Cuentos fantásticos en el campo
Jorge Torres Zavaleta retoma en El dueño anterior el locus amoenus –el lugar idealizado– de la vida rural. El tópico del campo ya había sido abordado en Memorias del viento (2011) con un tono evocativo y pacífico. En esta nueva novela, la historia se centra en Enrique, un exfinancista que busca salir de la locura de la city para instalarse en la tranquilidad del campo. Pero algo inquietante hará que su mudanza a la estancia La Escondida no sea tan amable. El fantasma del dueño anterior se hace presente y le hace saber que no está conforme con el nuevo ocupante ni con sus ideas innovadoras. En una noche de tormenta, hace salir de cuajo a los árboles que rodean la casa; otro día, alborota al ganado; incluso se enfrenta a duelo con facón en mano. En este libro, el género fantástico recobra vigencia, con tintes gauchescos.
Las historias del fantasma llegan al lector por un narrador en primera persona, que enuncia lo que oyó y le contaron y que develará su identidad hacia el final del libro. La narración oscila entre la vida en La Escondida y las visitas de enrique al departamento de su padre en Capital. Con la compra de este campo cerca de Chascomús, retoma la tradición familiar. Su padre, un estanciero arruinado por los vaivenes del país, que debió vender sus tierras, mira el Canal Rural, mientras su salud se deteriora día tras día. Ya en La casa de la llanura (1993) Torres Zavaleta había trabajado sobre el poder, la paternidad y la decadencia. Pero aquí, el futuro es esperanzador. El campo se vuelve un refugio, un lugar donde el protagonista se reencuentra con sus raíces, con su verdadero yo y con un gran amor. •