. Vivimos, gran parte del tiempo, en una actitud tímida y poco global a la hora de encarar nuestros problemas, con una discusión pública muchas veces cerrada y melancólic­a. Temas que aquí suenan a ciencia ficción son, en muchas partes del mundo, parte de la conversaci­ón de coyuntura.

a esto se suma que imaginar el futuro es particular­mente difícil. Faltan once años para el año 2030, y si miramos hacia atrás, once años nos

dejan en 2008. los cambios que el mundo experiment­ó en ese período de tiempo parecen, en perspectiv­a, impredecib­les. En 2007 salieron al mercado por primera vez el iphone y el Kindle. En ese momento no existían ni el ipad, ni Uber, ni airbnb, android, Spotify, instagram, Snapchat o Whatsapp. Facebook se abrió a cualquier persona recién en septiembre de 2006. crispr, la técnica más promisoria para realizar edición genética, era ciencia ficción. Esto no se limita a la tecnología y la ciencia: hace once años Estados Unidos no había tenido un presidente afroameric­ano, el Estado islámico no existía, china no había construido islas artificial­es y si alguien nos hablaba de fake news, no habríamos entendido.

Hoy, estos cambios nos presentan desafíos transversa­les que atraviesan a distintos aspectos de nuestra sociedad, desde lo productivo y lo técnico, y lo educativo y ético, hasta las relaciones internacio­nales y las institucio­nes mismas de la democracia. Si tomamos el pasado como referencia, muchos cambios y disrupcion­es que no podemos prever aparecerán entre hoy y el 2030. El país que queremos construir es uno integrado al mundo, con una democracia fuerte y vibrante y una economía que genere riqueza y oportunida­des para todos. argentina 2030 parte de la convicción de que, para construir un país contemporá­neo, global y protagonis­ta, y en especial por el carácter impredecib­le del futuro, hay que ir más allá de las políticas públicas y de los gobiernos comprometi­dos con el largo plazo: necesitamo­s cultivar nuestra apertura a nuevas ideas, revisar viejos paradigmas y no cerrarnos a los desafíos.

También queremos ser una democracia fuerte y vibrante, con una sociedad civil activa, un escenario político competitiv­o y una discusión pública cada vez más profunda. ¿pero cómo se hace eso en un contexto de fake news, de sociedades que se encapsulan en burbujas de contenidos y de crisis de muchos paradigmas políticos tradiciona­les? Finalmente, queremos una economía fuerte y que genere riqueza y oportunida­des para todos, pero ¿cómo se logra eso en el mundo de las nuevas actividade­s productiva­s, de la inteligenc­ia artificial y de, por ejemplo, la posibilida­d de trabajar remotament­e para una empresa en la otra punta del planeta?

para poder alcanzar esa argentina de 2030 necesitamo­s poder imaginarla. Y para poder imaginarla a la altura de los desafíos que presenta el mundo hoy y en el futuro, necesitamo­s actualizar nuestro pensamient­o y nuestras categorías. necesitamo­s tener nuevas conversaci­ones y traer ideas nuevas a las conversaci­ones que ya tenemos. necesitamo­s que, en la sociedad argentina, dejemos de ver cuestiones que ya son parte de la realidad global como elementos de ciencia ficción. necesitamo­s corregir, en muchos casos rápidament­e, el desfasaje que muchos años de aislamient­o nos provocó respecto de la vanguardia mundial. Tal vez en los líderes más promisorio­s de las generacion­es más jóvenes del país esté la clave para acelerar este proceso. •

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